martes, 30 de enero de 2018

ME RETRACTO DE TODO LO DICHO


Foto Paki.
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ni en el campo de batalla
discrimina la guadaña…

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ME RETRACTO DE TODO LO DICHO

Antes de despedirme
tengo derecho a un último deseo:
generoso lector
quema este libro
no representa lo que quise decir
a pesar de que fue escrito con sangre
no representa lo que quise decir.

Mi situación no puede ser más triste
fui derrotado por mi propia sombra:
las palabras se vengaron de mí.

Perdóname lector
amistoso lector
que no me pueda despedir de ti
con un abrazo fiel:
me despido de ti
con una triste sonrisa forzada.

Puede que yo no sea más que eso
pero oye mi última palabra:
me retracto de todo lo dicho.
Con la mayor amargura del mundo
me retracto de todo lo que he dicho.


de Nicanor Parra
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III

Tormenta revoltosa
de luz y ruido llena.
Refrescante chubasco,
mansa lluvia.

El agua reverdece
la sombra del estío.

Bajo la luz opaca
del infinito espacio,
me oculto a la mirada
del vivo resplandor…


de “apuntes”, 2001
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Decálogo para cuentistas

1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.
2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real.
3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.
4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como cuento.
5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.
6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.
7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
8. El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.
9. En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
10. El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.
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Trabajos de taller (sonrisas)

Frases con: a Dios y adiós; a hora y ahora; a parte y aparte; a penas y apenas; a sí mismo y asimismo; bien venida y bienvenida; de más y demás; medio día y mediodía.

“Como es mediodía, y yo solo trabajo medio día, le doy la bienvenida a la mañana en la que a hora tan temprana me columpio, ahora que puedo, pues no está de más correr por la cocina y el salón, de parte a parte, evitando tropezar con la aspiradora que, a Dios pongo por testigo, no sería la primera vez. Y si no es así, que me condene a penas oportunas: apenas hace días dudo de si para los demás soy bien venida. Asimismo, pienso que cada cual se evalúe a sí mismo. Y sin más dilación os digo adiós.”

De Inés
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“A sí mismo, se dice en el silencio, / asimismo callado como el día, / que bien venida sea / la bienvenida que le da la calma, / esa que menosprecian los demás; / tal vez de más cuando ha pasado medio día, / y aún no es mediodía. / Y pide a Dios por que le sea leve / si tiene que lanzar / algún adiós a hora intempestiva, / ahora que aún puede / hablar a parte de la nueva cima, / en un aparte lejos de los ruidos.
A fin de cuentas, / a penas y alegrías, / apenas le dedica su atención.”

De Pedro
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martes, 23 de enero de 2018

abrasarse


abrasarse

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Con paso firme hoy la injusticia
los opresores se disponen a dominar
otros diez mil años más.

La violencia garantiza: todo seguirá igual.

No se oye otra voz que la de los dominadores,
y en el mercado grita la especulación:
¡ahora es cuando empiezo!

Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
¿Jamás se logrará lo que queremos?

Bertol Brecha, “Poemas y canciones” 1932.


II

Cobija el monte bajo
una fauna feraz y reposada.
Cubre la jara el soto con su manto,
lo endulza con sus mieles.

Ceniza sube en holocausto al cielo.
Crepitan llamaradas.
Huyen los animales acosados
por la voraz venganza de la muerte.


de “apuntes”, 2001
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DE POESÍA... O EL ESTUDIO DE MI SOMBRA.

