sábado, 31 de enero de 2009

El muro



El calendario renovó sus hojas

un recuerdo marchito,

silencio de papeles,

los dedos juegan, un clic de ratón

muestra páginas de redes y amigos.

El juego atrapa,

con sorbos de botella

trago minutos de vacío.

Busco, con chupachús de tinta

en el desnudo silencio,

el teléfono, fue un murmullo,

como un robot conteste

no comprendía nada,

absorto, en este entramado de redes,

mis oídos estaban presos.

Recorrí un muro, para conocer un chino,

fui su admirador por un rato,

jugué en esta idiotez con trescientas mil almas,

me costo salir de esta droga sin sentido,

el chino volvía a la página,

Conseguí salir de su influencia.

Te deje, colgado en el muro,

las monótonas horas

en el puesto de mando

habían devorado tu cerebro.




viernes, 30 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (10 de 12)

EL MANDO

Puesta la locomotora,
encabeza el mercancías.
Aplicada su zapata,
le han dejado a ralentí.
Tiene abierta la cabina,
y mediado su cristal.
La manija del testero
cuelga del gancho. La otra
disimula un garabato
con el primer carruaje…
Está esperando la mano
que suba, la puerta empuje,
se acomode en el pupitre,
desapriete su zapata
y le ordene caminar.

pbernal
hierro y humo
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jueves, 29 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (9 de 12)

LA LLUVIA

Tapan las nubes azul:
los colores desbaratan.
Brilla el hierro de la vía.
Huele la tierra mojada.
Verde regalan al viento
los sembrados con el agua
El tren patina en el hierro
cuando desgrana su marcha.

pbernal
hierro y humo
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CUENTO



El brillo de la madrugada envuelve el cieno

con rayos de piedras preciosas,

la mañana de traje gris,

deja sus zapatos dorados,

en el crucero de la lluvia.

Sueños en nubes de tormenta.

surcan la niebla,

rimas en un caos de letras

andan por aceras llenas de gentes.

El aire ahoga

un autobús sin rumbo, me sumerge

en laberinto de calles fantasma,

no hay ángeles que salven,

en el enredo diario,

los cuentos sobreviven,

en los programas navideños.

Cierro los ojos

viajo por la irrealidad del plasma

soltando los deseos,

una estrella, toca mi brazo,

Papa Noel envía un guiño

te mando tu regalo.

Abro los ojos,

fin de película.

Desconecto la tele.


miércoles, 28 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (8 de 12)

LOS CHINOS

En el acecho del día,
en la curva y en el monte
o el llano de un horizonte,
por un túnel; por la vía,
la rueda, con alegría,
rueda el lomo del acero.
No hay un cómo. No hay un pero.
Su cargamento transporta
y la distancia recorta
para llevar al viajero.

Recorta la lejanía
del tren que conduce, un hombre.
Y le saluda otro hombre
que en otro tren conducía,
al cruzar en plena vía.
No son un par cretinos
que juegan, como a los chinos,
al saludar con la manos
abiertas, de amigos vanos.
Solo son dos peregrinos…

pbernal
hierro y humo
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martes, 27 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (7 de 12)

UN HIERRO MÁS

Estación de salida.
El tren está dispuesto,
y a la espera,
como una pieza más,
el maquinista.

Arranca. Movimiento.
La vía se desliza en el cristal
al compás de la marcha.
Se apresura
el giro de la rueda,
que acomete los cambios y la curva,
y atrás deja señales y postes de telégrafo;
en los cambios trepida en estridencias
de hierro; muerde la pestaña
cabezas de carril en cada elipse.
La curva,
el puente
la trinchera…,
bufan en la cabina;

y anclado en su lugar
se cruza en un suspiro
con el mundo, que corre
en distinto sentido…

pbernal
hierro y humo
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lunes, 26 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (6 de 12)

TÚNEL DE SOMOSIERRA

Serpea por los brezos
el tren en un escorzo de montaña,
espanta con su ruido
a un sorprendido ciervo entre las jaras.
Hay un jabato cerca.
Un ruiseñor le canta a la mañana.
En el rocío flores…
El intruso se afana
y corre presumido
hacia el túnel, que ciega la alborada.

Y se apagan los ecos del paisaje:
el hayedo; las torrenteras blancas;
la nevada ladera de levante;
la fronda enmascarada;
la cinta negra de la carretera,
el sol, que se quedó en la encrucijada...

Se adentran los vagones
en la entraña,
y la noche domina.
Y la vida se calla.
Solo el bronco rumor bajo la cueva
cavada en la montaña.

Despunta de la noche
una luz telaraña
como una flor dormida que despierta,
como si se entreabriera una ventana.
Luego, con brusquedad, el día vuelve,
sale de la montaña
el hierro, y se acelera sobre el hierro
despendolado, porque va en bajada.

