martes, 27 de junio de 2017

un pino derrotado


Foto: Paquita
---

cruza la senda
un pino derrotado
por la ventisca

---
Perseguidos

Nos persiguen antiguos calendarios,
los dedos índice;
todos los ojos,
todas las miradas.
Nos persiguen errores enterrados
y una maldición que nunca cesa.
Nos persigue un deseo
incontrolable de marcharnos
y estar solos.
Nos persiguen recuerdos moribundos,
los amores,
y la mierda de todas las noticias.
Mirando el mar
medito sobre esto
y en cómo podremos escapar
de tanta cárcel.

©Carmelo González
---

Mujer

Una ventana abierta. Sin cristales.
El vuelo de una falda mariposa.
Una risa que canta, pudorosa,
endechas, elegías, madrigales.
Un camino de mirtos y de hiedra.
Oro en las hojas del otoño joven.
La piel cuando palpita. La cosecha
del trigo candeal dulce y salobre.
Amable primavera golondrina
trazando filigranas en el viento,
lejana, seductora, peregrina
de promesas ilusas. El aliento
del caminar pausado. La mirada
perdida en el azul de los espejos.
Señuelo. Trabazón. Una palabra.
Un ademán. Indecisión. Un gesto
sin objeto, sin pena, sin querencia,
ajeno a la intención, sin sinsabores,
eso eres tú, mujer, cuando caminas
delante de mis ojos soñadores.

De Variaciones sobre el ocaso, 2005

martes, 20 de junio de 2017

fuego y hormigas


google
--
suben plegarias
se sorprenden los dioses
fuego y hormigas
--
Carne de musa

Ella va dejando trocitos de su cuerpo
en cada cama.
Es un puzzle de las noches que pierde,
para creer que gana.
Ella llora cuando nadie puede verla
y ríe en público, mirando al patio de butacas.
Ella es carne de musa para poetas desnortados,
y musa de carne de sus poemas secretos
cuando sólo el desconcierto la respeta.
Ella suele coquetear con la tragedia
y no se rinde cuando la soledad ataca.
Colecciona desengaños
y los clava en su almohada
para que le canten
mientras duerme sola
esa historia de amor triste
que esperaba.
Por miedo a que el olvido la lastime,
ella va olvidando de costado.
Y el olvido ya la hiere,
pero ella
aún
no se ha enterado.
Esa cenicienta que a veces se emborracha
para ponerle tu cara a un príncipe cualquiera
que se convierta en calabaza
a las seis de la mañana.
Esa muchacha que llama a quien no debe,
que cuelga a quien la quiere las llamadas,
que lava sus penas en los bares
y tiende su corazón en las ventanas.
Esa mujer fatal para si misma
que fuma para nadie en los espejos
mientras las horas pasan sin tocarla
y aquello que soñó queda más lejos.
No intentes protegerla de si misma,
de algún modo ella ama esas heridas
que no podrás curar, sólo lamerlas.
No quieras cambiarle el argumento
ella teje su historia con derrotas
que escribe para seguir huyendo.
Por miedo a que la vida la atropelle,
ella va tocando la vida de costado,
Y la vida ya la quiere,
pero ella
aún
no se ha enterado.

©Carlos Salem
---
Crisálida


La luna tiñe de cera
los ensueños de una charca.
Hilos de plata, quimeras
fluyen tibias; como el agua
de la lluvia en los cristales
cuando rebosan del alma
anegando de suspiros
en duermevela callada
una noche de silencios,
de tristezas, de venganza.

Eran risas en la hierba
cerca, muy cerca del agua.
Espejeaba la luna,
-plata, jazmín, esmeralda-,
a los ojos de la noche.
Posponía la alborada
un ramito de canela
refrescante, pura brasa,
puñadito de colores
en abrazos acunada,
ángel del cielo venido
a eternizar la distancia…
El mundo se desvaía
en los confines del agua.

