martes, 29 de octubre de 2019

El camino angosto



Canal de Todos, La Maliciosa

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mujer desnuda
onírico romance
de madrugada
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SOMBRAS

Y no entiendes el desespero
de viajar en el tiempo del olvido,
donde las dudas permanecen cementadas
en la opacidad que baila sobre el sueño. 
Las manchas que se demoran en la piel
están blanquecinas. El sol ausente.
No tardo en el camino,
me llama la ciudad,
espejismo de sombras agridulces. 
Toco el reloj para sentir las horas:
es todavía sueño
el crepúsculo que ocupa la mañana. 
Y te escucho decir: No entiendo.

Manuela Sola de Castro
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TODO OS LO DEJARÉ CUANDO ME MUERA...

Todo os lo dejaré cuando me muera;
las rosas que yo solo comprendía,
mi aire, mi cielo y luz, mi noche y día
mi asombro de existir, mi vida entera.

Y pues completa dárosla quisiera,
tomad también la gota de armonía
que a ese mundo he añadido, mi poesía
con su revelación en mi manera.

...Pero sé que aunque os deje voz y trino
me llevaré al silencio eterno, muerto,
este modo de ver que me arrebata,

este mundo inefable que adivino,
esta revelación que nunca acierto
a expresar, que me aprieta y que me mata.

José María Valverde
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NO TE DETENGAS

   No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
   No te dejes vencer por el desaliento.

   No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

   No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
   No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.

   Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
   Somos seres llenos de pasión.
   La vida es desierto y oasis.

   Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
   Aunque el viento sople en contra,

la poderosa obra continúa:
   Tu puedes aportar una estrofa.
   No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

   No caigas en el peor de los errores:
el silencio.

   La mayoría vive en un silencio espantoso.
   No te resignes.
   Huye.
   “Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.

   Valora la belleza de las cosas simples.
   Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
   Eso transforma la vida en un infierno.

   Disfruta del pánico que te provoca

 tener la vida por delante.
   Vívela intensamente,
sin mediocridad.
   Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

   Aprende de quienes puedan enseñarte.

   Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
   
La sociedad de hoy somos nosotros:
   los “poetas vivos”.

   No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…

WALT WHITMAN (1819-1892)
(Fue uno de los padres de la poesía moderna. Estos versos son un llamamiento al Carpe Diem. Poema apócrifo atribuido al escritor norteamericano.) 
Versión de: Leandro Wolfson
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4

El camino angosto

Desciendo por la senda del aliviadero. Dejo atrás la depuradora, su peste, sus ruidos; rodeo el tronco de un pino derribado por el viento en la última tormenta; evito el atajo del pantano; asciendo los desvíos; salvo las peñas de la cuesta antigua; bordeo la pradera del arroyo, una más de las que frecuentan los herbívoros en busca de pastos y descanso en pequeños hatos. Observo los confines de la hierba por si se presenta la ocasión de contemplar algún ciervo, o corzo, y se deja fotografiar. Una mezcla de aromas invade el monte. Hay paz, silencio; quietud y soledad…

Advierto su presencia cercana: es mi Amigo Fiel. Sabe mis pensamientos, como ayer con lo de la Galatea, del mismo modo que yo percibo los suyos: está disparatando contra el pueblo, contra la gente; contra los ciudadanos de los montes. “…nada hay más rancio que los habitantes de estas aldeas y poblados, que tantos motivos tienen para movilizarse contra el abandono, contra el vacío de su tierra,” dice. “Lloran su soledad, aunque cuando pudieron rebelarse denostaron al diferente y apoyaron la intransigencia.” Escucha mi objeción, y me replica: “es cierto que hace mucho, mucho tiempo, pero de aquellos polvos, estos lodos...” nota mi recriminación por esa frase; la ignora y sigue: “…por su ambición y envidia; por cobardía para evitar incomodar al amo; por el temor al cambio: por el inmovilismo. Por omisión a la justicia; por su condena al disidente; por tolerar al opresor, al que adulaban… Los reacios hacia los nuevos señores tenían que ocultarse para evitar las delaciones. Aquellos confidentes, aún medrosos, hoy rezan para que el tiempo cierre las heridas, para que nadie alce el velo de su infamia… Lo toleraron antes; hoy lo sufren, y callan. Forzaron a emigrar a los rebeldes para salvar sus vidas, incapaces de dominar ese temor; de admitir su responsabilidad por la desidia que hoy los aprisiona. Vive y deja vivir, decían; no pasa nada si a mí no me pasa nada, mascullaban… No hablar de aquello; es mejor olvidarlo, piensan…”