Y renacen verdores de ladera
—brezos, jabatos, ciervos; y la jara;
cántico de colores—
por la boca almenada.
Vamos hacia el poniente.
El azul resplandece en la distancia
y el horizonte, leve, se dibuja
en lontananza…

pbernal
hierro y humo
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domingo, 25 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (5 de 12)

LA BUSCO A ELLA

La bóveda, colores
y la noche serena;
sobre montes y ríos,
sobre viejas traviesas
con su locomotora,
rota la duermevela,
cien vagones arrastra,
viajeros y viajeras.
El rumor de motores
en el silencio quiebra
la leve telaraña
que trazan las estrellas.
El candil de la máquina
despabila tinieblas.
En la vía los sueños.
En el cielo, praderas.
A los lados, la noche.
Al frente, vía nueva.
Arriba, sobre el campo,
se va abriendo una brecha…
Un rayito de plata.
-La noche sigue cerca-.
Sentado en su cabina
la mira cómo trepa.
Y la sigue de lejos.
Y alcanzarla quisiera.

pbernal
hierro y humo
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Autocontrol

Desde que el ermitaño impuso el derecho de admisión en su caverna, se ha prohibido la entrada a sí mismo y duerme plácidamente a la intemperie.

José Manuel Dorrego
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sábado, 24 de enero de 2009

El cóndor




¡Oh cóndor, de un mundo muerto!

Eres el ave triunfal

de un vuelo lleno de niebla,

por estalactitas de hierba

en un rincón natural.

¡Oh cóndor, de un mundo muerto!

Llora, tu iris de membrillo

en esta pureza andina,

sientes batalla asesina

en el suspiro del indio.

¡Oh cóndor, de un mundo muerto!

Los incas te dieron trono,

salieron del bello mundo,

te quedaste moribundo

en la noche de abandono.

¡Oh cóndor, de un mundo muerto!

Hoy, vuelas sin la corona

y se marchitan tus alas

en el mundo de las balas

la vida, es una bribona.

¡Oh cóndor, de un mundo muerto!

Lo salvaje erró su vuelta,

en la materia avanzada

no hay divinidad preciada,

la comarca fue disuelta.

Cóndor, en lo alto del mundo

Quédate en lugar oriundo.


Niño sin luna

(sobre los niños en Palestina)

Yace un niño sin luna
debajo de un olivo
las hojas lo acarician
cubriéndole la cara,
y el viento en su congoja
alcanza las estrellas,
una daga difusa
le ha atravesado el alma.
Yace un niño, y el rio
se desborda en torrentes,
de gotas de rocío
con amargor a lágrimas,
el silencio en la noche
ha besado su frente
cerrándole los ojos
cantándole una nana.
Yace un niño en sus manos
nace un beso de madre
y una azucena blanca,
la tierra de amapolas,
el cielo gris plomizo
el mundo ha enmudecido,
no dice nada, calla.

Santos Arévalo Ávila
2008
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Hierro y humo 4 (4 de 12)

LAS VÍAS DEL CERRO

Diez vías, diez; solo diez
para tropecientos trenes.

Los cambios, escalonados,
les dan comunicación,
y los trenes van pasando
para su reparación.

No caben más. El colapso.
Luego desesperación.
Poco a poco van saliendo,
y prosigue la función.

Es lo que pasa en el CERRO
cada día:
a unas horas sobran trenes.
A otras, le sobran vías.

pbernal
Hierro y humo
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viernes, 23 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (3 de 12)

VÍA DE LA EMPALIZADA

Vieja vía que aguantas sin reproche
el paso del Depósito: los trenes
suben y bajan, y con sus vaivenes
sobre tu cuerpo bailan cada noche.

Las lanzas te protegen con derroche
de cercas herrumbrosas, y entretienes
al clavel y a la rosa: los andenes
envidian tus laderas y tu broche,

pues tus escasos metros de tablao,
-el Mono, la Garita del Mellao,
la Playa, el Cambio, la Señal cuadrada-,

han vivido percances y armonía:
choques y novedades por tu vía…
y la gloria de ser Empalizada.

pbernal
Hierro y humo
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jueves, 22 de enero de 2009

Hierro y humo 4 (2 de 12)

VÍA DE CUENCA
(años 60)

Vía de Cuenca, chiquilla.
Invitas a la carrera
así, rejuvenecida.
Vía renovada, nueva,
única, medio soldada,
sin socavones, con rectas.
Dime, camino de hierro
adecentado hasta Cuenca,
-más allá de Utiel dejado
a la suerte de Valencia-,
¿por qué te cuidan así;
por qué te tienen en cuenta?
Como el último reducto
del balasto con madera,
bien te pintas tú la boca
y los cabellos te peinas,
y vistes tu largo cuerpo
como una minifaldera
para crear con tu encanto
ensueños de primavera…
Pero, dímelo bajito,
nuevo trazado de Cuenca:
¿a quién tratas de mentir
con tu impúdica comedia…?

pbernal
hierro y humo
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miércoles, 21 de enero de 2009

LA CIUDAD

Calzadas
Bocinas
Retinas
Jornadas

Presiones
Chillidos
Rugidos
Talones

Tortuosa
Carrera
Brumosa

Urbana
Esfera
Tirana.

