martes, 24 de julio de 2018

la zarza en flor


la zarza en flor,
mañana moras
---

El agua no está tranquila,
no está serena.

El agua tiene una pena.

---
CARMEN (1916)

ALZHEIMER

En la casa de los vecinos
se escuchan gritos desalmados
y gemidos como agujas.
La vieja tiene alzheimer
y la hija le grita:
guarra y cagona.
La vieja chilla
espantada.
Se ha cagado las bragas.

Mi abuela también
se cagaba,
y tiraba la mierda
por la ventana del séptimo,
o nos la dejaba,
como los Reyes Magos,
en el fregadero.
Mi madre le reñía a gritos
y luego lloraba.
Después, la limpiaba
y le ponía polvos de talco.
Mi abuela gemía,
media hora,
como si se le hubiese rallado
la queja.
Y luego volvía a
cagarse.
Mi madre hipando
como un pajarito,
mi padre rugiendo
como una bestia,
y yo,
huyendo horrorizada para no presenciar
el espectáculo,
o para no tener que limpiar
la mierda.

de Eva Vaz
(la ternura de los lobos)
---

XXVIII

Rea de una acusación
y en la sala presentada,
se le declara culpada
sin ninguna remisión.
Le pesa la decisión.
Siente que se le desploma
el cielo, cuando se asoma
a la mirada homicida
de la sala. Destruida
fue la paz, y la paloma.

de apuntes, 2001
---

ABRIGO AZUL

Hace un frío de muerte, un frío triste
incluso para enero y para estar tan solo.
Y yo soy poco menos que una persona hundida
en las solapas de mi americana,
un ser raro del frío que gasta americana, un sospechoso,
alguien que bien podría enseñar una placa o un cuchillo.

Y ahora me acuerdo de mi abrigo azul
de pelo de camello,
el mejor que he tenido. Tú me lo regalaste.
Recuerdo que llegaste con él a la oficina y allí mismo
me lo probé. Mis compañeros
se reían y a mí me daba igual.
Era un señor abrigo, lo escogiste
a ojo de buen cubero: me caía perfecto.
Se podía plantar cara al invierno con un abrigo así.

Pero ahora no lo llevo y mira que hace frío en estas calles
de todos los demonios. El abrigo
estará a mil kilómetros, cálido para nadie, piel gastada.
Tú y yo estamos también a mil kilómetros
o a cien mil años luz, igual que dos cometas, y si nos encontráramos
sólo cabría un choque: un cataclismo.

Mi querida enemiga: finalmente
ocurrió lo que entonces, cuando venías con tu bolsa y en la bolsa el abrigo
y yo me lo probaba en la oficina
como se viste un príncipe en el día de su coronación,
ha ocurrido lo que era en aquel tiempo la peor de nuestras pesadillas: no estar juntos.
Y me pregunto cuándo, en qué momento, a lo largo de eones que han pasado, desde
que el mundo era
una gran primavera reluciente,
empezaron las cosas a ir tan mal,
tan rematadamente mal,
y a hacer tanto, tanto frío.

Y supongo que tú
también tendrás noches a la intemperie
—como esta misma— en las que haces recuento de errores y fracasos, y no sé
qué clase de calor será el que eches de menos.
Seguro que yo hice algo por ti,
pero no lo recuerdo, algo inocente o práctico, o generoso o noble,
que compensa todos esos errores
y a ti te reconforta en las peores noches
y a mí me salva.

Mi abrigo azul de pelo de camello.
En mi vida he tenido
un abrigo tan puñeteramente bueno como aquel.


de José Luis Piquero
---

martes, 17 de julio de 2018

Muecas



Muecas

---
VII

Mueca

Soy un pedazo de alguien.
Soy una vena, un depósito entre terrones
ya que el mundo entero me cayó encima.
¿Quién, bajo una montaña, sabe dónde está?
A veces me pongo muy nervioso,
porque pienso que ya todo
se ha acabado para mí.
Al ser lanzado por el vitral de la misericordia,
aaí en un mar de árboles, las olas astilladas.
La tierra salió corriendo.
Un trozo de tela, de ropa de alguien,
baila, se asoma, y se hunde de nuevo.
La bulla se dobla y se guarda.
La ola, que al crecer, no sabe más que tragar,
obliga todo lo horizontal a ascender.
Así el mundo se llena la boca de si mismo,
y sin poder cantar, busca el punto
en que se va de cabezas no a un abismo
sino a una nada insípida en que rodar,
donde se muele el espacio entre las cosas
y no quedará ni el vestigio de una membrana
para resonar.

