martes, 29 de diciembre de 2015

Estampas del belén


Foto de Blas: haya de Ordesa

en la espesura
desde mi tronco firme
la luz abrazo


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NUEVA YORK

Una ciudad con dos ríos.
Chinos, negros y judíos
con idénticos anhelos.
Y millones de habitantes,
pequeños como guisantes,
vistos desde un rascacielos.
En el invierno, un cruel frío
que hace llorar. En estío,
un calor abrasador
que mata al gobernador
–que es siempre un señor con lentes–
y a los doce o trece agentes
que llevaba alrededor.
Soledad entre las gentes.
Comerciantes y clientes.
Un templo junto a un teatro.
Veintitrés o veinticuatro
religiones diferentes.
Agitación. Disparate.
Un anuncio en cada esquina.
"Jazz-band". Jugo de tomate.
Chicle. "Whisky”. Gasolina.
Circuncisión. Periodismo:
diez ediciones diarias,
que anuncian noticias varias
y todas dicen lo mismo.
Parques con una caterva
de amantes sobre la hierba
entre mil ardillas vivas.
Masas con fama de activas,
pero indolentes y apáticas.
"Estrellas", actrices, "divas"
y máquinas automáticas.
Oficinas sin tinteros:
con "Kalamazoos", ficheros,
con nueve timbres por mesa
y con patronos groseros
de cara de aves de presa.
Espectáculos por horas.
"Sandwichs" de pollo y pepino.
Ruido de remachadoras.
Magos y adivinadoras
de la suerte y del destino.
Hombres de un solo perfil,
con la nariz infantil
y los corazones viejos;
el cielo pilla tan lejos,
que nadie mira a lo alto.
Radio. Brigadas de Asalto.
Sed. "Coca-Cola". Sudor.
Limpiabotas de color.
Cemento. Acero. Basalto.
"Garajes" con ascensor.
Prisa. Bolsa. Sobresalto.
Y dólares. Y dolor:
un infinito dolor
corriendo por el asfalto
entre un "Chevrolet" y un "Ford".

© Jardiel Poncela

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9 A ÓSCAR

Esta noche de amor, amor, te pido
algo leve, tranquilo, circunspecto
como para ir al grano libre y recto
sin rezarle a mi dios ni a tu cupido,

porque sé que no es fácil ser leído
y es difícil trabar tu ser erecto
de recital en recital infecto
como un amante infiel y consentido.

No es que quiera forzar tu devaneo,
ni retirar amantes de tu cama,
ni llevarte a la sombra de un garito…

Yo tan solo te pido aquel escrito
(¿fue medieval o cíclica tu dama?)
para cumplimentar este cameo

que tú, con un meneo
de tecla desde el borde de tu lecho
el débito cancelas satisfecho.

©pbernal

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ESTAMPAS DEL BELËN

IX PILATO

Con la jofaina, Pilato,
camino va de la ducha
escaqueando la lucha
como quien no ha roto un plato.
Mucho promete el mulato:
aptitudes de gestor,
de torero, de evasor…,
y el Niño-Dios lo sabía,
pues nacido ya moría
a manos de ese impostor.


X

EL CASTILLO


Tocando el cielo las torres
del poder se desmoronan,
pues las sombras abandonan
al Tetrarca Rey Herodes;
y a la luz de los albores
un rabadán con bravura
hasta Belén se apresura
y le clama al Redentor
- Te lo suplico, Señor,
¡líbranos de su conjura!

©pbernal

martes, 22 de diciembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELËN



Tierra prometida (foto de la red)

en la diáspora
los refugiados migran
bajo sospecha


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tierra prometida

…dame la mano no mires atrás
un paso y otro y el calor del cuerpo
hará que olvides la preocupación
por la carga preciosa de tus brazos
ahora que ya dejamos el estrecho
ya sé que no nos quieren esta tarde
cumpliremos un siglo de camino
hemos perdido tanto y para qué
si ni siquiera el pan que nos ofrecen
puede calmar el hambre inconsolable
de aquellas ambiciones tan sencillas
y ya las energías van menguando
al tiempo que se aleja el horizonte
y el agua va calando nuestros huesos
a veces cuando duermo junto a ti
y a la danza del sueño me abandono
te veo rellenando la tinaja
o estantes reponiendo en la despensa
hasta que muerde el hielo con calambres
y el cuerpo pide que renuncie al alma
pero hemos de seguir dura muy poco
el leve asueto que nos concedemos
andar andar andar andar andar
sin conocer la meta ni el destino
final al que nos tienen condenados
los jerifaltes que gobiernan todo
quebrando las promesas e ilusiones
con que partimos a nuestra aventura
huyendo de una cárcel miserable
donde las bombas parecían rejas
y el humo del incendio las techumbres
para caer quizás en un ergástulo…


©pbernal/2015

Palabras prestadas #87

#87 Las Palabras son prestadas por Jesús Urceloy.
(pan, ergástulo, tinaja, tarde y danza.)