Hierro y humo 4 (1 de 12)

A UNA VÍA

Una vía veterana
soportaba siempre al tren;
los carriles se movían
bajo el peso del bisel,
lo encaminaba y regía
con furia, sin altivez.
Las ruedas, acompasadas
en la junta del bretell,
brincando se retorcían
como maza de almirez.
Mercaderías de hierro,
cargamento del exprés,
a la vía soterraban
hasta desaparecer.
Esa vía procuraba
conducir y mantener
en el carril a la rueda,
demostrando su poder.
Pero a veces, por venganza,
la sacaba del riel.

pbernal
hierro y humo
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martes, 20 de enero de 2009

VALOR

La planta brotó en tierra estéril,
el oráculo predijo su suerte,
se aceleraron sus latidos,
podía subir al árbol, tomar el fruto
el destino le tendía la mano,
para subir por la escalera
sólo le pedía no tener miedo,
con la fuerza de un león, llegó a lo más alto.
Había ganado el combate.

EL ÚLTIMO ACORDE

Sonó la guitarra mientras bailaban,
un quejido rasgo la niebla
en un canto de voces rotas,
malviviendo en un tiempo negro.
El hielo de las piedras, fue
blanca espuma de enfurecidos mares.
Mil canciones revivieron en sus oídos,
un recuerdo hizo blanco en su sonrisa,
le hirió la música
sus manos tocaron dones lejanos
abrazados a las pupilas de hoy,
tembló
sintió el vacío
la guitarra tocó su último acorde.

Hierro y humo 3 (5 de 5)

RELOJES

Lentamente va subiendo
la aguja de la presión:
con aguda precisión
en su escala va creciendo.

Puntos de aceleración
encabritan los motores.
Suman fuerza sus vectores.
Conforman revolución.

Velocímetro perverso
alocado por ganar
milésimas de segundo
a la hora de llegar.

pbernal
hierro y humo
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lunes, 19 de enero de 2009

Hierro y humo 3 (4 de 5)

ESPERA

Detenido en la señal,
luz que frena libertades,
oye pasar la saeta
del reloj. Cañaverales
reflejan como luciérnagas
bermejas luces procaces
en el borde de la vía.
Nadie detrás ni delante.
Más allá de la señal
otros trenes cardinales
en la noche se zambullen
desplazando nimiedades.
Melancolía de luces,
cohetes centelleantes
franquean en un suspiro
la playa y sus arrabales.
Y encerrado en su cabina
él solo y sus soledades.

pbernal
hierro y humo
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domingo, 18 de enero de 2009

Hierro y humo 3 (3 de 5)

PRUEBA DEL FRENO

Esas agujas cruzadas
de color naranja y negro,
marcan, indican y ordenan
hacer la prueba del freno.
Asegura el tren, y baja.
Haz del balasto sendero,
y entre piedras y rastrojos
vigila los agujeros
abiertos al infinito
de pérdidas y siseos.
Ve comprobando las mangas
y los acoples, con celo
hasta el final, y en la cola
prueba si llega el silencio;
y regresa pateando
zapatas, que penda suelto
cada hierro de su biela:
y ya tienes flojo el freno.
Cuando llegues a cabeza,
puedes dar el tren dispuesto.

pbernal
hierro y humo
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Calzoncillos

¿Es necesario
llevar ropa interior
bajo la lápida?

Julio César Navarro
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sábado, 17 de enero de 2009

EL TRONCO


(Para mi pobre planta maltrecha)



Tronco que lloras herido

en el hueco de una reja,

nadie percibe tu queja

en el despacho de ruido;

sueñas con jardín querido

en maceta sin cuidados,

tus tallos son olvidados

por ocupación cobarde;

no te dan agua en la tarde

envueltos en sus listados;

te ven con aire aburrido

en esta celda de abeja,

lo verde, no se refleja

en horario establecido;

no se lleva lo florido

en la mesa de ocupado,

estas ya desabrigado

pones tus ramas en cuadre,

¡échame agua por tu padre!

mira, que pido el traslado.


Hierro y humo 3 (2 de 5)

SEÑAL DE PARADA

Rojo es su tono de duelo
brillando en la madrugada,
en la tarde sosegada
y en la noche de desvelo.

Con sonido prisionero
la baliza la señala.
Es tajante generala,
y es grave su desafuero.

Protege con su color
vidas; rutas; materiales.
Su respeto es esencial.

Aunque provoque rencor,
evita riesgos y males
esta bermeja señal.

pbernal
hierro y humo
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viernes, 16 de enero de 2009

Michel Houellebecq

Michel Houellebecq, llega hasta mí
salvando todos los obstáculos,
tú, en el laberinto de los sueños
no encuentras la salida.
Los días arden,
en los motores de los coches
con máxima aceleración,
el humo arranca lágrimas
a ojos en búsqueda y captura.

Hierro y humo 3 (1 de 5)

UNA SEÑAL CUADRADA

Una señal de frente,
una señal cuadrada,
-en cuartos rojiblancos
o bien amoratada-,
es igual que una puerta
a canto y cal cerrada
trabada con el tranco.
Prohibido traspasarla.

