martes, 25 de noviembre de 2014

DESDE LA PENUMBRA


ODA A LA BELLA DESNUDA

Con casto corazón, con ojos puros,
te celebro, belleza,
reteniendo la sangre
para que surja y siga
la línea, tu contorno,
para que te acuestes en mi oda
como en tierra de bosques o en espuma:
en aroma terrestre
o en música marina.

Bella desnuda, igual tus pies arqueados
por un antiguo golpe del viento o del sonido
que tus orejas, caracolas, mínimas
del esplendido mar americano.
Iguales son tus pechos
de paralela plenitud, colmados
por la luz de la vida,
iguales son volando tus párpados de trigo
que descubren o cierran
dos países profundos en tus ojos.

La línea que tu espalda ha dividido
en pálidas regiones se pierde y surge
en dos tersas mitades de manzana
y sigue separando tu hermosura
en dos columnas
de oro quemado, de alabastro fino,
a perderse en tus pies como en dos uvas,
desde donde otra vez arde y se eleva
el árbol doble de tu simetría,
fuego florido, candelabro abierto,
turgente fruta erguida
sobre el pacto del mar y de la tierra.

Tu cuerpo, en qué materia,
ágata, cuarzo, trigo,
se plasmó, fue subiendo
como el pan se levanta
de la temperatura,
y señaló colinas plateadas,
valles de un solo pétalo, dulzuras
de profundo terciopelo,
hasta quedar cuajada
la fina y firme forma femenina?

No sólo es luz que cae
sobre el mundo
la que alarga en tu cuerpo
su nieve sofocada,
sino que se desprende
de ti la claridad como si fueras
encendida por dentro.

Debajo de tu piel vive la luna.

© Pablo Neruda

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DESDE LA PENUMBRA

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El mirlo no ha cantado a la mañana.

Desfilo a contraluz del horizonte,
deslumbrado de sol y amaneceres.

Camino junto a sombras
que niegan una meta.

Vamos hacia la noche del ocaso…,
la mano con la mano, tallados por el tiempo,
arrastrando los pasos a la Nada.


©pbaediciones

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