Eran risas en la hierba.
Eran risas. Pero al alba…
Mariposa de colores
azules, pálidos… Blanca
la luna se deshacía
en espejuelos del agua
rizada por una brisa
de cánticos de cigarra.
No era tristeza de luna.
No. La charca no lloraba.
¡Ay!, noche de risa ciega
en la hierba, junto al agua,
ángel, ¿donde estás?; sirenas
te convocaron al alba,
hilos de plata subían
desmenuzando montañas,
y el celeste de la noche
en abanico aclaraba.

Puñadito de colores,
ramillete de esmeraldas:
¿dónde la seda de un beso
y el calor de una mirada?
La silueta de tu sombra,
dulce mariposa blanca,
-rocío cubre la hierba-
¿en dónde la reposabas?

Con tus alas de paloma,
ángel, te deshilachabas
en las madejas del sueño
rumoroso de las aguas,
aventando los temores
sin halagos, sin palabras
que recordar de una noche
a la orilla de una charca,
nacida de los azules
poblados de la esperanza.

No te fuiste con la luna;
siempre estarás en su alma
desmenuzando rencores
y estimulando nostalgias,
endulzando pesadumbres
y precipitando lágrimas,
cuando la luna de cera
tiña de sueños el agua.


De Variaciones sobre el ocaso, 2005

martes, 13 de junio de 2017

EL AHORCADO DEL CAFÉ


estampa póstuma
---
todas las hojas
se acomodan al suelo
en el estío
---
EL AHORCADO DEL CAFÉ BONAPARTE


Para no conocer los abismos del humo
para no tragarse los periódicos de la tarde
para no usar unos espejuelos cubiertos de sangre o telaraña
El que estaba sentado en un rincón lejos de los espejos
tomándose una taza de café no oyendo el tocadiscos
sino el ruido de la pobre llovizna
El que estaba sentado en un rincón lejos de los relámpagos
lejos de los leones morados de todas las guerras
hizo un cordón con una hoja de papel
en la que estaban escritos el nombre del Papa el nombre del Presidente
y otros dos mil Nombres Ilustres
y a la vista de todos los presentes
se colgó del sombrerero que brillaba sobre su cabeza amarilla
El patrón del café salió bajo su capa negra en busca de un policía
Armstrong cantaba sin cesar la luna había aparecido
como una gata furiosa en un tejado
Tres borrachos daban puñetazos en el mostrador
y el ahorcado después de mecerse dulcemente durante un cuarto de hora
con su voz muy lejana
comenzó a pronunciar un hermoso discurso:

«Maintenant je suis pendu dans le Bona
La lluvia es el cuarzo de mi miseria
Los políticos roen mi bastón
Si no me hubiera ahorcado moriría
de esa extraña enfermedad
que sufren los que no comen
En mis bolsillos traigo cartas estrujadas
que me escribí yo mismo
para engañar mi soledad
Mi garganta estaba llena de silencio
ahora está llena de muerte

Estoy enamorado de la mujer que guarda las llaves de la noche
Ella se ha mirado en mis ojos sin saber quién he sido
Ahora lo sabrá leyendo mi historia de hollín en los periódicos
Sabrá que me llamaba Louis Krizek
ciudadano del corazón de los hombres libres
heredero de la ceniza del amanecer
He vivido como un fantasma
entre fantasmas que viven como hombres
He vivido sin odio y sin mentira
en un mundo de jueces y de sombras
La tierra en que nací no era mía
ni el aire en que reposo tampoco
Tan sólo he poseído la libertad
es decir el derecho a sufrir a errar
a ser este cuerpo frío
colgado como un fruto
entre los que cantan y ríen
entre una playa de cerveza
y un templo edificado para adorar el miedo
La mujer que guarda las llaves de la noche
sabrá que me llamaba Louis Krízek
y que cojeaba un poco y que la amaba

Sabrá que no estoy solo que conmigo
va a desaparecer un viejo mundo
definitivamente borrado por el alba
Así como la niebla a veces aplasta
las flores del cerezo
la muerte ha aplastado mi voz»

Cuando el patrón volvió con un policía de lata y azufre
el ahorcado del Café Bonaparte
ya no era más que el humo tembloroso de un cigarro
bajo el sombrerero
sobre una taza con restos de café.