La poesía consiste en construir lugares que de otra forma serían inexpresables... si nombro ‘pluma’ a mi pluma, la estoy enunciando en su calidad de objeto físico, y ese nombrar no es poesía, es mera comunicación con quien me escucha... si la pongo en relación con otras cosas nombradas [como papel, tinta, mano...], estoy aumentando la dosis de comunicación con el que está enfrente y me estoy haciendo entender hasta llegar a expresar usos y funciones [la pluma con tinta escribe en el papel y va de mi mano... la pluma sin tinta, aunque vaya de mi mano, no escribe en el papel], y ese relacionar lo nombrado no es poesía... puedo incluso hasta jugar con las palabras que representan esos objetos para, sin llevarlas a efectos físicos, buscarles las distintas posibilidades reales [con la pluma y la mano me puedo rascar la cabeza... con la tinta puedo manchar mi mano y cambiar su color... con mi mano puedo arrugar el papel y lanzarlo...], y ese trabajo mental sobre la posibilidad tampoco es poesía.
¿En qué consiste entonces la poesía que pueda hacerse con la pluma, la mano, el papel y la tinta?... pues sencillamente en llevar esos términos con representación real a planos en los que comiencen a descontextualizarse para configurar un universo distinto de pura construcción mental, un universo que precisa de belleza, autenticidad, ingenio y crecimiento libre en la cabeza de quien lo recibe [o sus contrarios si son buscados por el poeta]. Pero no debemos equivocarnos y pensar que la poesía debe ser un camino hacia la fantasía y que debe estar ajena a nuestra experiencia cotidiana [eso sería un error de bulto], sino que la poesía es pura atrevimiento en la construcción de una nueva realidad [algunos filósofos la llaman ‘realidad última’], cambiando los valores de lo nombrado y cambiando sus relaciones... y siempre buscando una comprensión última, siempre moviéndonos en un camino de conocimiento... así, conseguiremos ir creando un mundo distinto dentro del mundo... para que lo imaginemos mejor, es como si el mundo real fuese nuestro cuerpo físico y la poesía comenzase justo en la sombra que proyecta, que según le incida la luz, puede ser penumbra y sombra nítida a la vez o puede multiplicarse según el número y la posición de los focos... y aunque tú midas un metro con setenta centímetros, tu sombra puede medir diez metros o unos escasos 30 centímetros... y puede aparecer y desaparecer, girar a tu alrededor, quedarse a tu espalda o buscarte siempre el frente... puede adaptarse al terreno, ser suelo y pared, rocas informes e incluso estar sobro otro hombre o poseer poco a poco a una mujer... mirar tu sombra, seguirla, jugar con ella... puede perfectamente hacerte entender lo que es la poesía... así, la poesía siempre está más allá de la realidad que le da luz, componiendo y descomponiendo un nuevo universo que, cómo no, también es real [la realidad última]... y junto a ello está el lenguaje [y también el idioma, que es el encargado de la plasticidad] como única herramienta de ‘posibilidad’... con él nos hacemos humanos en su más hermosa dimensión, con él ordenamos el mundo, lo creamos y lo recreamos; desde él nos salimos de la dimensión física y llegamos a la dimensión poética, nadamos en su polisemia y nos ahogamos a veces en ella, con él nos equivocamos y acertamos, con él construimos y deconstruimos, con él encontramos claridad y también todo se hace turbio y confuso... así las cosas, debemos tener claro que la poesía no aclara conceptos, sino que abre caminos y alumbra nuevas dimensiones sobre las que trabajar para lograr una experiencia estética individual que puede ser llevada al otro [en el que probablemente será radicalmente distinta a la obtenida por quien poetizó]... la poesía no debe nunca demostrar, sino que debe quedarse en el ‘mostrar’ mediante la herramienta de la posibilidad [el lenguaje] los caminos de la imposibilidad.
Hacer un poema es una de las labores más altas y serias que puede plantearse el ser humano... e intentar un poema (?) sin saber qué es la poesía, lo que contiene, a lo que lleva, en qué consiste... es una de las formas más preclaras de no estar hecho como hombre.

de Luis Felipe Comendador
“De poesía”

martes, 16 de enero de 2018

mar de nubes


Foto de Paki: mar de nubes
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ANTE UNA PARED DE ADOBE

Tierra de eterno regadío, ahora
que es el tiempo de arar, ¿eres tú campo,
te abres al grano como entonces, sientes
aquel tempero? En vano
cobijarás con humildad al hombre.
Vuelve a la fe de la faena, a tu amo
de siempre, al suelo de Osma.
¿Y aquel riego tan claro
muy de mañana, el más beneficioso?
Creía yo que aún era verano
por mis andanzas, y heme
buscando techo. Si tú, que vas a dármelo
para hoy y muy pronto para siempre,
adobe con el cielo encima, a salvo
del aire que madura y del que agosta,
¿a qué sol te secaste, con qué manos
como estas mías tan feraz te hicieron,
con cuántos sueños nuestros te empajaron?
¡Mejor la sal, mejor cualquier pedrisca
que verte así: hecho andamio
de mi esperanza! Pero venid todos.
La tarde va a caer. ¡Estaos al raso
conmigo! ¡Aún no tocadle! Ya algún día,
surco en pie, palmo a palmo,
abriremos en ti una gran ventana
para ver las cosechas, como cuando
sólo eras tierra de labor y ahora
rompías hacia el sol bajo el arado.

de Claudio Rodríguez
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I

Del cuarto de costura
hilvanes
la zapatilla arrastra.

Van y vienen viajeros por el suelo.
Se prenden de la felpa.

Se pelea la escoba
en desigual combate, y pierde.

Todo lo invaden,
corrientes cabalgando,
las hilachas.

de “apuntes”, 2001
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INSTRUCCIONES PARA DESLIZARSE POR UN CUENTO
Homenaje al cronopio mayor, Julio Cortázar

Cualquier congénere, y más aún quien suele caminar por las veredas o aceras, y hasta calzadas, mientras escribe un mensaje en el celular haciendo caso omiso de transeúntes, semejantes, columnas y carteles, con las consecuencias imaginables, habrá notado que existen letras que combinadas forman palabras que combinadas forman oraciones que combinadas forman párrafos que combinados forman un texto que cuando no cumple una función utilitaria sino estética recibe el nombre de “literatura” Pues bien, si quisiera usted escribir eso, debería adueñarse de las palabras, masticarlas o beberlas para sentirles la consistencia y el gusto, conocer su significado, su función en la oración, y dado que algunas son duras, otras amargas, otras dulces, otras enigmáticas, y no todas combinan entre sí, debería usted buscar asesoramiento en la gramática y sus ayudantes, morfología y sintaxis, para sacarse usted todas las dudas y hasta todas las certezas equivocadas que ha adquirido.
Cuando ya sepa usted escribir “mi mamá me mima, yo amo a mi mamá” podrá comenzar un juego que se llama “leer”, propio de cronopios, y que consiste en abrir un libro y mediante el reconocimiento de cada palabra ir hilando sentidos e ir deslizándose por el texto hacia ese otro mundo creado por el escritor para tomar el lugar de los personajes y vivir las circunstancias que los envuelven. Así podría usted dar La vuelta al día en ochenta mundos, querer mucho a Glenda, o acudir a Los premios sin moverse de su casa. Sepa usted que sin leer mucho y bien cualquier cosa que escriba puede resultar insulsa, renga, raquítica o inconexa.
Ahora puede usted tomar una hoja de papel en blanco, pues en las hojas de los árboles es difícil escribir, y un lápiz o un bolígrafo. Así podrá escribir usted en negro (azul, rojo o verde) sobre blanco, pero también podría usted disponer solo de una hoja de papel de color negro y un lápiz de color blanco, con lo cual escribiría usted en blanco sobre negro. Tampoco debe usted despreciar el ordenador o computadora con su procesador de textos y su posibilidad de guardar el archivo electrónico o escribir diferentes versiones, y también de perderlo todo cuando la máquina se empaca como una mula, pues cambia, todo cambia. No solo debe elegir el color del papel y el instrumento de escribir sin también los personajes, el argumento, el nudo y el desenlace. Procure usted que haya tensión, suspenso y conflicto en la historia, que pueda visualizarse, y que si no hay un giro imprevisto que al menos el final atrape o deje pensando. No sea solemne ni didáctico, y no se preocupe por lo que no pueda entenderse del todo. Déjele un lugar y algún trabajo al lector para que complete lo que falta.
Se sale del cuento cuando se ha realizado alumbrado, barrido y limpieza y ya no admite más borrados ni correcciones, y cuando habiendo sido leído por lectores avezados la historia les resulta verosímil o creíble. Caso contrario, tiene usted a su disposición la tecla “delete” o el consabido y nunca bien ponderado cesto de papeles.