Pues, si la pasas, puedes
romper una baraja,
abrir muchas heridas,
quebrarte las espaldas,
dañar al inocente,
perder la confianza…

Si el sendero en la vía
quieres seguir mañana,
no traspases la puerta
que representa la señal cuadrada.

pbernal
hierro y humo
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CATÁLOGO DE SITIOS

En la ducha, aquí en el comedor,
en el puf, sobre aquella alfombra andina
que compré en Bogotá, tras la cortina
que pusimos en el recibidor;

en verano, junto al ventilador;
sobre la lavadora, la vitrina,
en el porche, también en la cocina;
y en invierno, sobre el calefactor;

en la puerta del hall, en el trastero,
en el estanque, en medio del sendero,
en la umbría, detrás de la retama,

en la jaula de Bob, en el ropero
y en la mesa de mi despacho… pero
esta noche te esperaré en la cama.


Julio César Navarro
"Cada 7 de octubre"
2008
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jueves, 15 de enero de 2009

Hierro y humo 2 (2 de 2)

EL EXAMEN

Día de examen. Los nervios
se desatan y te enredan.
Día de examen lluvioso
de nervios, risas y penas,
de cavilar sinuoso,
de alborotadas esperas.
Atrás quedaron las clases,
codos, apuntes, secuelas;
compañerismo, enseñanza,
horas, estudio, promesas…
En la cabeza, en la mano
juntas galopan ideas,
ganas de escribir, temores,
dudas, sueños. Impaciencias.
Como en los toros, las cinco
han llamado a nuestra puerta.
Como en la última hora.
Como en la hora primera.
Anhelan los estudiantes
acodados en sus mesas
sacar las notas más altas,
ser los mejores en ellas
para poder elegir…,
y es llegar lo que interesa.

pbernal
hierro y humo
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DANTE EN MI SÓTANO

Había una escalera tras la fiebre,
la luz se terminaba en cada trago.
Cuarenta y un peldaños, y una lucha
ayudan a olvidarse hasta del aire.

La canción resbalaba vieja al sótano;
las sillas y los coches que se guardan
esperan entre toses un mechero
que agite su tiniebla en las paredes.

Y allí estabais, mirándome.

Julio César Navarro
"Cada 7 de octubre"
2008
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miércoles, 14 de enero de 2009

Hierro y humo 2 (1 de 2)

UNA TARDE DE CLASE

El profesor, en silencio,
con la blanca tiza traza
un esquema de motores
con rayas en la pizarra.

Apenas se oye.
El tiempo se traba.
La voz del maestro,
incisa, callada,
nadie la comprende.
En nadie se para.
Tras de los cristales,
(apenas luz pasa)
un murmullo sordo
de vapor de máquina
a raudales entra
llenando la sala.
Silencio en la clase.
Silencio en la plaza.
Silencio en los labios
del jefe del aula.
Y de pie, pintando
frente a la pizarra,
el sargento, lúgubre
silencio guarda.

pbernal
hierro y humo
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martes, 13 de enero de 2009

Hierro y humo 1 (3 de 3)

3 EL VIAJERO

El andén es la frontera
que desea atravesar;
acera y embarcadero,
muro, pared vertical
que lo separa del tren
con confidencialidad:
esperar, subir, sentarse;
dejar el tiempo pasar.

No le preocupa el destino.
Va donde lo lleve el tren.
Le complace su camino.
Se embriaga con su vaivén.
Su sentido no le importa,
a Sevilla es un placer,
y, si regresa a Madrid,
se regocija también.
Es lo que más le interesa.
Pues si se aleja del tren
se conjetura desnudo.
Sentado con languidez
en la sala de viajeros
mirando el mundo correr
a través de la ventana:
es cuando se siente bien.
Sentir el mundo, que va
cuando él viene: del revés.

pbernal
hierro y humo
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lunes, 12 de enero de 2009

Adios a JULIO CËSAR NAVARRO


Queridos amigos:

