ropa tendida: ESTELA DE UNA DAMA
- Recuerdo aquella angustia
terrible, inexplicable,
de la abuela y mi madre, temiendo
respirar…
---
6
ROPA TENDIDA
En forma de vecina
deslenguada,
la puerta se desborda
y el miedo distribuye
su rumor, que se comenta
de portal a ventana; y
en la esquina.
Hay quien se
escandaliza;
quien oculta sus puños
en un nudo;
quien quisiera escapar
en el silencio
para que no lo rocen
las sospechas…
¡Qué mano vuelta
borrará la lágrima
que rueda en la mejilla
de la noche!
---
- …es algo parecido a
lo de hoy…
©pbaediciones
-------
Ecija. Viernes
Santo. Barrio de la Merced
Viernes
Santo. Barrio de la Merced. Es madrugada. La iluminación es escasa, la noche
está perfumada: huele a azahar, a claveles, a los cirios de los Nazarenos, a
incienso… La calle está llena de gente. Los chavalillos juegan, ríen, corren…
Allá en la esquina hay una mocita morena – traje negro de terciopelo, mantilla
de blonda sobre la cabeza – y a su lado un mocito de ojos rasgados – pantalón y
chaquetilla negros, camisa blanca como la nieve, y en su cabeza un sombrero
cordobés, echado una mijita hacia un
lado -. Él la sujeta por la cintura, la mira y ella sonríe. La gente habla. Las
puertas de la iglesia están entornadas. De pronto el aire trae el redoble de
los tambores y los acordes de las trompetas. Alguien dice: “ya viene el Señor,
se oyen los tambores.” El ambiente se va cargando de una magia como sólo en mi
tierra se puede ver y palpar. En la muralla de la calle Arco de Belén se
proyecta la sombra de un Cristo. Por el recodo de la calle aparece la Cruz de Guía.
El murmullo de la gente se convierte en susurro. La pareja de mocitos ya no se
miran. Sus manos están juntas, sus miradas fijas por donde aparece la
procesión. Ya todos están en silencio. Sólo se óyela Hermano Mayor de la
Cofradía, que con voz firme y segura va diciendo: “Cuidado…, un poquito a la
izquierda…” Suena la música. Llegan los Nazarenos – túnica blanca, fajines
negros, capillos, y un escudo bordado: corona de espinas y tres clavos -.
Forman dos hileras de luz con sus cirios. El Paso en medio – campo de lirios
morados, cuatro faroles, dos romanos, el Cristo -. De algún lugar surge una voz
cantando una saeta terminando en poesía
“…Quien
me presta una escalera
para
subir al madera
para
quitarle los clavos
a Jesús
el Nazareno…”
La
noche está como “embrujá”. Parece que
todos los duendes esta noche han salido a la calle a contemplar esta figura que
un día fue hombre; la gente lo mira, sus miradas son tristes, la tragedia que
aquel hombre padeció está presente. Se oye un roce de pisadas; por la muralla
se ve un resplandor de luz. Parece un rayo de luna sobre el río, o que el sol
ha bajado: es la Madre que viene siguiendo los pasos del hijo que agoniza. Es
una mujer como las de mi tierra, morena, ojos rasgados y un abanico por
pestañas. Sus ojos enrojecidos por el llanto, y una cara de pena que parte el
alma a cualquiera. Un racimo de velas alumbra se paso; el perfume de las flores
que la adornan llega a embriagar, rosas, claveles, nardos, azucenas… Ya está
junto al hijo. Los capataces hacen girar los dos Pasos de forma que las
imágenes se miren, y al son de los campanilleros los costaleros los meces, y ya
no sabes si reír, llorar, o aplaudir… Y de nuevo se oye la voz que canta a la
Madre de Dios. Y la noche huele a rosas, claveles, nardos, azucenas, lirios,
azahar, cera, incienso…, y mientras, los capataces dirigen los Pasos a su
templo. Despacito, despacito, esos muchachos van entrando a si Virgen de rodillas, como si llevaran una paloma
posada en sus hombros.
Elia Pérez,
escuela de adultos de certificado, Sector III, Getafe 5/5/1991
©pbaediciones
-------
No hay comentarios:
Publicar un comentario