de Carles Tàvec
(del taller de escritura creativa de Clara Obligado)

martes, 9 de enero de 2018

"Tres Reyes Raros"


ACUATEXTO, de Francisco Ballester Monfort. Va unido al cuento "Tres Reyes Raros"

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Este blog, conforme a la idea de carencias en recursos que acosa al Uni Verso, es un lugar de reciclaje que rinde culto al ínclito Escarpa (fatiga de materiales), y su único propósito es evitar el despilfarro de residuos contaminantes, aunque a veces contribuya a ello.
En esta edición, una cara amiga me ha enviado un cuento recuperado de las profundidades de Internet. Dice que aún toma sedantes para calmar su ansiedad, por el destrozo que ese cuento le causaba a la noble lengua de Cervantes.
Dado mi escaso criterio, pero siguiendo su petición (y la del autor), lo reproduzco aquí después de haber pasado por el taller de reparaciones en el que la susodicha amiga (de nombre candelay.), lo introdujo para su… eso.
Personalmente, “Tres Reyes Raros” es un cuento hermoso, digno, acorde con estos tiempos del calendario. Juzgue el lector, si gusta. Y compare…
- Otro: puede facilitarse en pdf a petición.
- Otrosí: hay un libro, “ortografía de la lengua española”, editado por la RAE, (está en la red) muy útil para tenerlo a mano en el escritorio…

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AUTORRETRATO ACTUAL


Soy la mujer que se va haciendo grande
entre arrugas y ojeras
entre rimel de tapar y carmín.

Tengo las piernas con bastantes pelos
y ningunas ganas de depilarme.
Quizás cuando llegue el nuevo verano...

Visto de blanco o negro,
no entiendo de colores intermedios
ni de acuerdos, aunque parezcan rosas.

Mis alumnos me hacen llorar a veces
pero nadie me ve porque me escondo
entre un libro de cuentos y una jaula.

Podría considerarme dichosa
si me hubieran enseñado a vivir
sola. Las semanas no se reparten.

Mis amigos viven bastante lejos
y cuando los veo dicen que miento
si estoy triste. Hay tantos cuartos secretos...

Cada vez voy leyendo más deprisa
y cuando pase algún tiempo y sea vieja
me libraré, por fin, de mis deseos.


De Marisol Huerta
(Puedo empezar así, 2009)
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QUIERO


Quiero juntar palabras; que cubran el camino
como las amapolas salpican los bancales;
que bajo la hojarasca se tiñan de deseo;
que cambien la tristeza por trinos madrigales.

Quiero que mis palabras bajo las hojas muertas
canten en el paseo; como los cereales
mecidos por la brisa sensual de la rivera,
al cálido reflejo de tardes estivales.

Quiero que tus palabras, mecidas en la sombra
del sendero cubierto por mis trazos vocales,
despierten la semilla del grito y del silencio,
cuando las hojas pises con pasos fraternales.

Quiero que las palabras, mezcladas con la tierra,
compartan el susurro de los cañaverales;
que jueguen con el agua; que dancen con el mirlo;
que sientan las pasiones de versos inmortales.


De “variaciones sobre el ocaso” 2005
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"LOS TRES REYES RAROS
de Francisco Ballester Monfort
(Este cuento va unido al acuatexto)

Hoy es 6 de enero, y son las primeras horas de la tarde del día de reyes. El comienzo de la década de los 60 de este siglo está siendo frío y lluvioso. El país, muy pobre, aun arrastra el peso de la posguerra, y el viejo edificio convento-orfanato apenas se ve entre la niebla, salvo por la luz de la ventana del despacho de la dirección.
-¡Pase!, dice la Madre superiora con voz destemplada. Está claro que está molesta o enfadada por algún motivo, aunque su autoridad la obliga a controlarse... La figura que aparece por el dintel de la puerta se tiene que agachar para entrar. Parece de otro mundo; es un varón de casi dos metros de estatura, extremadamente huesudo y delgado, con una larga barba de un sucio pelirrojo natural, y el rostro arrugado y lleno de pecas. Va disfrazado de lo que querría ser el Rey Gaspar, envuelto en una cortina vieja de lo que fue brocado granate un día. Una peluca naranja, hecha con tiras de trapo del piso, se ajusta a su largo cráneo mediante el ceñidor de la cortina, y cae de un modo cómico sobre sus enclenques hombros.
Con una voz atiplada, casi de mujer, aquel extraño ser dice en un castellano con fuerte acento germánico:
-¿Me ha hecho llaamarr Maadrre...?
-Sí, sí; pase y siéntese, Dieter...
Sor Aldrina, inclinándose levemente a su derecha, le dice en voz baja a Don Blas, comisario de policía:
-Dieter es austriaco; tiene la enfermedad de Marfán: trabajaba de contorsionista en el circo hasta que, cuando pasó por la ciudad, cayó enfermo del corazón. Lo recogimos en el hospicio en su convalecencia: no tenía donde ir... ni familia ni… nadie... Luego se quedó con nosotros. Es un poco extraño, pero es muy bueno con la contabilidad, y muy hábil con las reparaciones en el mantenimiento de nuestra casa. ¡No sé lo que haríamos sin él…!
El comisario, que, sin dejar de mirar al frente, se ha inclinado hacia la monja para oír su cuchicheo, asiente con un gruñido. Lleva un traje arrugado de rayas oscuras con solapas enormes, camisa blanca con las formas del cuello zurcidas, la corbata floja. Completa su estampa un bigote fino, el pelo engominado, una punta de "Celtas" apagada en la boca, y un terrible olor a tabaco y a humanidad descuidada.
-Y… ¿esa...?, -dice Don Blas con voz aguardentosa, señalando con la barbilla a la figura de la izquierda, que permanece muy quieta y callada en un enorme sillón castellano, de madera oscura y torneada, situado frente a la aparatosa mesa del despacho.
Es una mujer de tez oscura y arrugada que, maquillada con betún, parece de raza negra. Es minúscula, no enana, pero sí muy bajita y delgada; e, incluso sentada, le cuelgan los pies a un palmo del suelo. Está disfrazada de Rey Baltasar con unas toallas verdes a modo de turbante, y unas plumas de colores de origen incierto. En realidad, parece una de esas pequeñas vírgenes negras del románico.
Mientras espera una respuesta, el comisario la escruta detenidamente frunciendo el ceño bajo el ala ancha del sombrero pardo, que se ha dejado puesto desconsideradamente; luego mira a la superiora.
-Esa es Zulema, de origen marroquí -dice Sor Aldrina-. Cocina en el orfanato. Es sordomuda, pero muy lista y dispuesta; y, a pesar de su defecto, cocina como los propios ángeles; sobre todo si tenemos en cuenta el estrecho presupuesto del que dispone... Lleva toda la vida con nosotros. Su madre, quinta esposa de un soldado de la guardia mora de Franco, la abandonó aquí al acabar la guerra, cuando se dio cuenta de que no era normal.
