
Esquinando rascacielos
descuenta temblores a la belleza
con el mismo asombro
con que roba chocolatinas a los fantasmas.
Adolescente
confinado en las cansadas paredes de su piel
invita a probar todo el humo
del incendio en el azul de su házmelo.
Ella le ignora con los ojos bien abiertos.
Y Don José musica sus alucinaciones
para disimular el la vergüenza
de quien apenas contiene la vida sublevada.
En sus mágicos bolsillos
palabras como economía, sordera o
dinosaurio
fermentan en una lluvia de imágenes
aún por descifrar.
Un tipo raro
este dibujante
de olvidos.
Sus ojos proyectan kriptonita
y deseo.
Kriptonita para palpar a las camareras,
esa cara hirviendo que reblandece
promesas.
Deseo para conciliar conciencia y vacío
en un futuro cargado de revoluciones,
con la noche y el disparate
como únicos emblemas.
3 comentarios:
Pedro, al fin hemos leído tu poema, y lo hemos disfrutado. Tiene muchas figuras, que invitan a releer y, a poco que se haya leído a Pepehierro, encuentras resonancias a sus palabras. Alguna va más allá.
Me ha gustado.
Pedro me ha gustado tu poema, en el hay una esencia que habla de los poemas de Jose Hiero en cuaderno de Nueva York, no te preocupes, la poesía no tiene siempre que entenderse todo,Bienvenido al blog.
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