martes, 19 de junio de 2018

HOME


foto de la red
---
HOME

“Nadie deja su hogar
a no ser que su hogar sea la boca de un tiburón.

Solo corres hacia la frontera
cuando ves toda la ciudad corriendo también,
tus vecinos más rápido que tú.

El chico con el que fuiste al colegio,
que te besó hasta el vértigo detrás de la vieja fábrica,
sostiene una pistola más grande que su cuerpo.

Solo dejas tu hogar
cuando el hogar no deja que te quedes.

Nadie deja su hogar
a no ser que el hogar te persiga,
con fuego bajo los pies,
sangre caliente en tu vientre.

No es algo que pensaste hacer,
y cuando lo hiciste
llevaste el himno bajo tu aliento,
esperando a llegar al lavabo del aeropuerto
para romper tu pasaporte
y tragártelo: con cada bocado de papel
dejando claro que no volverías.

Tienes que entender
que nadie pone a sus hijos en un barco,
a no ser que el agua sea más segura que la tierra.

¿Quién escogería pasar
días y noches en el estómago de un camión,
a no ser que las millas de viaje
signifiquen algo más que el viaje?

Nadie escogería reptar bajo alambradas,
ni ser golpeado hasta que la sombra te deje,
violado, ahogado,
obligado a estar en el fondo del barco
porque eres más oscuro;
ser vendido,
pasar hambre,
disparado en la frontera como un animal enfermo,
ser compadecido,
perder tu nombre,
perder a tu familia,
pasar uno o dos o diez años
en un campo de refugiados,
donde te desnudan y registran.

Encuentras una cárcel allá donde vas
y, si sobrevives, te saludan en el otro lado
con un volved a casa negros, refugiados,
sucios inmigrantes, buscadores de asilo,
vienen a llevarse lo que es nuestro,
negros con sus manos extendidas,
huelen raro, salvajes,
mira lo que hicieron con su país,
¿qué harán con el nuestro?

Las miradas sucias en la calle
son más suaves que un miembro arrancado.

La indignidad de la vida diaria
es más tierna que catorce hombres,
que se parecen a tu padre,
entre tus piernas.

Los insultos son más fáciles de tragar
que las ruinas,
que el cuerpo de tu hijo en pedazos...

Por ahora olvida el orgullo,
tu supervivencia es más importante.

Quiero ir a casa,
pero el hogar es la boca de un tiburón,
el hogar es el cañón de una pistola,

y nadie dejaría su hogar
a no ser que el hogar te persiguiera hasta la costa,
a no ser que el hogar te dijera
que dejaras lo que no puedas dejar atrás,
aunque sea humano.

Nadie deja el hogar
hasta que el hogar es
una voz húmeda en tu oído que te dice:
vete, aléjate corriendo de mí,
no sé en qué me he convertido, pero sé
que cualquier lugar es más seguro que éste”.


de Warsan Shire.
Este poema, de la anglo-somalí Warsan Shire, se ha convertido en uno de los lemas en las reivindicaciones sobre la situación de los refugiados.
---

XXIII

La corbata y la camisa.
La chaqueta en el perchero.
Una pluma en el tintero.
El funcionario improvisa
la respuesta o la pesquisa,
en su butaca sentado.
La taquilla, al otro lado,
una larga hilera era
de mucha gente que espera.
Y el funcionario, callado.

¡Cuánto se queja la gente!,
el funcionario pensaba,
al tiempo que reprochaba
con ademán indulgente
a la chusma intransigente
que bullía con la espera.
Y escucha por la tronera
una respuesta callada:
Si no solucionas nada,
¿qué pintas en esa esfera?

de apuntes, 2001
---

LOA A LA MENTIRA

“—¿Me perdonaría el ilustre prócer, si le dijese que no he creído el cuento con que nos regaló hace un momento?
—¿Qué cuento?
—El de la conversión. ¿Puede saberse la verdad?
—Donde nadie nos oiga, Fray Ambrosio.
Asintió con un grave gesto. Yo callé compadecido de aquel pobre exclaustrado que prefería la Historia a la Leyenda, y se mostraba curioso de un relato menos interesante, menos ejemplar y menos bello que mi invención. ¡Oh, alada y riente mentira, cuándo será que los hombres se convenzan de la necesidad de tu triunfo! ¿Cuándo aprenderán que las almas donde sólo existe la luz de la verdad, son almas tristes, torturadas, adustas, que hablan en el silencio con la muerte y tienden sobre la vida una capa de ceniza? ¡Salve, risueña mentira, pájaro de luz que cantas como la esperanza! ¡Y vosotras resecas Tebaidas, históricas ciudades llenas de soledad y de silencio que parecéis muertas bajo la voz de las campanas, no la dejéis huir, como tantas cosas, por la rota muralla! Ella es el galanteo en las rejas, y el lustre en los carcomidos escudones, y los espejos en el río que pasa turbio bajo la arcada romana de los puentes: Ella, como la confesión, consuela a las almas doloridas, las hace florecer, les vuelve la Gracia. ¡Cuidad que es también un don del Cielo!... ¡Viejo pueblo del sol y de los toros, así conserves, por los siglos de los siglos, tu genio mentiroso, hiperbólico, jacaresco, y por los siglos te aduermas al son de la guitarra, consolado de tus grandes dolores, perdidas para siempre la sopa de los conventos y las Indias! ¡Amén!”

de Ramón María del Valle-Inclán
(Sonata de invierno –fragmento-)
---

No hay comentarios: