martes, 27 de mayo de 2014

DESDE LA PENUMBRA


ME SEDUCE SEDUCIR

Me seduce ver a una mujer fumar,
ver a una mujer leer,
ver a una mujer caminar delante de mí,
ver a una mujer desnudándose frente a un espejo…
me seducen demasiados asuntos de corte femenino
mezclados con cierta cosa estética…
pero lo que realmente me seduce es seducir,
pero no a otra mirada
[esa mirada real que se nos pone enfrente],
ni en ese plano físico de la carne,
sino en el lugar de la lectura,
en el sitio de las ideas,
en esa máquina desconocida capaz de capturar deseos
sin que medien las alquimias de la bioquímica…
seducir desde una retórica del simulacro,
desde el juego de esconder y decir a la vez,
desde la provocación a cada uno de los sentidos,
desde una polisemia
solo digna de quienes deseen entrar en mi juego de seducción,
sugerir con intención de que se me odie o se me quiera
[o ambas cosas],
provocar el prodigio significativo de una palabra retorciéndolo,
insinuar un enigma en cada frase
y perderme en sus fauces con quien desee acompañarme…
y para seducir, a veces me hago críptico y difícil,
otra veces me quedo en lo blandito y sinuoso,
en lo húmedo y mojado;
algunas ocasiones me trastorno en preclaro
o simplemente me desligo de la imaginación
para ser la descripción cromática del ojo…
unos días soy denso y otros nebuloso,
unas tardes me florezco inseguro o me desfloro radical y contundente…
me desnudo en imágenes o me visto despacio como una trapecista en su caravana,
juego a designificar y consumirme,
a descontextualizar y a caotizarlo todo,
a exacerbar o desnecesitaros,
y pornosensualizo o me erodisminuyo…
y creo signos,
signos constantes e inconstantes, contradictorios,
signos secretos e incoherentes,
signos banales,
signos obscenos,
signos vacíos y rellenados,
signos paradigmáticos y falsos,
signos de percepción y de no existencia…
y siempre buscando provocar risa,
ahogo,
sudor,
llanto,
miel abajo,
tristeza,
lástima,
pasión,
encanto
y desencanto.

Me sé débil y, sin embargo, me descalzo
en esta sensación particular de grandeza que no va a parte alguna…
y quizás por ello,
cada vez con más frecuencia,
intento oscurecerme en mi correlato…

lo mismo es mi exotismo desatado,
mi arqueado solipsismo de pedante
al que no le interesa el “tú” que vive al otro lado,
sino el “nosotros” sin que estés.

En fin… que no os necesito…
pero os necesito tanto… o también:
quiero seducirte… pero te rechazo.


© Luis Felipe Comendador
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DESDE LA PENUMBRA

26

Acecho tu silencio. Traman contestaciones
tus palabras veladas en la jurisdicción
de la penumbra, mientras
el brillo talla luz en mis pupilas,
vigilia de tu calma.

No dan con la respuesta. Flotan en el vacío
de la interrogación ausente todavía;
te giras, y me ignoras como si me cedieras
el aire que respiro, e invento la mentira
que vas a silenciar en esta larga noche:

mañana con el sol; tal vez mañana.

©pbaediciones

martes, 20 de mayo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




COMO CORISCO O LA ISLA DEL TIEMPO
[mi homenaje pequeño a Emilia]