Como ya sabéis nuestro querido amigo Julio Cesar Navarro se nos fue ayer, domingo, a las 9:00 de la mañana.
Era sencillamente, bueno. Un amigo necesario. Y un poeta excelente. Tenía sólo 38 años.
A mediados de diciembre quedé con él en su casa y me comunicó su enfermedad, con una entereza y un amor envidiables.
Me dijo también que había ahorrado unos pocos euros y que si podía gestionarle la publicación de sus versos, en un libro que quería dedicar a su madre.
Le dije entonces que no se preocupase por el dinero, que estaba seguro que con la ayuda de todos le haríamos el libro. Y así lo comuniqué el día en que todos nos reunimos en la cena de Navidad.
Durante el resto del mes ambos corregimos los textos, Antonio Rómar escribió un prólogo genial, yo adjunté algunas notas filológicas, Román Piña se hizo cargo de la edición y Luís Felipe Comendador de la tirada. José Pérez Carranque puso a nuestra disposición la Fundación Juan March para la presentación del libro el día 9 de Enero.
Pero el libro no podía estar para el 9. Ya sabéis cómo son estas fiestas, que hasta el clima influye, pues aunque el libro hubiera estado, la nevada del día 9 cortó prácticamente las comunicaciones entre Guadalajara y Madrid, y hubiera sido imposible que Julio asistiera.
Hablé con Julio el día 9 a las 13:00. Le dije que Luís Felipe había acabado a esa hora el libro, que había salido estupendo, que ese mismo fin de semana Marisol y yo nos íbamos a Béjar a recoger las cajas con su libro. Julio estaba feliz y me pidió que el domingo, cuando regresara, que si podía llevarle a casa una caja con 50 ejemplares.
Pero la muerte llego antes. De manera inesperada, el sábado a las 5 de la tarde sufrió un bajón repentino. A las 9 de la mañana del domingo se nos fue mientras dormía.
Me queda el consuelo de haberle comunicado que su libro ya estaba hecho y de saber su alegría. Me queda la tristeza de no haber llegado a tiempo para que lo viera.
Gracias, amigos, por estar ahí.
Y muchas gracias, Julio, allí donde te encuentres.
Jesús Urceloy
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Después de hablar con la Asociación de Escritores de España, que nos cedía sus salas para la presentación del libro de Julio César Navarro, he decidido que la cosa siga adelante y hacer, más que una presentación un homenaje a Julio. Y concedernos un poco más de tiempo para hacer las cosas mejor y sin precipitaciones.
Será el Miércoles 11 de Febrero de 2009, a las 20:00 horas en la Asociación de Escritores de España, que está en la calle Leganitos, 10, de Madrid.
Se anunciará mediante tarjeta e invitación y se divulgará en periódicos y revistas culturales, amén de la del propio centro.
Contaremos probablemente con los poetas Luís Alberto de Cuenca, Enrique Gracia Trinidad y Emilio Porta.
Me gustaría que ese día los que queráis, leáis algún poema de Julio o algún otro de vuestra ceca como homenaje.
Creo que Marisol nos traerá un video particularmente entrañable, y que Juanma Navarro, hermano de Julio también hará algo especial.
Y ahora a lo banal, que también es necesario.
El libro se titula TODO SIGUE ASÍ y recoge todos sus poemas desde 2006 hasta el último que escribió, a finales de diciembre.
Tiene 150 páginas. Contiene un prólogo de Antonio Rómar y una nota filológica y un texto en la solapa, ambos míos.
El diseño de la portada, a colores, y el texto de la contraportada fueron deseos expresos de Julio.
Es el nº 18 de la colección La Guantera, de la editorial SLOOPER, que dirige Román Piña.
Luís Felipe Comendador ha hecho la tirada, de 500 ejemplares.
52 se le han entregado ya a la familia. Julio ha sido enterrado con uno entre las manos.
200 van para los editores, y se distribuirán en librerías por toda España.
Quedan, por lo tanto 248 libros a repartir.
En caso de agotarse -que así lo espero- esta edición, procuraré que al menos todos los que lo hayan pedido tengan un ejemplar, repartiendo el resto entre los que quieran más de uno según cantidades solicitadas.
Nada más y muchas gracias de nuevo.

Jesús Urceloy

Hierro y humo 1 (2 de 3)

EL PUEBLO

El pueblo desolado,
tendido en la ladera,
a la sombra de un árbol
aletargado espera…
Entre peñas y riscos,
cruzando torrenteras,
saltando por caminos,
por trochas, por veredas,
encontrarás el valle
y al pueblo entre la hierba.
Penoso es el camino
oculto entre las peñas,
estrecho entre las simas,
batido por la sierra.
Por entre los pinares,
debajo de la tierra,
los trenes van veloces
y callan su estridencia
cuando su marcha pasa
ante la estación vieja.
Sus campos de labranza
tornados en praderas,
acogen alimañas,
ortigas, madrigueras.
Los lirios y las rosas
afirman su belleza
entre la zarzamora,
el pasto y la maleza.
Las calles y las casas,
de adobes y de piedra,
de la tierra de siempre,
de la piedra tan nuestra,
en el suelo olvidadas
se juntan y se besan
unidas en el agua
después de la tormenta.
Los muros se deshacen
en las casas desiertas,
que lloran su desgracia
y sus historias cuentan.
Secretos y misterios
de una agonía lenta
invade los rincones
de alcobas y despensas.
Lejos quedan los días
de las promesas viejas…
La fuente de la plaza,
con su toro de piedra;
los arcos que salvaban
del sol y la tormenta;
las calles empedradas;
sus montes; sus praderas…
El pueblo, desahuciado
tendido en la ladera
oculto por la broza,
en su abandono queda.

pbernal
hierro y humo
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domingo, 11 de enero de 2009

Hierro y humo 1 (1 de 3)

SOLO

Solo. Atento a la jugada
del azar que la vía presenta cada instante,
la máquina del tren va manejando.
Gobierna, mide, manda en el avance
con mimo, con cuidado, con respeto
hacia el motor, el freno, los ataques
de piedras en la curva y la pendiente…
Coches, vagones; carga y atalajes,
velocidad, horarios, inclemencia…
Solo, con mano firme, inalterable
ante lo imprevisible,
la estación, la señal, siempre adelante…
Las llantas encabritan los desvíos,
ruidosas carcajadas espectrales
provocan las traviesas, el balasto
y el puente, las juntas basculantes…
Polvo rojo levanta por los pasos
apenas transitados de animales;
silba desagradable la trinchera,
acosan los cañaverales,
las afiladas rocas amenazan…
El puente queda atrás, y la señales,
y el poste del telégrafo,
en vértigos se pierden, infernales,
detrás de la montaña. El altozano
continúa en la curva, y el ensanche
lo enfrenta a la campiña. Sol y niebla,
lluvia, nubes. Las agua invernales
del tiempo desmenuza con el tiempo.
Horario, restricciones. Incansable
vigilia de control, manómetros y libros;
las paradas. Los cambios de rasante…
Velocidades máximas; rutina.
La noche. Luz de faro. Manantiales
al borde del sembrado…
Y solo, inmensamente solo, itinerante
el maquinista va.

