Carril-bici sin salida...
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quienes construyen
esos carriles bici
no los frecuentan
distintos los harían
si los usaran…
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DESPEDIDA
Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
Gabriel Celaya
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CASA SIN VENTANAS
En la casa sin ventanas,
rellenamos los colchones
con vertidos, chatarra y gases diamantinos.
Nuestra comodidad reposa
sobre mullidas montañas de cadáveres.
Alberto García-Teresa
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INVOCANDO A DEMÉTER
Qué lejos de tus pastos nutricios,
me llevaron mis pasos obcecados,
en busca del nuevo paraíso.
Fuiste mi primer manantial
mi primera luz elemental.
Nardos y líquenes languidecieron
en mis manos ya sin luz materna.
Soy materia de tu materia,
semilla concebida por tu alma,
si te niego languidezco,
necesito mis raíces impregnadas en tu tierra,
anidar en tus caricias,
sentir sobre mi piel el calor de tu mirada.
Sin alimento y sin consuelo
vagué por sendas y caminos,
lamiendo mis llagas, forjando mi escudo.
Alicia Naya Díez
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2
MI AMIGO FIEL
Átame los zapatos, Eu, anda, y te cuento lo de mi amigo fiel…
“En el
Valle, cuando salgo a caminar por el monte, mi compañía fiel, esa que nunca
falla, es “Lagartija Colaquebrada”, que suele cruzar repentina, a la carrera,
con prisas de conejo mirando la hora, y se pierde en una grieta entre las
piedras, o baja a los suburbios del camino sombreados de hierbas en los bordes.
Yo me contengo grave, y detengo mi paso por contemplar la maravilla de su
carrera loca. A veces se detiene bruscamente, se queda estática y otea el
sendero como esperando a ver si el peligro que supuso el intruso pasó de sus
dominios. En esos casos demoro mi parada y observo sus temores, los colores de
su traje de campo, verde oliva; el corte de su apéndice perdido; su actitud
expectante…, y le pregunto; y charlamos, hasta que, sin motivo aparente, quizá
por un misterio de reloj, en un brusco pispás desaparece.
Hay
otro Fiel Amigo que no falla. Se trata de un anciano vejestorio, o tal vez
jovenzuelo encanecido, añejo, desgarbado, lacónico en palabras y silencios, que
no para de hablar por los caminos cuando rompe la espita junto a mí. Nos
toleramos. A mí no me molesta su discurso y yo le dejo hablar, aunque su sombra
solo es una ilusión, pues nunca lo han tocado mis dedos, ni lo han visto mis
ojos: parece que me acecha, y su presencia noto solo cuando mis pies están
fuera del camping. Con estos personales voy al monte…"
Pero átame los zapatos, y te lo
cuento…
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