de Mario Ángel Quintero
(inéditos)
---

XXVII

Rebosa su corazón
de contento. Gritar quiere
con su canción, que se muere
lleno de satisfacción.
Lleno lleva su zurrón.
Las precauciones olvida.
Y la euforia desmedida,
perdida la suspicacia,
le proporciona desgracia
en cuanto que se descuida.

de apuntes, 2001
---

CUANDO LLEGUE, CUANDO LLEGUÉ

Cuando llegue al otro lado de la valla
tendré un trabajo fijo
mi propio coche
y un móvil pantalla táctil
último modelo.

Será fácil
dicen que allí hay pisos vacíos
que a veces, por exceso, no se recoge la cosecha
que en la calle hay electrodomésticos en buen estado
que la gente abandona porque se ha cansado de ellos.

Si
cuando llegue al otro lado de la valla
ser pobre, musulmán o ser negro
no será un problema.

Allí los derechos humanos

cuando llegue al otro lado
todo será fácil
nada será un problema

cuando llegué (con acento) al otro lado de la valla.
cuando llegué

perdonad,
pero ese,
ese,
será otro poema.

de Josef Antoni
---

LOS DÍAS DE UN VENCIDO

Decía Sören Kierkegaard que “Los hombres son absurdos. Jamás emplean las libertades que tienen, sino que exigen las que no tienen. Tienen libertad de pensamiento, pero exigen libertad de expresión.”. Es para analizar, ¿eh? Como esa postura sobre el tiempo parado y el hombre quieto postulada sobre sí mismo, que plantea que cualquier artefacto mental o físico que lanzas al mundo vuelve directamente a ti.
Kierkegaard es, desde mi punto de vista, uno de los filósofos más interesantes y creativos a los que he accedido… El placer que muere justo en el momento de nacer, la imperfección de alcanzar metas por ‘lo contrario’, el valor de la melancolía, el hombre como resuelta equivocación natural, la pena como comodidad de la vida, la alegría de la quietud [quien está quieto no corre riesgos], la felicidad como puerta de la nada, la verdadera lucha de dar vida a tus espectros, la ridiculez de la prisa, la inocencia como absurdo, la esperanza de no dejar de ser niño, la intensidad en todo y sin medias tintas, la imperfección como prueba de perfección, la miseria de la existencia que contempla su gloria, el absurdo de correr tras los placeres y no gozarlos, el fraude de la verdad, esa cosita de que la muerte no promete nada pero lo cumple todo, la desaparición del mundo por un ‘júbilo general’, el recuerdo como proposición de vida completa y completada, el deseo de la pasión por la posibilidad, la religión como placebo en el que Dios sufre y los discípulos dormitan, su exhortación a la desesperación para entender el sentido de la vida, el valor de movimiento que contiene el detenerse, el otorgarle valor de categoría esencial a lo individual, la esencial necesidad de eternidad en lo temporal, la individualidad como salvación, el silencio como arte de eternidad…
Un tipo interesante con mil propuestas en las que arder sin prisa, con una impronta que seguir y con mil contradicciones que intentar resolver en un punto crítico. A mí me da mucha vidilla leerlo, tanta como leer a Pavese, a Pizarnik o a Angelito González.
Y el trabajo mental que me proporcionan sus lecturas me va centrando como hombre y me apoya en mi casi clara idea de individuo lanzado como una flecha hacia la nada.

