martes, 20 de mayo de 2014

DESDE LA PENUMBRA




COMO CORISCO O LA ISLA DEL TIEMPO
[mi homenaje pequeño a Emilia]


Como Corisco o la isla del tiempo...
y también frugal como un sin nombre.
Hay un puente fatal que separa el ardor
de lo que ya haya sido, el pálpito del palor,
el siendo del simple no ser... pero el problema
es lo que dejas y lo que te dejas...
el problema o la suerte, claro.
Roscas calientes y olor a café,
sandalias pensadas en invierno,
la culpa, el ricino del tiempo encapotándose,
la pasta de betún [¡su olor!], el caroteno,
las furcias de verdad esperando luciérnagas
en el local de carretera,
el plinton y las alas de ángel con gomitas...
Corisco en el aparato de radio
y también en la cabeza,
pero de otra forma...
la monja enana subiendo al árbol,
La Castuera [siempre la nombraban en casa],
limones verdes ácidos,
claveles,
el ron de medianoche,
Coltraine, Malou, lo yermo, vinagre y berberechos,
Garbage, lilas, hierba... también rocas calientes
y helados semifríos...
desinfectante, azúcar,
membrillos, clavo, enconos...
la luz de media tarde
retira a las muchachas de las calles
y hace un frío industrial que aparca el tiempo...
desvanece el paisaje la noche que se encima
y hay remanso de mantas y de cenas golosas
a las diez, siempre a las diez y siempre
a la luz tenue de un techo que acoge y deshereda...
la luz de media tarde retira a las muchachas
hacia los barrios roncos de los trabajadores,
las archiva en camastros cubiertas de edredones
y gatos de peluche...
Aún silba el capitán en la cubierta
y vuelan a su lado las últimas gaviotas
como pañuelos blancos... el mar busca sus rizos
y me hago una sonrisa de latas viejas y óxido...
no sabe el capitán que flota tierra adentro.
La clave está en la línea de los montes del fondo,
te lo dije, en línea quebrada de los montes...
allí vive la huida y habita el otro lado,
te lo dije, ¿no recuerdas?... desde ese justo allí
la vida es otra, la mujer es otra, la soledad es otra...
¿pero es que no lo ves?... allí, justo en el fondo,
donde se piensa el mar y el otro lado suyo,
donde todo es más grande y más intenso... allí,
¡coño!... ¿pero es que no lo ves?...
de aquel allá quisiera las copas de los árboles
y el nudo de los ríos salvajes,
el viento en los oteros que enseñan los océanos,
los pastos en las tardes larguísimas, el acento...
y turbarme mirando el horizonte
de acá predeseándolo... ¿es que no puedes verlo?,
si basta imaginar para asombrarte...
me dijo el capitán y bebió un trago
de cerveza barata marca blanca.
Pongamos proa allá, viejo... me dijo.
Yo sonreí.
Callamos.


© Luis Felipe Comendador

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DESDE LA PENUMBRA

25


Rendición, abandono. Con los ojos cerrados
después de la batalla,
(la sábana palpita
como bebé mecido en el regazo,
enteramente mío),
el tiempo se detiene.

¿Dónde el ayer? Mañana todavía…

Solo el ahora, y yo, que te respiro.


©pbaediciones

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