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ESTAMPAS DEL BELËN

XVI

MANUEL


Cuenta una vieja leyenda
la candidez y agonía
de Manuel, ese chiquillo
que de niño no quería
celebrar las navidades
con el belén que ponían
sus padres, año tras año,
en el lugar que solían:
las ovejas, los pastores;
las figurillas que un día
tanto contento le dieron,
ahora lo entristecían;
pero a nadie dijo nada;
su mamá desconocía
la tristeza de Manolo
cuando llegaba ese día:
todos juntos celebrando
a ese Niño que nacía,
en el humilde portal,
de san José y de María,
junto a la burra y al buey,
que en su pesebre dormían.
Pasa el mes y cumple años;
Manolito se decía,
y recordaba en sus juegos
al Niñito de María:
- luego será un ayudante
más en la carpintería;
discute en el Sanedrín;
rompe en casa la alegría,
y a predicar la palabra
por la que le prenderían
una mañana de marzo
por el mundo se perdía.
Y le fueron a buscar
juzgándole al otro día;
y pensándolo Manolo
más y más se entristecía,
que en esa negra semana
que llaman santa, moría
colgado de los maderos:
¡qué tremenda villanía!
¡Si yo pudiera impedirlo!,
sollozando repetía.
Cuando sus padres pusieron
el belén donde solían,
vieron que todo encajaba:
San José; la solería
del portal, y la montaña;
y el río, de platería
su cauce de agua y estaño;
y un caballo; y la herrería;
y otro burro y otra vaca;
borregos de pedrería
algodonosa y gastada,
y figuras que tenían
del año anterior guardadas…
Pero Niño no. No había.
Manolo se disgustaba;
una bolsa recogía
y a la calle se marchaba,
pues sus padres discutían:
— ¡Que tú guardaste la caja!
— ¡Que no fui yo!— Se perdía
por el parque Manolito
embriagado de alegría,
y se asomaba a la bolsa.
Y el Niño le sonreía.

©pbernal


martes, 15 de diciembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELËN



©Brus; Senda forestal

luces y sombras
la ladera del valle
de magia visten

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A VECES

Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
"Lo digo y no me corro".
Pero él disimulaba.


© Ángel González

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8 ANA


Me dices, Ana
que no te escribo nada, y lo lamento,
(¿o no lo has dicho?
¿o me lo ha dicho el viento?)

Mira, muchacha,
y pisa bien por donde ahora piso,
que en esto de escribir
pesa mucho el afán, el compromiso,
la secreta intención de quien escribe
a veces sin razón,
a veces con razones encontradas
de corazón a corazón,
ese lenguaje incierto, resumido
en la mirada noble,
en el querer rendido
de quien te quiere con resignación.

Fíjate qué pedancia
hacer un verso con palabras vanas,
vacías…, pero llenas de intención
dedicado a tu infancia.

Porque por estos días
me dicen que has subido ese peldaño
de resonantes ecos
(ya sé que rimaría bien con… ¿baño?),
de ilusiones, sorpresas y regalos:
en fin, tu cumpleaños.

No sé cuantos te caen, pero permite
que con estas palabras
escritas en un rapto de razón
con tinta de nublado y telaraña
y reflejos de cielo y corazón,
te felicite.


©pbernal

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ESTAMPAS DEL BELËN

VII PABLO


“Sin descanso cabalgaba
por los montes de Judea
persiguiendo la marea
de ese Dios que despuntaba”.
El Niño fantaseaba
entre la burra y el buey:
— ¡Cómo defiendes la Ley!
¡Yo te elijo mi vasallo!
Y, montado en tu caballo,
gobernarás a mi grey.


VIII LAVANDERA


— Pastor que vas a la gruta
donde dicen que ha nacido:
llévale al Niño este nido.
Te lo da esta prostituta.
No le digas que soy puta.
Di que soy una bandera
en medio de la pradera
donde atiendo los ardores
de todos los pecadores...
Dile que soy... lavandera.

©pbernal

martes, 8 de diciembre de 2015

Estampas del belén


©Brus; Curro

paciente espero
a que me tiren fotos
en la pradera

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RIBERAS DEL ÓRBIGO


Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.
No pasará otra onda rumorosa del río,
no quedará este chopo envuelto en fuego verde,
no cantará otra vez el pájaro en su rama,
sin que deje en el aire todo el amor que siento.
Aquí, en estas riberas que llevan hasta el llano
la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos.
Aquí también las piedras relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes que corroe el arroyo.
Hojas o llamas, fuegos diminutos, resol,
crisol del soto oscuro cuando amanece lento.
Qué fresca placidez, que lenta luz suave
pasa entonces al ojo, que dulzura decanta
el oro de la tarde en el cuerpo cansado.
Hojas o llamas verdes por donde va la brisa,
diminuto carmín, flor roja por el césped.
Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre,
relumbra entre los troncos, abre su cuerpo al sol,
sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, miro arder todas las tardes
las copas de los álamos, el perfil de los montes,
cada piedra minúscula, enjoyada del río,
del dios río que llena de frutos nuestros pechos.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón..
© Antonio Colinas