Mi Amigo Fiel enmudece. Arbustos se cimbrean. ¡Alerta! Me detengo. Un mínimo segundo, y los vislumbro entre pinos y jaras, perdiéndose en la fronda. Son…, una cierva o un corzo con su cría; los machos pacen solos. Inmóvil, preparo la foto. Oigo trotes, se  alejan. Huyen entre las zarzas. Se han ido. Cancelo el móvil. Reanudo el paso. Mi Amigo no regresa, y, en el silencio quebrado por mis botas, me digo: ¿qué demonios hablaba el condenado? Intento retomar su atrevimiento y, cuando casi consigo asir el hilo del asunto, por la derecha del camino regresan los galopes. Son cérvidos cruzando hacia la izquierda. Fue táctica, no huida: se habían apostado tras las rocas. Ahora se retiran por un claro del monte, removiendo el follaje, las ramas secas…; son tres: los veo con detalle. Su marcha se me antoja airosa y elegante, y en esos tres o cuatro segundos me regalan su admirable danza, su flexibilidad en el escorzo, sus saltos exquisitos para distanciarse y hacer mutis por un camino angosto que a su paso se cierra...

      Sin duda desperdicio la ocasión de hacer un selfie, pero no lo lamento: me siento bien pagado.
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martes, 22 de octubre de 2019

LÍNEA 3


proceso para reciclar 
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 verdes olivos
coronan la campiña
trabajadores
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LA MANO

Es la mano,
la bella rama del día floreciendo con dedos,
suave como el arrullo de la paloma
que ni atrapa el viento,
ni arresta el agua.

Pero se aloja en el espacio,
y abraza la tierra de la flor salvaje,
al árbol de palma.

Es la mano
la que nos conforta en nuestra fractura,
nos consuela cuando lloramos,
nos da solaz en nuestro cansancio.

Es la mano el milagro del sueño,
la leyenda de la creación,
las columnas de luz,
o un manojo de ascuas
que vivifican o menguan.

Es la mano un campo,
y un ramillete de canciones infantiles,
y un planeta.

La mano no es un libro,
o líneas.
No escrutes los detalles,
no leas su silencio ni sus contornos,
no encontrarás nada.

Todas las líneas que la han invadido,
todas las curvaturas,
son nuestras culpas
de las primeras aberraciones
al advenimiento de la miseria.

Es la mano,
no la leas,
lee lo que escribirá,
lee lo que hará,
y levántala,
levántala hasta que se haga un cielo.

Ibrahim Nasrallah (Palestina, 1954)
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RÍO CANTARÍN

Río cantarín
que de destellos cegó,
nuestra avaricia mató.

Ahora es oscuro y ruin.

Alicia Naya Díez
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SUTIL EQUILIBRIO

Tramo sutil de lo salvaje
roto por nuestras rudas manos,
hábiles para romper,

pero no para crear
el sutil equilibrio de lo salvaje.

Alicia Naya Díez
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LÍNEA 3

Buscando solución a sus problemas,
se echó sobre la muerte
lanzándose a las vías.

Los demás maldijeron
llegar tarde al trabajo.

Carmelo González
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A QUÉ REGIÓN

A qué región me llegaré a buscarte
ahora que reposas a mi lado
en forma de deseo
hombre
cuya belleza apenas
conocía. Cada día me ciñe
su cilicio de ausencia.


Me has herido de vida desde toda
tu muerte


y no hay sueño bastante a tu vacío.