©Fayad Jamís Bernal (Cuba, nacido en México, 1930-1988)

Fayad Jamís Bernal, incluido en Nueva poesía cubana (Ediciones Península, Barcelona, 1970, ed. de José Agustín Goytisolo).

(De asamblea de palabras, blog de Fran Cenamor)
---


UNA MADRE SE VA, Y...…


Una madre se va y la vida sigue
con la silla vacía; y el hueco de su alma
sin la sonrisa cálida en la sombra
que aguarda
la vuelta intempestiva; y el aliento
en la ventana,
cuando la desazón de la existencia
asoma por la esquina de la cama.

Una madre se va como la espuma
de un rápido de río de montaña
y arrastra en su vorágine la risa;
y rompe la esperanza;
y en las entrañas deja la tomiza;
y tuera en la garganta.

Una madre se va,
y queda en el ambiente la fragancia
de sus manos abiertas
cobijando la noche con sus armas
de luna y corazón; como el latido
de la dedicación incontestada
de una canción de cuna
en lontananza…



de “espejos rotos”, 2005
---

Último poema de espejos rotos.
El poemario queda a disposición de quien lo desee, en pdf y dedicado.



martes, 6 de junio de 2017

atardece


atardece...
---
mágica hora
el tiempo se detiene
pasa la vida
---
El muerto


Aquél que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores:
yo querría poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría,
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquél vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.


©José Hierro (de Alegría)

---
En la puerta un papel que amenaza…


En la puerta un papel que amenaza,
un papel del poder reclamando
que le pague las deudas pendientes
que nunca contrajo.

Su mirada perdida sonríe
(nadie sabe en qué estaba pensando,
ignorante de un débito oscuro
que puede turbarlo).

Son sus años un largo camino
por los duros contornos de un rato,
y el espacio un recinto cambiante
difuso y extraño.

Su familia de pronto le llega
en cualquier situación y escenario,
y les dice y se alegra de verlos
aunque sin notarlos.

Cuántas veces lloró sus recuerdos.
Cuántas veces pensó en olvidarlos.
Cuántas veces temió revivirlos
queriendo matarlos.

Ahora lleva sin pena ni gloria
cada tiempo que vive sin garbo,
cada olvido del día y la hora,
del yo, del pasado.

¡Y que vengan pidiéndole cuentas
de unos gastos que nunca ha gastado!,
mira, Dios, cómo pagan los hombres
que ordenan sus pasos.

Porque dicen las leyes que escriben
esos sabios que quieren mermarlo
que es la cosa primera que mandan
cuidarlos, honrarlos.

Pero luego, no saben si existen;
si en las noches rezuman sus llantos
al compás de una lluvia que cala
de tan largos años.

Se preocupan de hacer efectivos,
pero no de si viven los hados
que mantienen despiertas sus carnes
y su juicio ajado.

No comprende que pidan justicia
esos hombres vestidos de largo
cuando fallan en darla a los pobres,
a los limitados,

y reclaman con fiera arrogancia
sin contar que sus normas y vados
van a herir la conciencia perdida
de tantas y tantos

que ofrecieron su esfuerzo en la vida
con la viva pasión de los años
sin pensar en cobrar usufructos
hoy tan bien negados:

¿cómo quieren que cumpla preceptos
que el poder sin mesura ha dictado
si el futuro, si se hace presente,
va a difuminarlos?

¿Qué sentido le da la gerencia
a abonar unas tasas, los gastos
que le han dicho que son por sus sobras
que no ha generado?

Pues, señor, ya no vive en su casa
desde al menos más de siete años,
que a un lugar retiró sus cuarteles
por no hacer más daño

a una gente que no se enteraba
de que ya se agotaban sus ánimos,
y el poder, que velaba su vida,
decidió ignorarlos.

Y ahora vienen con furia y con fuerza
a exigir lo que nunca pagaron,
y amenazan los pobres recursos
en que se ampararon

esos años más negros y tristes,
con Alzheimer llevando su mano,
y una cuesta sin freno a una meta
abierta en el llano.



de “espejos rotos”, 2005