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7 NADIE TE OLVIDA


No te has ido, Jesús. Tú no te has ido.
Estás entre los pliegues de la sombra.
Y en el llanto callado. Y en la risa
de los días de sol y primavera.
Y enredado en el brillo de los ojos
que mastican preguntas sin respuesta.
Braman en el oído los reproches
de tanta juventud abandonada
al afán de una senda sin retorno;
pero tu ser susurra en una esquina
la esencia del consuelo, la nostalgia
de los amaneceres, de la escuela,
de los primeros pasos en la vida
robada por la envidia de los dioses.
Porque tú estás aquí joven, eterno,
bullicioso, gentil, ilusionado…
Nadie te olvida. Vivirás jugando
entre los pliegues de nuestra memoria.


©pbernal
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ESTAMPAS DEL BELËN

V PEDRO


Se arremanga los calzones
el hijo del pescador.
Su padre, todo un señor,
disimula remendones
en redes y pantalones,
y un pescozón le propina
porque el muchacho es torpón.
Ninguno sabe que un día
ese Niño que nacía
le dirá: vente, Simón.


VI MARÍA


Pañales en el romero
solazábanse al relente.
En las trébedes, latente,
burbujeaba el caldero.
María, con un plumero
quitaba el polvo al establo.
Ladraba un can al retablo
y a un batir de mariposas,
y en una cuna de rosas
soñaba el Niño con Pablo…

©pbernal

martes, 1 de diciembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELËN


©Brus; fuente de la tabla

en el recodo
la fuente de la tabla
calma sedientos
jabatos cervatillos
y al caminante

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MURCIÉLAGO


Fue el mayor zascandil del cuaternario,
el crápula y pendón del paraíso,
errático, giróvago, indeciso,
desgalichado y revolucionario.

Pudo haber sido arcángel o canario,
pusilánime Adán; pero no quiso
dejar la noche y claudicar sumiso
a su rancio abolengo estrafalario.

Y así fue degradado y destiempado,
pero a él le importa un pito y zanganea,
zurce la noche, danza desbragado,

bebe, fornica, fuma, se relaja…
y un prehistórico vals garabatea
con vuelo sifilítico y tartaja.


© Manolo Romero
De: “Bestiario I”

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6 LA PLUMA PERDIDA


Pluma casi seca: tu punta rezuma
azul y cristales; el papel te llama
como el aire al cielo y al árbol la rama;
como al río el agua, con poca fortuna.

Pluma abandonada en la trabazón
de los madrigales y la sofoquina,
gritas con empeño desde la cabina,
pero nadie atiende tanta desazón.

Pluma defraudada, penosa y herida,
padece quien sufre por su distracción,
y llora temiendo que sufra una estafa.

Angustiada pluma cariacontecida,
cesa en tus lamentos por tu perdición
pues te han encontrado las manos de Rafa.

©pbernal
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ESTAMPAS DEL BELËN

IV MARÍA MAGDALENA


Junto al fuego naces, Niño,
en un rincón de la cueva.
Cálido aliento te lleva
el buey, vestido de armiño,
y la burra, sin aliño
de ronzal, de gris melena.
Risas alejan la pena
de tan noble carnaval
mientras en otro arrabal
nacía la Magdalena.

©pbernal

martes, 24 de noviembre de 2015

Estampas del belén



los pensamientos
lágrimas en cascada
hojas de otoño

ECOSISTEMA

En las gasolineras se funden los glaciares.
El humo de las fábricas busca ataúdes blancos.
Quien tala el abedul detiene un río.
Yo miraba los bosques desde un tren.
El cáncer es la sombra de las selvas quemadas.
Los poemas de Lorca crecen en los naranjos.
Los desiertos empiezan en las peleterías.
El tren dejaba atrás marismas y humedales;
dejaba atrás el salto de los zorros
y el martín-pescador.
Los detergentes llenan de azufre las manzanas.
En las niñas que lloran dentro de los quirófanos
se oye el grito
del urogallo herido.
El tren cruzaba campos de maíz,
subía a la montaña, lejos, lejos del hombre
que inmiscuye un puñal en cada espiga,
lejos de su aire análogo al veneno,
sus nubes de nitrógeno, sus hornos de carbón.
El tren y la langosta que se fragua a sí misma
en la espesura; el tren junto al limón que abre
la oscuridad con dedos amarillos;
la caracola llena de pagodas torcidas;
el ciervo reclutado al azafrán.
Pasaba el tren, hermosa cordillera
instantánea, horizonte mecánico,
dragón oscuro de los manantiales.
Pasó el tren y quedó ilesa
la vida.


© Benjamín Prado Rodríguez

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5 HOMENAJE

Riza el viento la mar en avenida
sobre grava morena de secano,
y un halo lleno de calor humano
tu ser embarga, Pérez, sin medida.