pbernal
hierro y humo
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sábado, 10 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (7 de 7)

20.- Y yo me iré…
…y yo me iré,
y quedarán los pájaros cantando…
Juan Ramón Jiménez

Y yo me iré perdiendo en la distancia
de los años, con la melancolía
de imaginar la sombra de la noche
rota por vuestra luz sobre la vía,
mientras la rueda sigue dibujando
la ruta entre Madrid y Andalucía,
en el invierno; y en la primavera;
y en los azares de la sementera.

Y yo me iré perdiendo en la distancia
de la memoria, sin dejar estela
sobre la mar. Mi rastro, mi arrogancia
no teñirá horizontes de acuarela.
Se perderá la sombra y la fragancia
que de mi paso generó la huella.
Como el agua en el agua de ese río,
etéreo quedará lo que fue mío.

Partiré del andén hacia la historia
que marca los destinos en pendiente:
un tiempo nuevo donde la memoria
repasará el recuerdo adolescente:
amor y penas; alegría; euforia
cuando me descubría omnipotente
-relojes, trenes, compañeros; mando…-,
…y quedarán los pájaros cantando….

pbernal
desde mi cabina
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viernes, 9 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (6 de 7)

19.- La hoja blanca

En el tablero yace la cuartilla.
Una jindama entre los dedos juega
el lápiz a la espera, por si llega
sin avisar la musa-maravilla.

Un árbol en la estepa. La cuartilla
permanece desnuda. Por la vega
del Tajo el verde al secarral se entrega.
A un lado baila sola la otra silla.

A lo lejos los Montes de Toledo
dicen que les importa más de un bledo
si escribo o si manejo la palanca

que alienta, como cualquier otro día,
la interminable marcha por la vía…
… y en el pupitre, muda, la hoja blanca.

pbernal
desde mi cabina
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jueves, 8 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (5 de 7)

18.- La tarde mágica

Rumor y sosiego. Ruido adolescente.
Juegan unos niños. Música en el agua.
Habito la sombra de un tilo gigante.
Su fronda mitiga del astro la flama.

En el horizonte, la enramada verde
trenza picos blancos de nieve: gargantas,
peñascos y grutas donde se guarecen
gacelas, venados, águilas y cabras…

Más allá del llano, salvando los tejos,
del río revuelto las agua más bravas
lamen las orillas de grises praderas,
fértiles vergeles, quintas y majadas.

Un tren. Su penacho de nube de plomo
pinta con acero la bóveda clara.
Coches a la sombra. El sol centellea
cuando en sus cristales el fuego resbala.

Solo, en la penumbra fresca, y entregado
al arrullo dulce del mirlo que canta,
olvido mi vida por esos senderos.
Y disfruto el tiempo de la tarde mágica.

pbernal
desde mi cabina
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miércoles, 7 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (4 de 7)

17.- La cuchara

Esa cuchara, niña, la cuchara
que tu madre no sabe cómo llegó a esta casa,
tiene su historia. Nace
una fría mañana de febrero
en un rincón perdido detrás de la montaña.
Aun por amanecer el día se demora,
y una familia triste despide a los viajeros
con besos, con abrazos, con lágrimas calladas,
con un consejo sabio, con una pena muda;
con un guiño
a esa pequeña niña que apenas se levanta.
— El tren pasa temprano. Vamos. —La despedida
se alarga entre la sombra desierta de la calle,
y en un momento mágico, le tiende una cuajada
para cuando despierte: — Llévate la cuchara.

El tren llegó a destino. Prisas en los andenes.
Atrás quedó la leve letanía
de la canción del tren sobre la vía.
Vieron amanecer en los cristales
mientras el angelito descansaba.
Se despertó. Lloró los avatares
del sobresalto
al ver que aquel invento tanto traqueteaba.
Mimos, caricias: — Mira la ventana,
y los árboles, montes y sembrados,
y las rayas que cruzan y se rompen
y van diciendo adiós…- Mas para nada.
La niña berreaba, hasta que su mamá
la cuajada sacó de aquella bolsa
junto con la cuchara.
Gozosa disfrutó la golosina.
Ya no se separo de la cuchara.

Han pasado los años, y en la mesa
de vez en cuando ponen la cuchara
desparejada de sus compañeras,
un poco diferentes sus destellos de alpaca.
Un regalo perdido de la abuela.
Un recuerdo lejano
perdido en un rincón de la montaña.

pbernal
desde mi cabina
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martes, 6 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (3 de 7)

16.- Llueve sobre mojado

Cruzas entre la niebla sin ruta, sin destino.
Hacia ninguna parte. Las nubes amenazan.
De un lado y otro lado llegan zumbidos sordos.

Es tu corcel la duda. Gotas en los cristales
alegran tu rutina trillando los caminos..
Quedan atrás las luces. Llueve sobre mojado.

Ternura y algodón arropan las colinas,
avanzan por el campo, ocultan la mirada,
y tú sigues bogando en este denso mar.

Espinos y alcauciles la bruma difumina.
La niebla se aproxima al vidrio. El horizonte,
por una vez tan cerca, casi puedes tocarlo.

El sol, por un momento, entre las piedras luce,
pero la niebla ceja y esconde los colores
que pintan tu camino. Nunca podrás lograrlo.

Ingrávido, navegas encima del rail
en el afán maldito de huir hacia la nada.
La cápsula te lleva. Suena la rodadura.

pbernal
desde mi cabina
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lunes, 5 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (2 de 7)

15.- Horizonte

Me llamas, horizonte, con destellos de fuego y esperanza.
(Susurro una plegaria a los dioses por tanta maravilla.)
Tus nubes de colores juegan con el añil sobre una villa
perdida por la bruma en lontananza.

Con el cielo te juntas más allá de la punta de mi lanza.
Me llamas, horizonte, a compartir tu mesa; y en mi silla
azuzo los caballos. Rompe en espuma el mar contra mi quilla,
y a tu refugio mi pasión avanza.

Pero la línea fija que tan lejos señalas, horizonte,
la veo entorpecida por el arroyo y el reloj y el monte,
como si fuera quieto, sentado yo tras una balconada.

Si cada vez que corro huyes de mis afanes de tocarte.
Si cuando me detengo me incitas a seguirte y a encontrarte,
esperaré a la noche: unidos ha de vernos la alborada.

pbernal
desde mi cabina
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Paca Mora

Madrugá del mes de Mayo
cuando los trigos peina la brisa
Paca Mora va a caballo
entre los toros de su divisa.
De lejos la van siguiendo

los ojos negros del mayoral
que al tiempo la está queriendo
sin que su boca le diga ná.
La niña también lo quiere

y no lo deja entrever
y antes morirse prefiere
que publicar su querer.
Paca Mora, ¡Ay, Paca Mora!

Yo sé que te dan llorando
las claritas de la aurora.
¿No estás viendo, compañera

que el secreto de tus labios
lo delatan tus ojeras?
Deja a un lado los blasones

de tu orgullo y condición
y abre puertas y balcones
pá alegrar tu corazón.
Hazme caso, Paca Mora

y que no te den llorando
las claritas de la aurora.
Paca Mora va a caballo

soñando alegre con un "te quiero"
y de pronto, igual que un rayo,
le sale un toro por el sendero.
corrió el mayoral celoso

a la defensa de su querer
por pronto que quiso el mozo
llegó la muerte primero que él.
La niña ya en la agonía

sonríe al verlo llorar
y en la mañana encendía
corre volando un cantar.
¡Paca Mora, ay Paca Mora!

Por ti se quejan llorando
las campanas de la aurora
y la alondra mañanera

va diciendo a la amapola:
¡Ay que pena compañera!

Qué desgracia de este toro
que en la sombra y a traición
me robó la flor de oro
que nació en mi corazón.
¡Qué penita, ay Paca Mora!

Con mi voz irán doblando
las campanas de la aurora.

Quintero, León y Quiroga
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domingo, 4 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (1 de 7)

14.- El rumor de la fuente
(Trajano en Sevilla)

Falso techo de toldo
entre arcadas romanas.
Palomas son las mesas
intrépidas, posadas
en mármoles de oro.
Templo de sol, de agua.

Unos niños menudos
juegan ahí, en la playa,
frente al busto dormido
de Trajano. Resbala
sobre el jaspe una ninfa…
Rumor de fuente mansa.

pbernal
desde mi cabina
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sábado, 3 de enero de 2009

desde mi cabina, 2(6 de 6)

13.- ...en breves segundos
Para J. M. G. del R.*

Maniobras el mando hasta mellarlo
contra la última muesca de su jaula,
los ojos prisioneros en la aguja,
mano y pomo un gurruño.

La señal atraviesa en un destello
como poste de luz por la ventana.
Los técnicos no saben lo que ocurre.
Avanzan los segundos.

Tú sigues la carrera, y tus esfuerzos
diriges a invertir las inducciones
en los motores, para detenerlo,
como último recurso.

Viene la otra señal. Más allá el cambio
indica que te apartan de la vía,
y el pato vuela bajo y excesivo;
quiere tomarte el pulso.

Con todos tus sentidos en la marcha
desaforada y libre hacia la curva,
decides que abandonen la cabina,
que corran todos juntos,

e insistes, porque están paralizados,
clavados en el suelo, con los ojos
rendidos a la fuerza del destino,
que viene como un puño.

Atienden y te dejan, aunque gritan
que corras, que te pongas a resguardo
del golpe en cualquier hueco del pasillo,
que queda todo tuyo.

Pero al mando te aferras, y tu cuerpo
al respaldo se pega, temeroso,
mientras sufre bandazos y quejidos.
Rechinan hierros bruscos.

Has pasado, y suspiras. La topera
se vislumbra a lo lejos: un tabique
armado de ladrillo y hormigón.
Se acerca resoluto.

Misterios informáticos cambiaron
los tiempos de respuesta. Las señales
de los sistemas solo transmitían
vagas órdenes; humo.

Sonaron las alarmas, y el proyecto
cruzó la red y se tornó en picado,
al tiempo que pasaban por delante
cambios, sembrados, juncos.

No querías probar el morro virgen,
ni saltar el ladrillo y el cemento.
Ni demostrar tus nervios, si la sangre
se quebraba en tu mundo.

Fue el ímpetu bravío que te pierde;
tu ilusión por el tren que se desliza
por el hierro, que vuela; la osadía
frente a un ser inseguro:

tren en pruebas. Librado de los técnicos,
procesaste los datos, te afianzaste
al sillón, y saltaste la barrera.
Todo en breves segundos.

* JM. G. del R. soportó el choque de un Pato (AVE 102) en pruebas contra una topera, en la estación de Urda. Antes de la colisión forzó a los acompañantes a abandonar la cabina, lo que sin duda los salvó, intentando en su puesto minimizar los efectos de la colisión

pberna
desde mi cabina
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viernes, 2 de enero de 2009

desde mi cabina, 2(5 de 6)

12.- Bercimuelles

Arranca el tren en busca del destino
bajo estas atalayas:
aquí, precisa y breve, la memoria
perdura viva de la vieja historia
-corta, concisa, mocha-
de la estructuración apresurada
del ámbito de Atocha.

Cosas aquí pasaron, compañero.
Tú las tienes presentes.
Yo recordar no quiero.

Estrecha se quedaba
para el trajín que se le avecinaba,
y objeto fue de grave devaneo
-psicólogo y tumbona
por aquello de lo de Barcelona-
hasta que recurrieron a Moneo.

Atocha se complica, le dijeron;
obsoleta se queda tu gran obra.

Tenemos un disgusto
por el gran barajuste que queremos,
que nos parece justo
proporcionarte, Rafael, el gusto
de romper y añadir donde le sobre
espacio para lo que pretendemos.

Pesó, midió y aquilató Moneo
con trazos en el cielo y en el aire
y empezó el mamoneo:
con el tiempo pautado,
antes de que la aurora despuntara,
cierran espacios, desmantelan vías,
levantan las toperas, la mampara,
cortan megafonía,
descementan el brillo de la sala,
desmontan tuberías
con sus tripas de alambre y de metralla,
elevan celosía,
y luego la acristalan,
y hasta del parking cierran 30 plazas…

Cilindros abrazaron
a cada mástil, descubierta y rota
su zapata, por reforzar la base
soporte del avance de la cota.

Desdibujan el hueco del cliente
en polvo, ruido, hierro quejumbroso,
irrespirable, cáustico, macizo,
-hologramas palpables los viajeros
hacia su tren por burdo pasadizo-.

Meses de duda y fango
prueban su cortesía,
pues la cota y la rampa disfrutaron,
y el creciente esplendor de la excelencia,
cuando ese laberinto desmontaron.

Estas cosas pasaron, compañero.
Tú las tienes presentes.
Yo recordar no quiero.

La remodelación que hizo Moneo
de la célebre cota
no se debe tomar a chirigota.

Yo mérito le veo
a reforzar sin desmontar aleros,
sin detener los trenes,
sin alterar el pulso del viajero
por el campo de minas
embozado en el polvo del sendero
sin luz, sin aire, sin explicaciones
al pagano de las complicaciones…
-aunque mucho me temo que Moneo
no respirara el polvo del meneo-.

Ese polvo que todos respiramos…
Tú lo tienes presente.
Yo recordar no quiero.

No sé si fue Moneo o el meneo
creciente de las maniobras
que también a las vías
alcanzaron las obras
-no terminadas hasta nuestros días-.

Quitaron, empalmaron, añadieron
corazón, espadines y señales,
agujas, catenaria…, celosía
en los cielos sembraron,
cobre, cristal, amor y platería
sobre campos labrados
de hierro, piedra, canaleta y vía.

Hasta el carril de los andenes
sufrió modelación:
vías multiplicaron con bretelles.

¡Qué cosas nos pasaron, compañero!

La señal elusiva. La fantasma.
Modos de selección: los bercimuelles.
Vil discriminación con el puntero,
-si tú pides, yo pido…-

Tú lo tienes presente.
Yo recordar no quiero,
Mas, hoy por hoy, aunque sin conclusión,
al fin inauguramos la estación.

pbernal
desde mi cabina
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jueves, 1 de enero de 2009

desde mi cabina, 2(4 de 6)

11.- Virus

Hoy ha sido atacado brutalmente
por la fiera más cruel y miserable.

Sus armas no han podido
contra el peso nefasto de sus tropas,
y ha cedido al estigma
de la devastación en sus cuarteles.

Tomado su objetivo en el lugar
-allí donde más duelen las heridas-,
contempla las cenizas imposibles
de tantas posesiones inmoladas;
de tantas esperanzas diluidas,
de tantas obras primas inconclusas…

¿quién las podrá evaluar sin injusticia?
(¿A quién quiere engañar con sus temores?.)

Lo ha hundido el invencible,
el invisible, y, sin dudar, fantástico
parásito: el virus informático.

pbernal
desde mi cabina
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