martes, 22 de diciembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELËN



Tierra prometida (foto de la red)

en la diáspora
los refugiados migran
bajo sospecha


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tierra prometida

…dame la mano no mires atrás
un paso y otro y el calor del cuerpo
hará que olvides la preocupación
por la carga preciosa de tus brazos
ahora que ya dejamos el estrecho
ya sé que no nos quieren esta tarde
cumpliremos un siglo de camino
hemos perdido tanto y para qué
si ni siquiera el pan que nos ofrecen
puede calmar el hambre inconsolable
de aquellas ambiciones tan sencillas
y ya las energías van menguando
al tiempo que se aleja el horizonte
y el agua va calando nuestros huesos
a veces cuando duermo junto a ti
y a la danza del sueño me abandono
te veo rellenando la tinaja
o estantes reponiendo en la despensa
hasta que muerde el hielo con calambres
y el cuerpo pide que renuncie al alma
pero hemos de seguir dura muy poco
el leve asueto que nos concedemos
andar andar andar andar andar
sin conocer la meta ni el destino
final al que nos tienen condenados
los jerifaltes que gobiernan todo
quebrando las promesas e ilusiones
con que partimos a nuestra aventura
huyendo de una cárcel miserable
donde las bombas parecían rejas
y el humo del incendio las techumbres
para caer quizás en un ergástulo…


©pbernal/2015

Palabras prestadas #87

#87 Las Palabras son prestadas por Jesús Urceloy.
(pan, ergástulo, tinaja, tarde y danza.)

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ESTAMPAS DEL BELËN

XVI

MANUEL


Cuenta una vieja leyenda
la candidez y agonía
de Manuel, ese chiquillo
que de niño no quería
celebrar las navidades
con el belén que ponían
sus padres, año tras año,
en el lugar que solían:
las ovejas, los pastores;
las figurillas que un día
tanto contento le dieron,
ahora lo entristecían;
pero a nadie dijo nada;
su mamá desconocía
la tristeza de Manolo
cuando llegaba ese día:
todos juntos celebrando
a ese Niño que nacía,
en el humilde portal,
de san José y de María,
junto a la burra y al buey,
que en su pesebre dormían.
Pasa el mes y cumple años;
Manolito se decía,
y recordaba en sus juegos
al Niñito de María:
- luego será un ayudante
más en la carpintería;
discute en el Sanedrín;
rompe en casa la alegría,
y a predicar la palabra
por la que le prenderían
una mañana de marzo
por el mundo se perdía.
Y le fueron a buscar
juzgándole al otro día;
y pensándolo Manolo
más y más se entristecía,
que en esa negra semana
que llaman santa, moría
colgado de los maderos:
¡qué tremenda villanía!
¡Si yo pudiera impedirlo!,
sollozando repetía.
Cuando sus padres pusieron
el belén donde solían,
vieron que todo encajaba:
San José; la solería
del portal, y la montaña;
y el río, de platería
su cauce de agua y estaño;
y un caballo; y la herrería;
y otro burro y otra vaca;
borregos de pedrería
algodonosa y gastada,
y figuras que tenían
del año anterior guardadas…
Pero Niño no. No había.
Manolo se disgustaba;
una bolsa recogía
y a la calle se marchaba,
pues sus padres discutían:
— ¡Que tú guardaste la caja!
— ¡Que no fui yo!— Se perdía
por el parque Manolito
embriagado de alegría,
y se asomaba a la bolsa.
Y el Niño le sonreía.

©pbernal


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