No importa nada ya. La buena vida
bajo la sombra, Juan, de un sol murciano,
con un vino Jumilla siempre a mano
y cocina huertana por comida.

Atrás quedó la noche consentida
y la tarde prolífica y callada,
y la fría mañana de un abril…

Sin agitada prisa desmedida,
hoy estrenas, amigo, la alborada:
todo el tiempo del mundo para ti.

©pbernal
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ESTAMPAS DEL BELËN
III SANTIAGO, EL HERMANO DE JESÚS


Mientras la Virgen María
se arrobaba con Jesús
el Niño dijo un: ¡atchús!
y soltó una nadería
de risas en armonía
con la cuadra y con la peña.
Mesaba José la greña
de su barba, que brillaba,
y a Santiago le mandaba
que acarreara más leña.

©pbernal

jueves, 19 de noviembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELÉN



en las alturas
verdean las praderas
cantan las fuentes

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ENSAYO GENERAL

Se alza el telón. El decorado: flores,
ascuas (un naranjal de orfebrería),
nieve al fondo. La escena está vacía.
Se oyen susurros entre bastidores.

Pastores, Magos, pajes... Los actores
repasan su papel (se acerca el día).
Falta la estrella que ha de ser su guía
por las llanuras y por los alcores.

La estrella no llegó nunca al ensayo.
¿Es que el electricista tuvo un fallo?
¿Era un truco y no estrella verdadera?

Tras el foro, Jesús, triste, emprendía
su camino en el vientre de María,
sabiendo – él es quien es – lo que le espera.


© José Hierro

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4 EL ÁRBOL
(para Antonio)

Cerezo que custodias tu rebaño
con la sabiduría del orfebre
y el arte del maestro nigromante:
callado en tu campiña, seleccionas

esas partículas elementales
con las que reproduces creaciones
que luego te suplican en el monte,
y tú dispensas hasta el infinito.

El verso de tu cielo se derrama
como Guadalquivir por humedales,
y alegra, place, moja, baña, llega…

Es tu palabra clara; de maestro
respetable, discreto, bullicioso.
Noble cerezo de sabrosos frutos.


©pbernal


ESTAMPAS DEL BELËN
II EL FUEGO


Cuando el Niño-Dios nacía
y sus ojitos abrió
una luz le sorprendió
a la vera de María:
algo en la cueva se... ardía.
—“¿Quién eres? — le preguntó,
y el fuego le respondió:
— “Yo solo soy el reflejo
que se mira en el espejo
de mi Dios”.

©pbernal

martes, 10 de noviembre de 2015

Estampas del belén



en el estío
voluntarios arbustos
cuidan el agua


ARDIMOS EN EL BOSQUE

¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?

El bosque estaba tras de mí; lo conocían
mis oídos: el rumor de sus hojas,
la confusión del canto de sus pájaros.
Sonidos que venían de un remoto lugar.
Y el mar del otro lado, golpeando
la frente, sin rozarla,
cubriéndola de gotas. Era mi piel
quien descubría su frescura,
mi soñoliento olfato quien entraba en el pecho
su duro olor.
¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?
Porque no había más, en el lugar del pecho,
que una extendida sombra.

(¿Mas qué frío candente mis párpados abrasa,
qué luz me desvanece, qué prolongado beso
llega hasta el mismo centro de la sombra?)

Joven el rostro era,
sus labios sonreían,
y el retenido fuego de su cuerpo
era quemada luz.
Entramos en el mar, rompíamos
el cielo con la frente,
y envueltos en las aguas contemplamos
las orillas del bosque,
su extensa fosquedad.
Miré, tendidos en la playa, el rostro:
contemplaba las nubes;
y el retenido fuego de su cuerpo
era un sombrío resplandor.
Penetramos el bosque, y en las lindes
detuvimos los pasos;
perdido, tras los troncos, miramos cómo el mar
oscurecía.
Tenía triste el rostro,
y antes que para siempre envejeciera
puse mis labios en los suyos.

©Francisco Brines

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I

…Gonzalo Amigo.
Eres como el dial
de una radio de caja de madera
movido en el azar de farragosos hercios
para sintonizar pulgas y pléyades,
y, en el misterio de una tarde incierta,
dar paso a la hermosura
de un poema plagado de verdades a medias;
y exiges que te piensen los lectores,
y se digan…
Pones al descubierto
esa lucubración mefistofélica
que rompe el andamiaje y la tramoya
de lo correctamente político,
o políticamente correcto;
y sabes, dulcemente,
(“si hubiéramos sabido…”)
interpretar el pálpito con tacto e inocencia,
improvisar la vida
y pulsar la sedal sonoridad
de una cuerda vibrante de guitarra,
con imagen explícita o implícita
sobre un tablero blanco de luces y de sombras,
Gonzalo Amigo…

©pbernal



ESTAMPAS DEL BELËN
I PAJARILLOS


— ¿Dónde dices que nació?
¿Dónde dices, colibrí?
— Aquí. Muy cerca de aquí.
Un arcángel lo anunció.
Dicen que lo presenció
un ruiseñor y un zorzal
y una urraca maternal
y un búho serio y prudente
y un conejo con un diente…
y todo el reino animal.