Como Corisco o la isla del tiempo...
y también frugal como un sin nombre.
Hay un puente fatal que separa el ardor
de lo que ya haya sido, el pálpito del palor,
el siendo del simple no ser... pero el problema
es lo que dejas y lo que te dejas...
el problema o la suerte, claro.
Roscas calientes y olor a café,
sandalias pensadas en invierno,
la culpa, el ricino del tiempo encapotándose,
la pasta de betún [¡su olor!], el caroteno,
las furcias de verdad esperando luciérnagas
en el local de carretera,
el plinton y las alas de ángel con gomitas...
Corisco en el aparato de radio
y también en la cabeza,
pero de otra forma...
la monja enana subiendo al árbol,
La Castuera [siempre la nombraban en casa],
limones verdes ácidos,
claveles,
el ron de medianoche,
Coltraine, Malou, lo yermo, vinagre y berberechos,
Garbage, lilas, hierba... también rocas calientes
y helados semifríos...
desinfectante, azúcar,
membrillos, clavo, enconos...
la luz de media tarde
retira a las muchachas de las calles
y hace un frío industrial que aparca el tiempo...
desvanece el paisaje la noche que se encima
y hay remanso de mantas y de cenas golosas
a las diez, siempre a las diez y siempre
a la luz tenue de un techo que acoge y deshereda...
la luz de media tarde retira a las muchachas
hacia los barrios roncos de los trabajadores,
las archiva en camastros cubiertas de edredones
y gatos de peluche...
Aún silba el capitán en la cubierta
y vuelan a su lado las últimas gaviotas
como pañuelos blancos... el mar busca sus rizos
y me hago una sonrisa de latas viejas y óxido...
no sabe el capitán que flota tierra adentro.
La clave está en la línea de los montes del fondo,
te lo dije, en línea quebrada de los montes...
allí vive la huida y habita el otro lado,
te lo dije, ¿no recuerdas?... desde ese justo allí
la vida es otra, la mujer es otra, la soledad es otra...
¿pero es que no lo ves?... allí, justo en el fondo,
donde se piensa el mar y el otro lado suyo,
donde todo es más grande y más intenso... allí,
¡coño!... ¿pero es que no lo ves?...
de aquel allá quisiera las copas de los árboles
y el nudo de los ríos salvajes,
el viento en los oteros que enseñan los océanos,
los pastos en las tardes larguísimas, el acento...
y turbarme mirando el horizonte
de acá predeseándolo... ¿es que no puedes verlo?,
si basta imaginar para asombrarte...
me dijo el capitán y bebió un trago
de cerveza barata marca blanca.
Pongamos proa allá, viejo... me dijo.
Yo sonreí.
Callamos.


© Luis Felipe Comendador

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DESDE LA PENUMBRA

25


Rendición, abandono. Con los ojos cerrados
después de la batalla,
(la sábana palpita
como bebé mecido en el regazo,
enteramente mío),
el tiempo se detiene.

¿Dónde el ayer? Mañana todavía…

Solo el ahora, y yo, que te respiro.


©pbaediciones

martes, 13 de mayo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




COCHE DE LÍNEA


Al fondo está la casa,
entre almendros, en ruinas
sobre los campos yermos.
Di, tarde de febrero,
¿volveré a ver un día
este lugar callado,
bandadas de estorninos,
el evónimo verde y las violetas,
o moriré sin recordar la luz
que vuelve esta tristeza casi alegre?
Sólo quiero quedarme en este sitio
y ser para mi siglo
nada más que el pasado,
un era, alguien oscuro
que deja que ese coche de línea
pase
lentamente de largo.


© Andrés Trapiello
(de ”Junto al agua”

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DESDE LA PENUMBRA

24


Avanza despejada por su cauce.
Termina la mañana su promesa.
La tarde se atarea, y el momento
conformidad proclama.
De repente,
sin avisar, sin demostrar premura
ni en el aire sentirse desosiego,
mil trozos esparcieron
partículas informes y deshechas
contra el suelo impoluto.

Son cosas que suceden. Lo lamento.

(Yo me quedé en la gloria.)

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EL JAZMÍN

Tiene predilección por el jazmín.
Saborea el café del primer vaso
viviendo despertares de la calle:
la luz del sol creciendo al otro lado;
cansados viandantes; repentinos
coches apresurándose al trabajo;
mochilas de los niños a la escuela;
madres y chachas; líricos ancianos…
Todo se reproduce en su ventana
como una telaraña en un cedazo:
hojas de la aspidistra la reciben,
la fronda del frutal le cede el paso,
la hiedra le saluda desde el suelo,
gritan las rosas puestas en lo alto,
y le susurra el diario de las ondas
con el primer fortuna entre las manos.
Pero a ella le apasionan los jazmines
con su trama sutil de sueños blancos.


©pbaediciones
Mayo/2014


martes, 6 de mayo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.

Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del
mar.


© Alfonsina Storni

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DESDE LA PENUMBRA

23


Peregrinar el tiempo sentado en una loma
a la espera de un fin imprevisible y cierto.

Rellenar el espacio con equívocos hechos
diseñados por nadie, robados a la niebla.

Mirar el escenario representando nunca
la escena ebullescente del siempre de la vida…

* * *

…y desde la mirilla,
limitada la breve panorámica
de la existencia,
tomar eso que ofrece, y disfrutarlo.

Somos así.
La meta es el camino.


©pbaediciones