de Luis Felipe Comendador Sánchez
---

martes, 10 de julio de 2018

la suerte o el azar


la suerte o el azar
---

PEQUEÑAS SEDICIONES

hay tanta gente sola

seria perdida mustia
emborbonada
que sueña que sucumbe

gente que se detiene
en los semáforos
y hojea –es un decir-
revistas de países
a los que nunca irá

ánimas solitarias cuerpos solos
con tedio se masturban y a menudo
piensan en el pasado

lejos de ser felices se conforman
con la mención de la felicidad

están al día de todas las noticias
de todas las canciones
los libros las películas

son buenos anfitriones y organizan
cenas con compañeros de trabajo
en pisos de alquiler

recogen entre todos
la mesa
tristemente

después vuelven a casa
y así viven

todos creen merecer algo mejor


de Javier Vela
---

XXVI

Deslumbrante luna clara,
¿qué se oculta, toda llena,
en esta noche serena
a la espalda de tu cara?
Esa razón que te ampara
yo la quiero desvelar.
Tienes que solucionar
el dinero y los pesares;
la paz de los avatares,
y el favor para el hogar.

de apuntes, 2001
---

SIESTA DE VERANO

Cuando te miro siento la emoción del balbuceo; del acontecer de la vida; del amanecer; de un algo… que me causa desazón. Imanta tu figura mi razón, y muda queda dentro de mi ser esa palabrería del querer. Imbécil. Testarudo corazón. Con tu viva mirada…, con tu arte, cosas que con tus labios no me cuentas revelas entre sombras de misterio. Y yo, que soy un alma triste y serio, zozobro en tus encantos y tormentas, siempre con el temor de molestarte.
(Solo sueño en rozarte sin prisas; sin falaz remordimiento. Tu piel sobre mi piel, los dos ardiendo.)

soneto con estrambote
---

martes, 3 de julio de 2018

La vida es una ruta...


Surgencia en Caín, ruta del Cares.

---
ATADO

Atado como un náufrago
al trabajo cabrón que me adocena,
sin saber de Hugo o Javi,
y arbitrando el comienzo
de otro septiembre lánguido y palurdo...
El trabajo me mata poco a poco,
como un tabaco raro
o un cáncer matemático y muy lento...
me mata por facetas, por órganos, por ganas,
por leves deserciones, por falta de carácter...
y ya no entiendo nada...
por qué soy, por qué sigo,
por qué me desheredo de todo lo que fui,
por qué aflojan las ancas de mis mil ideales,
por qué no huyo de aquí...
Septiembre siempre fue un mes paraíso
en este territorio degradado,
un mes de cambios netos
rizados de contrastes y de ganas,
un mes frontera y puente hacia el invierno
(donde sé ser más yo)...
pero ahora es todo abulia y tiempo muerto,
cadena en la cadena de lo impreso,
un algo igual que ayer que me lastima
en este pozo aciago del pagar...
pagar a todas horas
por algo que no he hecho o no he mordido...
Y es que me duele andar,
me matan los riñones y la espalda,
me rugen las entrañas intestinas,
me cruje el cuello y estas rancias rodillas
marcan inexorables su claqué...
y quiero irme y no puedo,
quiero volar y siento que mis alas
no responden al trazo de mi sien.
Me siento mal (en Béjar y en mi silla),
me sé atrapado y seco,
robado sin futuro por las cosas,
traicionado,
plomizo como un cielo de chubascos,
cascado y algo oscuro...
y tengo que salir de esta merienda
de tipo catastrófico hacia un féretro...
buscar estros con versos,
ocasiones de amar y ser amado,
rasgos nuevos que pongan luz/vereda
en papeles tirados,
sonrisas francas (como antes),
recuperar amigos, ser de nuevo
el centro inexcusable de mis cosas,
el que apaga la luz si le apetece
o la enciende de golpe a media noche,
el que no sabe nunca en qué torcida
esquina ha de marcharse
a volar lo pendiente y retorcerlo.
¡Atado como un náufrago a una roca!...
¿me entiendes?

de luis felipe comendador, 2012
---

XXV

Ahí están jugando
como si nada,
borradas ya las riñas,
las dos cansadas.

Olvidó ya los gritos
de la mañana,
cuando los dos chiquillos
la impacientaban.