©pbernal

martes, 3 de noviembre de 2015

ESTAMPAS DEL BELËN




"en el silencio
de tus alas postradas
ojos escriben"


ANOCHECIENDO


No sé qué hacer con esta sombra
que me lleva hasta ti.
Tú, haciéndote ceniza
en tu tumba de esquina soleada
esperando que vuelva convertido.
No sé si llego adelantado o tarde.
¿A qué hora habíamos quedado?
No sé qué hacer con esta sombra
que me pide dormir, dormir, dormir…
Échate a un lado madre,
que voy muerto de sueños.

©Manolo Romero

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LA VIEJA

La vieja desdentada sonríe dulcemente.
No oyó que le dedican palabras de cariño.
Sus ojos agrietados rezuman tempestades.
Sus pómulos resecos amagan rosetones
carmín, entre las manchas pecosas de su cutis,
indemne de batallas o heridas amorosas.
Las voces le incomodan. Pregunta sin fastidio.
Repiten las palabras, y fija su vigilia,
y ríen sus sentidos, pues ha entendido todo.
La raya de sus labios, tortura delineada,
se frunce a las vocales en articulaciones
de enérgica firmeza con ecos de señora.
Su voz parsimoniosa aventa la nostalgia
y encierra en una frase entrecortada y débil
lejanos sentimientos venidos del pasado.
Una sarmiento-mano a sarmiento pegada
anima bocamanga, pliegues del corazón,
al ritmo musicado que solo en ella suena.
La voz calla pugnando: la vieja se demora.
Paciencia no se casa con años juveniles,
y el tiempo para ella es algo detenido.
Ajadas, sus mejillas, danzan al aire quieto,
carnosas, colganderas, laxas al alimón
de hoyuelos cenagosos, lejanos de pasiones.
Desvía la pregunta la voz segura y firme.
La vieja le responde roto su triste verbo,
enhebrando un camino distinto al iniciado,
y pasa por la vida como quien sabe un libro
escrito para ella, pero cerrado entonces,
oculto en el misterio de un tiempo enamorado.

©pbernal

ESTAMPAS DEL BELËN
XIV EL RÍO

Quiero pasar la plata bajo el puente.
Quiero calmar la sed a ese cordero;
y al pavo, y al conejo, y al tendero
por más que sean de barro hasta la frente.

Quiero ser vivaracho; con corriente
que mueva los molinos harineros,
y llegar a los campos y viveros
para regar del huerto la simiente.

Quiero empapar el musgo por debajo,
y a cada pez mecer en su partida
lastrada, cada cuerpo tan plomizo,

y lamer del castillo los yerbajos
de cartón-piedra y tela envejecida…
y del Niño sentir todo su hechizo.

©pbernal

martes, 27 de octubre de 2015


senda prohibida

"crujiente ocre
alfombra de la senda
dulce nostalgia"

VENUS

En la alcoba sombría,
entre fríos basaltos,
el vientre monumental y luminoso
de una estatua de mármol.

La lluvia adormecía los secretos
y pulsaba tensas cuerdas
en el arpa del silencio,
mientras un ángel, envuelto
en un nimbo deslumbrante de misterio,

acariciaba con un gesto indiferente
los senos de las diosas.
A los pies de una Venus
caían estranguladas las palomas.

El amor desnudo y frío
dormía sobre los filos enlunados
de diez brillantes cuchillos.

©Gabriel Celaya

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MEMORANDO a los poderes públicos


En la puerta un papel que amenaza;
un papel del poder reclamando
que le pague las deudas pendientes
que nunca contrajo.

Su mirada perdida sonríe
(nadie sabe qué estaba pensando,
ignorante de un débito oscuro
que puede turbarlo).

Son sus años un largo camino
por los duros contornos de un rato;
y su espacio un espacio cambiante
difuso y extraño.

Su familia de pronto le llega
en cualquier situación y escenario,
y les dice…, y se alegra de verlos,
aunque sin nombrarlos...

Cuántas veces lloró sus recuerdos.
Cuántas veces pensó en olvidarlos.
Cuántas veces temió revivirlos
queriendo matarlos.

Ahora lleva sin pena ni gloria
cada tiempo que vive sin garbo,
cada olvido del día y la hora,
del yo, del pasado.

¡Y que vengan pidiéndole cuentas
de unos gastos que nunca ha gastado!,
mira, Dios, cómo pagan los hombres
que tejen sus pasos.

¿Por qué dicen las leyes que escriben
esos sabios que quieren mermarlo
que es la norma primera que mandan
cuidarlos, honrarlos,

cuando luego no saben si existen;
si en las noches rezuman sus llantos
al compás de una lluvia que cala
de tan largos años?

Se preocupan de hacer efectivos,
pero no de si viven los hados
que mantienen despiertas sus carnes
con su juicio ajado.

No comprende que pidan justicia
esos hombres vestidos de largo
cuando fallan en darla a los pobres,
los necesitados,

y reclaman con fiera arrogancia
acatando sus leyes y vados,
aunque hieran conciencias perdidas
de tantas y tantos

que ofrecieron su esfuerzo en la vida
con la viva pasión de los años
sin pensar en cobrar usufructos,
hoy también negados.

¿Cómo quieren que cumpla preceptos
que el poder sin mesura ha dictado
si el futuro, si se hace presente,
va a difuminarlos?;

¿qué sentido le da la gerencia
a abonar unas tasas, los gastos
que le han dicho que son por sus obras
que no ha generado?,

pues, señor, ya no vive en su casa
desde al menos más de siete años,
que a un lugar retiró sus cuarteles
por no hacer más daño

a su gente, que no se enteraba
de que ya se agotaban sus ánimos;
y al poder, que velaba por ellos y
decidió ignorarlos.

Ahora vienen con furia y con fuerza
a exigir lo que nunca pagaron,
y amenazan los pobres recursos
con que se ampararon

esos años más negros y tristes,
con Alzheimer llevando su mano,
y una cuesta sin freno a una meta
abierta en el llano.


©pbernal

martes, 20 de octubre de 2015

CARTAS



otoño



GLORIETA DE LA MELANCOLÍA


Día a día desando mi camino.
Vuelvo atrás. Piso huellas aún recientes
que otras huellas me llevan impacientes
pues saben más que yo de mi destino.

¡Qué pensar de este viaje peregrino,
de pasos que me llevan obedientes
a pasados tan llenos de presentes
que encendieron mi cielo diamantino!

Mas llego al fin. Termino mi andadura
donde alumbró la estrella mi ventura,
donde tú aguardas la llegada mía.

Donde vives, amor, en tu clausura,
me espera ya, clara en la noche oscura,
mi glorieta de la melancolía.

©Fina de Calderón
(1927 – 2010)



CARTAS

Epílogo:

Madrid, Miércoles; 1 de Marzo

Adiós, hermosa Fina: el día ya se apaga:
mis ojos se repiten el uno al otro zape,
y ya no queda tiempo de febrero.
No sé si te ha gustado o te han entristecido.
(Perdona mi falta de tacto si así hubiera sido).
Ya te dije en la página ¿cuatro? que desconfiaba
que yo te sonara;
y aunque no sé si fue lo que dije,
era mi deseo que me recordaras.
Tantos besos robados recibes al día que pasan furtivos…
Como la lectura… o escuchando una música mágica…
Supongo que no volveremos a vernos por carta.
Pero, mira, Fina, ahora que nadie nos oye;
que la noche vela nuestras nimiedades;
que nuestras promesas se van con el viento,
evoquemos la fe que nos dimos aquella vigilia:
las hojas volaban alegres, brillantes, sumisas,
y las recogías, y las convertías en recuerdos vivos
con estilizados retozos de baile en la finta imposible.
Firmabas, y se las llevaban con gusto y orgullo.
Y aquella mirada…
Vivirán el misterio los otros, nuestro mutuo afecto
intuido, pensado, soñado, pintado y… fingido,
ignorantes ellos, como tú, y yo mismo
en el tiempo perdido,
de tristeza roto
por saber fehaciente
que tú vivirás
para siempre,
mientras me
difumino,
porque,
Fina,
la muerte fue siempre el olvido.

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El cuaderno de poemas “Cartas a Fina” está a tu disposición, en pfd, completo, personalizado, solo a un clic. Pídemelo.
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martes, 13 de octubre de 2015

CARTAS



DONDE LAS MANOS DE LA AMADA, CON SU DESTREZA, PROTAGONIZAN UNA HERMOSA AVENTURA

Hablan, cantan, respiran,
amanecen.

Vuelan, indagan, dudan,
se cobijan.

Averiguan, descubren,
se apresuran.

Amurallan, acechan,
se confían.

Avanzan, acometen,
se detienen.

Disimulan, conspiran,
se deslizan.

Prosiguen, se demoran,
permanecen.

Acosan, se apoderan,
domestican.

Dilapidan, incendian,
se enardecen.

Ya persiguen,
ya insisten,
ya arrecian,
ya se ensañan,
ya rinden,
ya derrocan.
Ya vendimian.
Ya desisten,
renuncian,
se someten.
Ya proclaman la noche y se serenan.
Ya conducen,
invitan,
acompañan.



© Antonio Porpetta
(De "Territorio del fuego")
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CARTAS

Martes, 28

Ven y toma mi mano, y siéntate conmigo frente al ocaso nítido, de fuego, mientras el tiempo de reloj escapa igual que las partículas de arena cuando, ilusionado, furtivo me internaba en los campos de miel de tu secreto.

Evoca las pasiones olvidadas: despierta sin temores la vieja herida bruna de mi audacia, y siente cómo fluyen los últimos instantes del río que nos lleva hacia la telaraña de un sol de visionarias claridades, veladas, encendidas en su final rescoldo.

Rayamos el invierno. Aun era otoño ayer cuando las vanidades doradas de la vida nos hacían eternos.
Pero ya viejeábamos.

El nido vacío… Un sueño, ya vano, añora quimeras de brillos pasados: verdes primaveras de abriles y mayos, de campos floridos; y deshilachados hielos y rocíos… Mas ¡despierta, vamos!
El alba vidriosa precede su rastro, y a luz del día seguiré sus pasos…

…Ya no vendrán los mirlos rayando la mañana a despertar sus trinos tu sueño de doncella, prendida en tu cobijo mi flor adormecida, y un seno descubierto yaciendo entre la fronda de verde hierbabuena y sombras de aceituna…

La mar, cuando se marcha armónica, tozuda, por su costera blanca fraguando las redondas esponjas de la duna, aliviará la herida que nos martirizaba con sueños y banderas, al sol encadenados, rendidos a la danza del fuego de la hoguera que devoraba días y entrañas abrasaba.

La libertad más pura, desnuda, descubierta a fuerza de silencios, miradas y caricias, conquistada de pronto al voltear la esquina, colmó las inquietudes y adornó de laureles la culpa de la sombra de aquella noche larga.

La luz se hizo perenne. Los años no vencían. Vivimos el ahora abiertos a la vaga presencia de la vida, indiferente, extraña… Soñamos tantas cosas…
Ya no vendrán los mirlos rayando la mañana…

“Es el amor la energía que todo mueve en el mundo”, pensamiento tan profundo un anciano repetía. El amor es, todavía, con el paso de los años, lo que gana más escaños en cualquier confrontación: el amor es la razón de todos los desengaños.

Volver la vista atrás en el pasado es escalar el pico ya vencido -pero más pino y abrupto- de toda la campaña, para saber arriba que por aquello que se suspiraba, una vez satisfecho el desafío, aprehendida la vida, vivida la jornada, ese saber inmenso ausente deja el alma. Nada sirve saber, tener historia para contar en noches de nostalgia, si toda la experiencia se tira con el sello del retiro y la diluyen olas en la playa…

Ven. Despeja tristezas con la esencia celeste e inasible de tu vida, y estréchate conmigo, etérea compañera, frente al ocaso rosa de la tarde, mientras el tiempo de reloj escapa igual que las partículas de arena cuando mi mano trémula firme se aventuraba en los prados de luz de tu regazo.


©pbaediciones

martes, 6 de octubre de 2015

CARTAS


la flor del castaño de indias


SALUTACIÓN AL INGENUO

Un ritmo suicida y obsceno que rompa las horas
un asco con voz de cristal que provoque a las sienes
no tienen mayor importancia que tu vida extraña
tu vida, que sopla las hojas de un libro ya inerte.

No olvides dictarle a tus manos en tono de rienda
No olvides que toda tu piel se divide en cuarteles
Que aquello que encuentras en voces que en versos se lavan
ni roza la red de sepulcro que entero te envuelve.

¡Ingenuo! ¡Aquí viene el ingenuo!
Ya viene cubriendo de frases las grandes preguntas
Ya viene, colgando su angustia en hojas con nombre
negando al instante, a la hora, su flor necesaria,
sus tintes precisos, punzantes, de Penas Mayores.

Haz arte, haz arte si puedes, si quieres llegar
a la cita sabiendo la hora, sabiendo, quizá,
tu altura, el tamaño del viento, algún otro detalle.

Y di ingenuo, di idiota, la vida, si cierta
andaba rendida entre otros renglones.

© Julieta Serrano
De: Altar de los días parados
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CARTAS

Lunes, 27


El hombre del turbante, sentados en el suelo,
contaba a los muchachos de túnica y chilaba
historias junto al fuego. Los camellos dormitan
en la noche estrellada.

Historias de combates crueles y sangrientos
perdidos en el tiempo de su memoria vaga,
relatos de exterminio, de guerra y sufrimiento
de ayer. Y de mañana.

“— Cuando la luna brille en todo el firmamento
se romperá la noche con ruido de metralla,
labrarán en la tierra surcos de sangre y miedo
en la dura batalla;

eludirán la lucha; reservarán el fuego;
dibujarán la arena con tanques y con balas;
la máquina de guerra avanzará precisa
para salvar su causa,

mientras, los comerciantes, con especial esmero,
pedirán al soldado que proteja con rabia
esos campos de pozos sembrados de oro negro,
ahí está su ganancia…

Se pudrirán las aguas tranquilas del desierto
cuando los tanques huellen arena ensangrentada:
cautivos animales arrojarán lamentos
de sed contra las armas.