Un vozarrón de bajo de ópera anuncia una presencia.
-¿¡Se puede, Madre!?
Se trata de un hombretón moreno, hirsuto, ancho, grueso, terriblemente musculoso, que parece vestir de Rey Melchor. Lleva una enorme corona, recortada en cartón dorado; una barba blanca hecha con un trozo de piel de cordero, y una piel de zorro de un abrigo viejo. Completa el cuadro un albornoz de un grisáceo indefinido, probablemente debido a la suciedad.
-Pase Vd., Ambrosio; ¡bueno!, ¡ya estamos todos! Ambrosio fue boxeador –apunta al comisario-; vivió del pugilismo profesional hasta que una lesión ocular le privó de su medio de vida, y recaló por necesidad con nosotras. Aquí hace de celador, corta leña... y los trabajos que requieren de su enorme fuerza, de la que los demás carecemos. ¡Bueno, comisario!, ya tiene aquí a los tres.
-¿Supongo que los tres saben por qué estoy aquí? –les dice el policía. En silencio, los tres reyes miran al suelo. -Creo también que no se os escapa que he venido a deteneros, a llevaros a comisaría, y luego al talego, -continúa. Los tres reyes se mueven inquietos en sus asientos. –Y ¿sabéis por qué, verdad? ¿No tengo que deciros que robar, aunque se trate de juguetes, es un delito grave, merecedor de castigo, de prisión? Pero ¿cómo se os ocurre esa barbaridad?, ¿Es que sois gilipollas?, ¿estáis tontos?, ¡no!, no me contestéis, no es una pregunta: ¡es una afirmación! ¡Sois gilipollas, y además idiotas! Pero, ¡joder!, ¿a quién de vosotros se le ocurrió este delirio?, sin experiencia, sin planear, sin pensar… ¡Hala!, a romper la puerta de los almacenes de juguetería la noche de fin de año, que está todo el mundo en la calle. ¡Hala!, a cargar la furgona del convento de juguetes, y... ¡Hala!, a irse de copas luego, ¡como para pasar desapercibidos!, con esa discreta pinta que os delata. ¡Ah!, y solo por sesenta putos juguetes baratos, armáis un escándalo de cojones, ¡venga, a reír, y a gritar, y al cachondeo…, y atrás dejáis revueltas mil quinientas cajas de juguetes en el almacén... ¡Ea!, !vamos, hablar! ¡Confesar!, ¡decir algo, o me lío a hostias con los tres!
Ambrosio, el ex boxeador, haciendo de tripas corazón, habla por los tres, con voz resignada y conciliadora:
-Mire, comisario…: no… recordamos a quién se le ocurrió…; estábamos en la cocina, después de cenar, y pillamos un pedo del siete con un par de botellas de anís del mono, que nos dieron en una rifa... y a alguien…, no sé a quién, se le ocurrió que este año, que ha sido tan duro, por una vez en su vida, esos desdichados del orfanato se merecían un juguete; y a los tres nos pareció una buena idea… inspirada por el Altísimo... -La superiora lo interrumpe:
-Entonces, ¿esos juguetes no habían sido de un donante anónimo, como me dijo usted, Dieter?
-¡Claarrro Maadrrre! ¡Qué le iba yo a decirrr...! ¿Que robar fue una idea de Dios?
-¡Qué majadería!, -retoma la Superiora-; y ahora, si os encierran, ¿cómo me apaño con todos estos niños?, -gruña consternada.
Ambrosio, con gestos de calma, habla de nuevo:
-La verdad, comisario, es que no estamos arrepentidos. Asumimos las consecuencias de nuestros actos, pero... déjenos repartir los juguetes que, a estas horas, ya no se pueden devolver. Y los niños no tienen la culpa de nada. Luego, luego... nos iremos con Vd., y confesaremos; voluntariamente...

Los cinco bajan al Refectorio. Allí, los tres estrambóticos reyes han dispuesto una tarima con tres sillas, en las que se sientan, rodeados de regalos. Los niños, en fila, comienzan a pasar de uno en uno recogiendo su paquete, con una alegría serena. Extrañamente, permanecen en silencio, sin griterío, como si fueran a comulgar. En sus caras hay una rara expresión... No es solo de alegría; es como... mística; solemne; incrédula... Para ellos, aquello es la prueba de que Dios existe, y de que, a veces, y solo a veces, se ocupa de ellos.

El Comisario, desde la sombra de un rincón, se da la vuelta; borra de un manotazo una lágrima rebelde, y, sigilosamente, comienza a subir la escalera hacia la calle. Por primera vez en su vida dejará escapar a unos delincuentes... para eso están las excepciones... para confirmar las reglas, masculla pensativo; y se pierde, caminando en la niebla de la fría y húmeda noche.

FIN

Acuatexto: obra de pintoescritura inseparable que se compone de una acuarela propia y un texto inspirado en ella.
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www.pacoballestermonfort.blogspot.com"

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martes, 2 de enero de 2018

Las naves, siguen, pasan.



piedra inasible y huérfana

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Modela el barro
el poderoso ser;
no, el albedrío.
Me ahoga tu tristeza.
Las naves, siguen, pasan.

de Luisa Fernández Marcote

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Desde el Olivo
escapan aceitunas
verdes en esperanzas,
negras de noche o luna.

Que son tus ojos niña
clara inocencia
como dos lucecitas
de Cielo Tierra.

Cerquita del estuario
cuando anochezca...
contaremos un sueño
con cada estrella.

Será como ese cuento
hilado en un poema
de páginas escritas,
cintas de seda
en colores de mar,
Tu y Yo Sirenas.


De Lola Deán Guelbenzu
(Palabras prestadas)
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30. PRIMAVERA


Me agrada la gente. Ver gente me llena.
Se ríe la fuente con la primavera;
el zorzal anida; el mirlo flirtea
y, por la espesura, los jilgueros juegan
entre los helechos con sus mil peleas.
Se llena de risas la jaula dispersa,
Caudales de plata riegan la pradera,
chiquillos exploran las blancas veredas
entre margaritas, y un suspiro rueda
por lindes doradas, sensibles y tiernas
buscando tus brazos de pétalos sepia…
Me alegra la gente. Ver gente me llena.


De “variaciones sobre el ocaso” 2005
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¿POETAS O FILÓSOFOS?... Y MARÍA ZAMBRANO.

Metáfora y concepto, pensamiento y poema, realidad y placer, razonamiento y sueños… la Poesía y la Filosofía dialogan constantemente, a pesar de la tendencia [presuntamente] imitativa de la primera y de la empecinada y seca búsqueda de la verdad de la segunda [Platón ya admiraba a los poetas de verdadera inspiración porque eran capaces de decir “cosas de tanto precio y valor” sin tener que esperar a la prueba de validez que aporta la razón, otorgándoles una suerte de lucidez irracional cercana a “la locura de los dioses”… y a más fue Hölderlin cuando enunció en ‘Hiperión’ que “el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”].
En el decurso del tiempo, las verdades poéticas [a veces mejores que las del filósofo] llegan sin pensar, es decir, por ‘inspiración’, circunstancia que se produce por un estado alterado del espíritu y no por un proceso racional y metódico… y desde aquí se llega [se debe llegar siempre que, hablando de un poeta, hablemos de un buen poeta, y no de otra cosa… que hay demasiada ‘otra cosa’ que se autodenomina poeta e intenta poemas que, también, son otra cosa] a la mixtura de la satisfacción estética con la satisfacción intelectual, resultando que la Poesía es fruto de la capacidad de pensar, pero sobre todo de la específica capacidad de ‘imaginar’ [Kant y Hegel nos llevaron a estos conocimientos en su día]. Así las cosas, llegamos a concluir que la Poesía no tiene limitaciones, ya que puede excederse cómo y cuanto quiera en la experiencia sensible, creando nuevas realidades, excediendo, por tanto, lo concreto y atado… mientras que la Filosofía es limitada, precisamente porque no puede excederse de la realidad concreta.
Es delicioso leer a María Zambrano cuando explica que la Filosofía es búsqueda guiada por un método y que la Poesía es encuentro… y caer en la cuenta de que con una metáfora somos ‘capaces’ de llegar allá donde el concepto no podrá hacerlo nunca.

De Luis Felipe Comendador