Ada Salas
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3

AJUSTANDO EL SONOTONE

Salgo con los auriculares puestos. De fondo escucho una melodía con el ritmo de mis pasos, un guirigay que induce en mi cabeza el proyecto de un asunto recurrente. No se trata de una obsesión que me atrape o me distraiga; de hecho, se me suele pasar en cuanto cambio de tema. Pero hoy, ignoro la razón, no lo consigo. Ha sido poner un pie fuera del camping, y mi Amigo Fiel, ese que nunca veo, va y me toma la palabra.

     “Pero si es muy fácil,” ha susurrado a mi oído. “Mira: escribe diez frases en un folio, una debajo de la otra. Numéralas, pasa cada una de ellas a una hoja distinta, y haz un esbozo con lo que te sugieran. Extiéndete luego hasta donde puedas, tratando de ocupar cada plana, y sin salirte del tema que hayas elegido: has conseguido diez páginas. A continuación desarrolla el argumento en cada una de ellas hasta extenderla a otras diez, y ya tienes 100. Si trabajas cada grupo de 10, puedes alcanzar 50 o más. Has conseguido un trabajo de unas 150 páginas, que para empezar no está mal. Estoy seguro de que, si continúas releyendo el texto, puedes doblar con facilidad ese número, o al menos acercarte a las 200; para ello introduces en la trama del escrito disgregaciones, nuevas historias…; dilatas situaciones y comentarios…; pero, para empezar, te aconsejo que suprimas conceptos, limes giros, depures los lugares comunes, elimines rodeos, suavices definiciones prolijas...; si decides esta opción, puedes conseguir reducirlo a menos de 150 páginas. Si releyéndolo te suena absurdo, chabacano, deshilachado, amorfo, increíble… puedes quedarte con lo sustancial, descartar lo superfluo y dejarlo en unas… 100; y, si aún no te satisface, pues vuelve a las 10 líneas originales, las reciclas, las hilvanas, las pules, y construyes una décima. Ni siquiera hace falta que sea espinela…   En ocasiones, un poema es más pragmático que escribir un libro, te lo digo yo…”

     Como guarda silencio, reflexiono sobre el intermitente mensaje que he creído escuchar, y me pregunto sobre la naturaleza de sus andanzas en su vida anterior...
     Cruza veloz en la senda Lagartija Colacortada, coincidiendo con el instante en el que, mentalmente, agradeciéndole su consejo, le digo:
     -Tomo nota, Amigo Fiel. Iré haciendo pruebas… (*)

     No le menciono lo de la melodía que ha distorsionado sus palabras durante mi paseo, mientras yo disimulaba  ajustando el sonotone…
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(*) ver Pruebas
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martes, 15 de octubre de 2019

átame los zapatos

 Carril-bici sin salida... 
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quienes construyen
esos carriles bici
no los frecuentan

distintos los harían
si los usaran…
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DESPEDIDA

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.

Gabriel Celaya
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CASA SIN VENTANAS


En la casa sin ventanas,
rellenamos los colchones
con vertidos, chatarra y gases diamantinos.

Nuestra comodidad reposa
sobre mullidas montañas de cadáveres.
Alberto García-Teresa
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INVOCANDO A DEMÉTER

Qué lejos de tus pastos nutricios,
me llevaron mis pasos obcecados,
en busca del nuevo paraíso.

Fuiste mi primer manantial
mi primera luz elemental.
Nardos y líquenes languidecieron
en mis manos ya sin luz materna.

Soy materia de tu materia,
semilla concebida por tu alma,
si te niego languidezco,
necesito mis raíces impregnadas en tu tierra,
anidar en tus caricias,
sentir sobre mi piel el calor de tu mirada.

Sin alimento y sin consuelo
vagué por sendas y caminos,
lamiendo mis llagas, forjando mi escudo.

