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mujer desnuda
onírico romance
de madrugada
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SOMBRAS
Y
no entiendes el desespero
de
viajar en el tiempo del olvido,
donde
las dudas permanecen cementadas
en
la opacidad que baila sobre el sueño.
Las
manchas que se demoran en la piel
están
blanquecinas. El sol ausente.
No
tardo en el camino,
me
llama la ciudad,
espejismo
de sombras agridulces.
Toco
el reloj para sentir las horas:
es
todavía sueño
el
crepúsculo que ocupa la mañana.
Y
te escucho decir: No entiendo.
Manuela
Sola de Castro
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TODO
OS LO DEJARÉ CUANDO ME MUERA...
Todo
os lo dejaré cuando me muera;
las rosas que yo solo comprendía,
mi aire, mi cielo y luz, mi noche y día
mi asombro de existir, mi vida entera.
las rosas que yo solo comprendía,
mi aire, mi cielo y luz, mi noche y día
mi asombro de existir, mi vida entera.
Y
pues completa dárosla quisiera,
tomad también la gota de armonía
que a ese mundo he añadido, mi poesía
con su revelación en mi manera.
tomad también la gota de armonía
que a ese mundo he añadido, mi poesía
con su revelación en mi manera.
...Pero
sé que aunque os deje voz y trino
me llevaré al silencio eterno, muerto,
este modo de ver que me arrebata,
me llevaré al silencio eterno, muerto,
este modo de ver que me arrebata,
este
mundo inefable que adivino,
esta revelación que nunca acierto
a expresar, que me aprieta y que me mata.
esta revelación que nunca acierto
a expresar, que me aprieta y que me mata.
José
María Valverde
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NO
TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La
sociedad de hoy somos nosotros:
los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…
WALT WHITMAN (1819-1892)
los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…
WALT WHITMAN (1819-1892)
(Fue
uno de los padres de la poesía moderna. Estos versos son un llamamiento al
Carpe Diem. Poema apócrifo atribuido al escritor norteamericano.)
Versión
de: Leandro Wolfson
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4
El
camino angosto
Desciendo por la senda del
aliviadero. Dejo atrás la depuradora, su peste, sus ruidos; rodeo el tronco de
un pino derribado por el viento en la última tormenta; evito el atajo del
pantano; asciendo los desvíos; salvo las peñas de la cuesta antigua; bordeo la
pradera del arroyo, una más de las que frecuentan los herbívoros en busca de
pastos y descanso en pequeños hatos. Observo los confines de la hierba por si
se presenta la ocasión de contemplar algún ciervo, o corzo, y se deja
fotografiar. Una mezcla de aromas invade el monte. Hay paz, silencio; quietud y
soledad…
Advierto su presencia
cercana: es mi Amigo Fiel. Sabe mis pensamientos, como ayer con lo de la
Galatea, del mismo modo que yo percibo los suyos: está disparatando contra el
pueblo, contra la gente; contra los ciudadanos de los montes. “…nada hay más
rancio que los habitantes de estas aldeas y poblados, que tantos motivos tienen
para movilizarse contra el abandono, contra el vacío de su tierra,” dice.
“Lloran su soledad, aunque cuando pudieron rebelarse denostaron al diferente y
apoyaron la intransigencia.” Escucha mi objeción, y me replica: “es cierto que
hace mucho, mucho tiempo, pero de aquellos polvos, estos lodos...” nota mi
recriminación por esa frase; la ignora y sigue: “…por su ambición y envidia;
por cobardía para evitar incomodar al amo; por el temor al cambio: por el
inmovilismo. Por omisión a la justicia; por su condena al disidente; por
tolerar al opresor, al que adulaban… Los reacios hacia los nuevos señores
tenían que ocultarse para evitar las delaciones. Aquellos confidentes, aún
medrosos, hoy rezan para que el tiempo cierre las heridas, para que nadie alce
el velo de su infamia… Lo toleraron antes; hoy lo sufren, y callan. Forzaron a
emigrar a los rebeldes para salvar sus vidas, incapaces de dominar ese temor;
de admitir su responsabilidad por la desidia que hoy los aprisiona. Vive y deja
vivir, decían; no pasa nada si a mí no me pasa nada, mascullaban… No hablar de
aquello; es mejor olvidarlo, piensan…”
Mi Amigo Fiel enmudece.
Arbustos se cimbrean. ¡Alerta! Me detengo. Un mínimo segundo, y los vislumbro
entre pinos y jaras, perdiéndose en la fronda. Son…, una cierva o un corzo con
su cría; los machos pacen solos. Inmóvil, preparo la foto. Oigo trotes, se alejan. Huyen entre las zarzas. Se han ido.
Cancelo el móvil. Reanudo el paso. Mi Amigo no regresa, y, en el silencio
quebrado por mis botas, me digo: ¿qué demonios hablaba el condenado? Intento
retomar su atrevimiento y, cuando casi consigo asir el hilo del asunto, por la
derecha del camino regresan los galopes. Son cérvidos cruzando hacia la
izquierda. Fue táctica, no huida: se habían apostado tras las rocas. Ahora se
retiran por un claro del monte, removiendo el follaje, las ramas secas…; son
tres: los veo con detalle. Su marcha se me antoja airosa y elegante, y en esos
tres o cuatro segundos me regalan su admirable danza, su flexibilidad en el
escorzo, sus saltos exquisitos para distanciarse y hacer mutis por un camino
angosto que a su paso se cierra...
Sin duda desperdicio la ocasión de hacer un selfie, pero no lo
lamento: me siento bien pagado.
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