martes, 25 de marzo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




MENSAJE


Dice la dama que fue,
que ya no es, que un barrunte
de nieve en su pelo ve...
—Decid a la dama que
su tarde a mi tarde junte.

Decidla que hay un edén
en los besos otoñales
sobre la nuca o la sien.
Decidla que huelen bien
en septiembre los rosales.

Que si el ardor que empleé
en requerirla de amor
excesivo acaso fue,
yo le aterciopelaré
en adelante ese ardor.

Que haré blancura mi afán,
y, por obviarla sonrojos,
nuestras manos se unirán
sin fiebre, y se encontrarán
pensativos nuestros ojos.

Que nos embelesará
un afecto grave y hondo.
Que mi frente ansiosa está
de posarse un poco ya
sobre su seno redondo.

Que aún germina el verdor
en nuestra alma, de un retoño
tardío, quizá el mejor.
Que hay todavía fulgor
en las tardes de mi otoño.

Que mi soledad reclama
la suya. Que somos dos
hielos que han menester llama...
Decid todo esto a la dama
¡oh dueña!, y que os guarde Dios.

©Amado Nervo
---


DESDE LA PENUMBRA

17

…quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega


Dejarse abandonar. Sentir la mano.
Cerrar los ojos. Espiar sonidos.
Bucear sin complejos, inhibidos
el temor al castigo y al arcano.

Considerar sagrado lo profano.
Advertir que responden los sentidos.
En la penumbra retozar dormidos.
Ingrávidos flotar, como vilano.

Desconectar el chip de la cocina.
Ignorar al vecino y la vecina.
Dejar que la ceniza cubra el suelo.

Apagar el programa de lavado.
No recordar que es día de mercado…,
y renacer después del desconsuelo.


©pbaediciones


martes, 18 de marzo de 2014

DESDE LA PENUMBRA


UN DÍA EN LA VIDA DEL CONDE
SABINO CELAZQUE


No está mal esa manera
de consumir la vida:
No levantarse nunca de la cama
con algún músculo dormido.
El cafetito dentro con tostadas
mientras comenta las noticias
irónico indignado -ma non troppo-
solidario estupefacto alegre...
Bata de raso sobre el cuerpo
y qué alivio la primera micción.
Una ojeada a la calle aspirando
el humo del cigarro
-dos volutas al gato
y tres a la vecina-. Saludo
a las tortugas perezosas
-todo un símbolo-.
Regar las plantas suavemente
dulcemente lentamente halagarlas
y empezar a pensar en los placeres
de tres cañas de vino.
Con los colegas de la barra
irónico indignado -ma non troppo-
solidario estupefacto alegre...
Comer ligero para no llegar
tarde a la partida de mus
-qué gozo el farol de estas mentiras-.
La metafísica de la merienda
luego viene detrás del buen jamón
y del buen queso. Paseíto de ocio
por el parque algarábico.
A ratitos dejarse seducir
por las niñas más monas
y buscarlas más tarde
en las putas burguesas mercenarias.
Volver silbando a casa. ¡Cuidado
sortear bien las cacas de los perros!
En el sillón arrellanarse
con un vídeo de tetas y de culos
y esperar a Morfeo un autodefinido
que se acabe la luz y hasta mañana.

©Ezequías Blanco
---


DESDE LA PENUMBRA

16


Una sombra de tul y de palabras
pincela tu figura. La luna con sus trazos
en tu cobrizo torso se derrama.

La quietud de la noche esboza quebradizos
altorrelieves entre los estigmas
de la ropa que no viste tu piel.

Dialogamos. Tú dices Y, en el mutismo, yo
te voy hablando de mis vagas inquietudes
veladas de callados secretos, de cautelas

absurdas. Tú preguntas. Yo respondo lo mismo
que otras veces, que sí, pero que bueno; pero…,
bajo el rayo de sombra, en el silencio reina

el silencio elocuente
de tu respiración acompasada.


©pbaediciones


martes, 11 de marzo de 2014

DESDE LA PENUMBRA



EL DESCENDIMIENTO

Desgarrarse del hijo.
Desprenderse de la carne.
Trazar una línea imperceptible desde el centro a la luz
y ver cómo la luz parte en dos tus esperanzas,
demuestra cómo el mundo se nutre de lo ajeno.
Así la muerte y sus gestos oscuros.
Así los brazos en cruz
como una interrogación sobre el vacío.
Así la cama desierta
y el ruido de la sangre golpeando las ventanas.
Así las sombras.

Eso fue una mañana
y ya no hubo otros marzos que llevarse a la boca.
El tiempo se detuvo para siempre en el mantel a cuadros
y ella supo, a partir de ese día, del dolor y sus costumbres,
de la lágrima vertida,
de la punzada de vidrio en el centro del pecho,
del grito que se extiende como un bálsamo,
de las grietas del alma,
de la herida.

©Elsa López
Madrid 11 de marzo de 2004

---


DESDE LA PENUMBRA

15


Cuando vine ya estabas en la cómplice
nebulosa del lecho, y la ropa
tirada en un rincón, adormecida
en esa dejadez del abandono.

Una lánguida mano descendía,
a contraluz de sábana alcahueta,
rozando con los dedos el silencio
que ni mis leves pasos perturbaron.

Pausadamente despojé mi cuerpo.
Puse las vestiduras
en el azul de la descalzadora,

tus cosas y mis cosas, esos trapos
con los que disfrazamos la tristeza.
Entonces advertí que me mirabas.


©pbaediciones


martes, 4 de marzo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




UN DÍA EN LA VIDA DEL CONDE
SABINO CELAZQUE


No está mal esa manera
de consumir la vida:
No levantarse nunca de la cama
con algún músculo dormido.
El cafetito dentro con tostadas
mientras comenta las noticias
irónico indignado -ma non troppo-
solidario estupefacto alegre...
Bata de raso sobre el cuerpo
y qué alivio la primera micción.
Una ojeada a la calle aspirando
el humo del cigarro
-dos volutas al gato
y tres a la vecina-. Saludo
a las tortugas perezosas
-todo un símbolo-.
Regar las plantas suavemente
dulcemente lentamente halagarlas
y empezar a pensar en los placeres
de tres cañas de vino.
Con los colegas de la barra
irónico indignado -ma non troppo-
solidario estupefacto alegre...
Comer ligero para no llegar
tarde a la partida de mus
-qué gozo el farol de estas mentiras-.
La metafísica de la merienda
luego viene detrás del buen jamón
y del buen queso. Paseíto de ocio
por el parque algarábico.
A ratitos dejarse seducir
por las niñas más monas
y buscarlas más tarde
en las putas burguesas mercenarias.
Volver silbando a casa. ¡Cuidado
sortear bien las cacas de los perros!
En el sillón arrellanarse
con un vídeo de tetas y de culos
y esperar a Morfeo un autodefinido
que se acabe la luz y hasta mañana.


©Ezequías Blanco

---


DESDE LA PENUMBRA

14


Rastreo la tibieza de tu nido
como mirlo que lanza su poema,
preludio de alborada.

Mi grito de silencio te corteja
desesperadamente inaccesible,
porque tus ojos callan,

y pesa más el canto del abismo
que la tenacidad
cuando porfía temeraria.

Desdeñas la promesa,
y en la sombra dilatas el sendero
entre mis desazones y tu espalda.


©pbaediciones