Voces, nervios y azotes,
mano velada,
congojas pueriles,
y lágrimas…

Le ha dicho a la niña:
la hora se pasa.
Y la niña decide.
La niña manda.

Ella está en la cocina.
Cena prepara,
mientras los dos chiquillos
van a la almohada:

se han quitado la ropa,
visten pijama,
(irán desde la cena
hasta a la cama).

La mamá ha conseguido,
con mucha calma,
que terminen los niños.
con su pitanza.

Y vestidos de noche
los niños danzan,
y entre juegos y cuentos
caen en la cama,

hasta que, sometidos,
sueño los llama.

Ella va, los arropa,
besa y apaga
musitando en su frente:
hasta mañana…


de apuntes, 2001
---

SOBRE LAS HORAS (TRACTATUS AL MODO ANTIGUO)
(Áurea urcélica retórica 4)

Dos horas hay para el amor así como dos horas para la muerte. En realidad sólo existen doce horas para las doce cosas esenciales, pero como cada una necesita su tiempo de ida y su tiempo de vuelta se multiplican por dos. Por lo tanto también existen dos horas para el odio y para el sueño, para la holganza y para el estudio. Dos horas para el hambre y dos para el discurso, dos para la ignorancia y otras tantas para el vicio, dos para la reflexión y dos para la locura. Y no quedan más, por más que queramos mentirnos y decir que ésta para la amargura, que ésta otra para la felicidad, que aquella para la templanza, que esa otra para la envidia. Así hasta el infinito, puro engaño de las sensaciones.

Sin embargo –a excepción del sueño- nadie puede ni ha podido, pese a muchos estudios y averiguaciones, determinar de qué hora a qué hora van el resto de ellas. Si de dos a cuatro se ama más, si de siete a nueve habremos de morirnos. En eso los pueblos tienen sus costumbres y los individuos sus rarezas. Y el sabio aquel que determinó ante su señor que el tiempo de la comida debiera ser para el rico cuando le viniese en gana y para el pobre cuando hubiese de qué, en el fondo sólo utilizó del ingenio para administración de su cabeza, no fuese a salir rodando ante una mala respuesta o un antojo de su amo.

Entre los naturales del desierto es propio el amar después de las comidas, al medio día, que es tiempo de renovación de los humores y la sangre nueva anda de puro bullicio visitando arterias y tomando posesión de las articulaciones. Qué mejor manera para probarse y dar medida de su beneficio. No obstante jamás se hará este ejercicio tras la cena, que en todo debe ser frugal aunque bien regada en vinos y frutas, que facilitan más que la alegría de los músculos, el buen riego del pensamiento. Optan entonces estos habitantes por la charla con amigos y parientes, pues el ingenio se halla en su mejor momento y es bueno para el humor y la risa, de la que nadie sea ajeno. O eso dicen.

Con todo no es materia de exactitudes dar este horario por bueno en todas las latitudes, ya que las costumbres, bien guiadas por temperaturas y cartografías, van determinado en el transcurrir de los siglos sus verdaderos acomodos. Y hasta se han conocido pueblos que trocan en todo la práctica anterior, y que delimitan para la amatoria horas tan dispares como el amanecer o la misma madrugada.

El sueño es el único que ha sabido encerrarse y tomar de sí y para sí dos horas en cualquier paraje donde nos encontremos, sea norte o sea sur, sea mar o sea montaña. El sueño habita dos horas de la madrugada, de tres a cinco. El cuerpo le debe ese servicio y el pensamiento esa dádiva, y aquel que no cumple, aunque sea por obligación de su cargo y beneficio de su república, su mandato, sabe que acorta su existencia en tanto tiempo como el que tarda en volver a su homenaje. Y es propio de estas gentes la vida corta y el ingenio desbocado, pues en tales horas sueño y vida se confunden y alguna vez habremos oído, de los poetas sobre todo, que rehúyen del sueño por el prodigio que en sus escritos entonces sucede.

Y ahora, a dormir, que van a dar las dos y media.

De Jesús Urceloy, 2009
---