martes, 20 de mayo de 2025

Volar mirando a la luna


 

Volar mirando a la luna

 

…mi hermana dice que cuando sea grande tendré que trabajar la viña porque lo dice ella que tiene quince años tres más que yo y tendré que escuchar a alguien que me mande y tendré que hacerle caso dice mi hermana que soy cabezón que yo querré hacer otras cosas. -¡Pirrón!, -me llama por mi nombre de una manera que asusta dice que me gusta volar y es que cuando cojo la bicicleta recorro la aldea volando mirando al suelo para no caerme y el trasportín está lleno de jabones que he comprado en la aldea de al lado cruzando el puente de piedra mi hermana dice que de eso no podré comer siempre que tengo que trabajar la viña y que para mí no hay escuela que valga la verdad es que el maestro no se entera de lo que hablo y mis manos se vuelven locas y él me las sujeta y yo le miro la boca y le vuelvo a mirar y nada solo veo su labio con bigote negro repite algo y me cuesta porque el maestro pone los ojos fijos en mi cara todo el rato pero mi hermana dice que es como picar en una piedra de esas que mi bicicleta brinca por las calles de la aldea de al lado me paro de vez en cuando allí en los puestos de la plaza y voy eligiendo los jabones que vende el artesano. - ¡Pirrón!, -me llama cuando suena la puerta de casa llego con el trasportín y la cesta vacía de jabones después de haber tocado a la manilla de cada puerta dice que me habré bajado y subido a la bicicleta trescientas veces para dos reales dice que me engaña el artesano que de eso no podré vivir que tendré que trabajar la viña ya veremos le digo eso sí me pide los reales que he ganado vendiendo los jabones y me mira y yo me fijo en su boca se mueve con genio y sus ojos hablan otra vez de la escuela pero su mano está boca arriba me estoy cansando porque cuando sea un poco más grande dice el maestro que aprenderé el lenguaje de las manos mis padres han muerto y dos reales a dos reales harán una bolsa yo mientras vendo jabones del artesano y no me engaña y me fijo porque las pastillas cada vez sueltan otro olor y las vende por algo será cada vez leo mejor los labios de mi hermana ella no tiene bigote y los reales que traigo me los guarda cuando sea grande pondré un puesto de jabones en nuestra aldea y sin prisas me haré con otra bicicleta con la que volar mirando la luna…

 

Ángeles Martín Ramírez

 

martes, 18 de febrero de 2025

 


Piñas en flor



Ama y haz lo que quieras


Noche de frío, la luna brillaba rara, viento, escarcha; la ciudad no se había despertado aun; una indefinible agitación preludiaba la ruidosa actividad del día.

      7 horas. Tren rumbo a Granada, madera, vapor, traca-traca, bamboleo, traqueteo.

      Los pasajeros, relajados, observábamos el paso de los edificios, luego campo, más allá granjas, una recta.

      No era extranjero. Cara alargada, barba incipiente, ni alto ni bajo; qué guaperas, que, sentada enfrente, eclosionada ante esa visión nada fantasmagórica, invoqué a Cupido. Afrodita se adelantó. Taquicardia. ¡Uf! ¡Qué calor!

      ¡Qué verborrea! Hombre y mujer platican del AMOR, no el de la esclavitud, sino el de Prevest:

      “He ido a todos los mercados

      y te he encontrado, mi amor.

      Pero huí al mercado de las esclavas

      y no estabas tú, mi amor.”

El asombro, los sentimientos… “Corazón, corazón no me quieras matar corazón” hacen estragos en nuestro pecho. Creí ser la Gioconda: sonrisa infinita, cierto aire de desliz imprevisible: una nínfula coqueteando con su Leonardo.

      Pregunté: ¿el azar existe? “Nada está escrito.” (Joseph Conrad). Las líneas de este pasaje duraron diez horas. Intercambiamos remembranzas: música, fotos, cine, pinturas. Cinco sentidos exprimidos en diez horas.

      El controlador exclamó: ¡Gra-na-da! Maletas en diez minutos.

      Ese cariño, duración diez horas, no fue efímero. Como era de noche, recordamos “Turandot”:

      “Nessum dorma…” Pálpito del alma, cruz y delicias, delicias del corazón. Empapados con las lágrimas de la lluvia nos despedimos.

      Nunca volví a verlo, desaparecía como un velero en el mar. Mis fueros persisten en una poesía. Hoy la he leído; parafraseando a Becquer, exclamé

      “Hoy lo he vuelto a ver;

      Hoy creo en Dios”:  


Un relato de Inés Fontana Trotti / 2024