Alicia Naya Díez
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2

MI AMIGO FIEL

Átame los zapatos, Eu, anda, y te cuento lo de mi amigo fiel…
     “En el Valle, cuando salgo a caminar por el monte, mi compañía fiel, esa que nunca falla, es “Lagartija Colaquebrada”, que suele cruzar repentina, a la carrera, con prisas de conejo mirando la hora, y se pierde en una grieta entre las piedras, o baja a los suburbios del camino sombreados de hierbas en los bordes. Yo me contengo grave, y detengo mi paso por contemplar la maravilla de su carrera loca. A veces se detiene bruscamente, se queda estática y otea el sendero como esperando a ver si el peligro que supuso el intruso pasó de sus dominios. En esos casos demoro mi parada y observo sus temores, los colores de su traje de campo, verde oliva; el corte de su apéndice perdido; su actitud expectante…, y le pregunto; y charlamos, hasta que, sin motivo aparente, quizá por un misterio de reloj, en un brusco pispás desaparece.
     Hay otro Fiel Amigo que no falla. Se trata de un anciano vejestorio, o tal vez jovenzuelo encanecido, añejo, desgarbado, lacónico en palabras y silencios, que no para de hablar por los caminos cuando rompe la espita junto a mí. Nos toleramos. A mí no me molesta su discurso y yo le dejo hablar, aunque su sombra solo es una ilusión, pues nunca lo han tocado mis dedos, ni lo han visto mis ojos: parece que me acecha, y su presencia noto solo cuando mis pies están fuera del camping. Con estos personales voy al monte…"
Pero átame los zapatos, y te lo cuento…
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martes, 8 de octubre de 2019

EL CAMPING


el mundo a vista de pájaro

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en tu cabeza
coronada de rosas
nace el perfume

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LA CASA POR EL TEJADO


Anciana como la seda
humilde como una albarda,
amarillea su tiempo
como el polen en la piel.

Sin salir entre las tejas
galopa camino arriba,
en busca de una memoria
que gotea tras de sí.

Humus que nutre la savia
como sus partos dolientes
cuatro pagados en prenda
seis que pellizcan su pan.

Y todo junto a la cama
en su mesita de noche
el agua con que lavarse
el timbre para la muerte.

Esther Lucio
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HAMBRE DE LIMÓN

Tengo el estómago lleno de cardos,
y el sabor de la ceniza de las tardes de domingo.
Una deja de ser niña
y crece un hervor por dentro,
un amor que es hambre de limón.
Pero ahora están todos muertos en el frío:
los gatos ciegos bajo las estrellas.
Yo misma les puse leche y espinas antes de morir.
Comían pescado sacudiendo la cabeza,
pequeños y dinámicos por la ignorancia.
Ahora están muertos en el frío:
los ahogó el peso de las tripas,
y los brazos de mi madre eran blancos en la noche.
«Porque los gatos se reproducen como ratas».
Esas fueron las palabras que se llevó la corriente.
Ahí empezó el mundo porque esa noche la niña
trepó al árbol y nunca más bajó.

Cristina Sánchez-Andrade
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1

EL CAMPING

Su figura de cristo agitanado, en la hora temprana que se ajusta a la norma, abre la puerta, solo una hoja que permite el paso ajustado de un coche, se sienta en la oficina, detrás de los cristales del control de entrada, y en el ordenador abre la fecha. Dentro del camping hay mucho por hacer. Desde hace mucho. Y empieza las tareas rutinarias en cada parcela de actividad: limpieza, servicios, bungalows, viales… Vistazo a la piscina, relleno de agua, riego del césped; reparaciones; quejas… Hay tanto por hacer, y son tan pocos… Hay una calle con un pino en medio; piedras sueltas por las escorrentías de la última tormenta; las hojas de los chopos alfombran los espacios; parcelas ocupadas por rocas como vacas; defectos de fábrica que acusan el uso y el tiempo; una torreta quemada… Lo que se pueda, y dejar que las cosas fluyan.
     Visto sin pararse en menudencias, el camping cobra una apariencia libertaria, salvaje, de dejadez vintage; de ciudad sin ley, con sus matones y forajidos; con sus miedosos, porque más vale lo malo conocido…; con sus víctimas y sus pícaros; sus voluntariosos, y sus pasotas. Un microcosmos con un conjunto de características que le da su encanto especial, la supervivencia en la desidia del “no se puede hacer más”.
     Y todos ruegan porque no cambie. ¡Qué país…!
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martes, 1 de octubre de 2019

CONSECUENCIAS DEL MIEDO

el Friero
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amores sueñas
trascendentales hitos
contra su pecho

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ALICATES


Te dejas los harapos de tu piel en los alambres.
A la deriva
va tu cuerpo anestesiado
de una bala por la espalda.
Cada paso tuyo es un refugio de alquitrán,
un nudo que empuja en cada nervio,
alejando esta vez
tu patria y tu camisa.
La fiebre ciega las pisadas,
alienta
tu sueño en el edén.

La herida en la alambrada es un perfume,
un señuelo, Alí
en la noche de las hienas.

Esther Lucio
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CON QUIÉN HARÉ EL AMOR

En este vaso de ginebra bebo
los tapiados minutos de la noche,
la aridez de la música, y el ácido
deseo de la carne. Sólo existe,
donde el hielo se ausenta, cristalino
licor y miedo de la soledad.
Esta noche no habrá la mercenaria
compañía, ni gestos de aparente
calor en un tibio deseo. Lejos
está mi casa hoy, llegaré a ella
en la desierta luz de madrugada,
desnudaré mi cuerpo, y en las sombras
he de yacer con el estéril tiempo.
Vuelve la hora feliz. Y es que no hay nada
sino la luz que cae en la ciudad
antes de irse la tarde,
el silencio en la casa y, sin pasado
ni tampoco futuro, yo.
Mi carne, que ha vivido en el tiempo
y lo sabe en cenizas, no ha ardido aún
hasta la consunción de la propia ceniza,
y estoy en paz con todo lo que olvido
y agradezco olvidar.
En paz también con todo lo que amé
y que quiero olvidado.
Volvió la hora feliz.
Que arribe al menos
al puerto iluminado de la noche.

 Francisco Brines.
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TODO OS LO DEJARÉ CUANDO ME MUERA...

Todo os lo dejaré cuando me muera;
las rosas que yo solo comprendía,
mi aire, mi cielo y luz, mi noche y día
mi asombro de existir, mi vida entera.

Y pues completa dárosla quisiera,
tomad también la gota de armonía
que a ese mundo he añadido mi poesía
con su revelación en mi manera.

...Pero sé que aunque os deje voz y trino
me llevaré al silencio eterno, muerto,
este modo de ver que me arrebata,

este mundo inefable que adivino,
esta revelación que nunca acierto
a expresar, que me aprieta y que me mata.

José María Valverde
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CONSECUENCIAS DEL MIEDO

En esto, parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural (que es lo que más se debe creer), a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así, lo que hizo, por bien de paz, fue soltar la mano derecha, que tenía asida al arzón trasero, con la cual, bonitamente y sin rumor alguno, se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían, sin ayuda de otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego abajo, y se le quedaron como grillos; tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo, y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto (que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia), le sobrevino otra mayor, que fue que le pareció que no podía mudarse sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero, con todas estas diligencias, fue tan desdichado, que al cabo al cabo vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo. Oyólo don Quijote, y dijo:
-¿Qué rumor es ése, Sancho?
-No sé, señor -respondió él-. Alguna cosa nueva debe de ser; que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.
Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle tan bien, que, sin más ruido ni alboroto que el pasado, se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado. Mas como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo excusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dos dedos, y, con tono algo gangoso, dijo:
-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Sí tengo -respondió Sancho-; mas ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?
-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar -respondió don Quijote.
-Bien podrá ser -dijo Sancho-; mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos.
-Retírate tres o cuatro allá, amigo -dijo don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices)-, y desde aquí adelante ten más cuenta con tu persona, y con lo que debes a la mía; que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio.
-Apostaré -replicó Sancho- que piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona... alguna cosa que no deba.
-Peor es meneallo, amigo Sancho -respondió don Quijote.

Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha
Capítulo XX (fragmento)
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