Paisanos y civiles, los niños y los muertos
gritarán contra el yanqui por su tierra quemada,
añorarán los tiempos del tirano depuesto:
no está su hambre saciada.

Cada extranjero vivo será un pirata nuevo
en busca del tesoro oculto en nuestra entraña,
y en todas las esquinas de aldeas y de pueblos
verán desconfianza.

Vomitarán azufre en la ciudad; y el pueblo
verá como construyen del cielo la muralla;
y nuestros propios hijos con armas enemigas
matarán su esperanza.

Soldados inocentes irán a las trincheras
nacidas al comienzo de nuestra noble patria,
y alentarán la muerte entregando la vida
al odio y a la espada”.

El viejo del turbante, sentados en el suelo
oscuros muyahidines de túnica y chilaba,
repetirá la historia. Kalasnikof vigila
en la noche estrellada…


©pbaediciones

martes, 29 de septiembre de 2015

CARTAS


fruto del castaño de indias (castañas amargas)

DESPLAZADOS, CARAVANA

Si en la tristeza todo se vuelve alma
entonces los bosques están llenos de harapos aún calientes
y sufren las carreteras de una lava silenciosa
que hiede para seguir viviendo,
que tropieza con el hambre, con las piedras, con sorpresas homicidas.
Una ausencia que se extiende como agua despreciada.

(Dicen que allí sólo quedan los perros.
Yo espero que los perros apenas reflexionen
y como último placer emprendan el suicidio.)

Si donde hay dolor hay un suelo sagrado,
al continente le está pesando su matriz
como un recuerdo de hierba malvendida.

Si en la tristeza todo se vuelve alma
y donde hay dolor hay un suelo sagrado,
no queda carne,
todo son heladas iglesias, altares sin hombres.

Noticieros, destrucción.

©Julieta Serrano
De: Altar de los días parados
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CARTAS

Domingo, 26

velas de procesión queman el suelo
con dentelladas de dolor de rabia
alimenta sus lágrimas de sangre
la confusión de pensamientos rotos
pedazos de persona se rebelan
contra la nada del artero sino
en donde se diluyen universos
nadie devolverá las esperanzas
al hálito de un verso macerado
por el fragor doliente del silencio
silencio de una madre sin respuesta
silencio de repiques de llamada
sin destino ni fin donde la duda
asalta los espacios del silencio
silencio de los hombres demudados
en el horror de un golpe sin certeza
de dura digestión incomprensible
en el calidoscopio de la vida
silencio de sollozos infantiles
quebrados por el frío de una mano
ejecutora sin cabeza ciega
silencio deshojado en las aristas
retorcidas de hierros quejumbrosos
depositarios de las frustraciones
de tantos inocentes y culpables.

Un ejército vasto, de colores,
vestido de trajín en los andenes,
sube como la hiedra hasta la calle.
Inunda los espacios con sus gritos
empapado de lágrimas de fuego,
y en el viento cabalga su congoja
desde el pabilo de las luminarias…

Y una niña de Tánger (trece años),
en los brazos inertes de una madre,
golpea con sus manos a los cielos…

Pero, sin duda, Dios está dormido.

©pbaediciones

martes, 22 de septiembre de 2015

CARTAS

a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3tfRw3ctcp1HsYdPqNMiFgJ1t3DF3VVNrirfdcUqWJW1msI4LvwlfoptjhlsOzNA8xEGWTxv0kEXtwiKiDRN5KSmwNnqMTfMt8LfV-iUzhxXt6h3p-Ll6QM7nQYYNXwt24xhmuaShHhM/s1600/Pico+Abedular+1.jpg" imageanchor="1" >
Subida al Abedular, de 1800mts


DESEO DE MADRUGADA

Ahora la madrugada trae un ramo
de rosas blancas. Pero no las quiero.
Yo no he venido aquí para estas rosas
sino para el aroma de tu cuerpo.

Despierto estoy. Tu cuerpo inolvidable
se precipitará hacia mi recuerdo.
Tú misma estás junto a la aurora triste
y te levantas firme sobre el tiempo.

Vienes a mí con 1a orfandad del día
abrazadoramente hasta mi lecho,
igual que el despertar de un largo olvido
o como la llegada del invierno.

Y yo, ciego y mortal, hacia tu carne,
hacia las soledades de tu pecho
pongo mi corazón y escucho. Tierra
tierra de nadie el corazón se ha vuelto.

Lo que fue una noticia de relámpagos,
una mano entregada desde un sueño.
Ahora no estás y un alba de jardines
abre sus flores para mi deseo.

Te amé tal vez por las doradas hojas
que iba en tu corazón reconociendo.
Pero hoy ya no. Que toquen los clarines.
Es la resurrección de nuestros cuerpos.

Nos alzaremos con la madrugada.
Desnuda estás y blanca. Es el momento,
el tiempo del abrazo. Y te vas. Queda
la noche gris sobre mi pensamiento.

No encontraré otro cuerpo de más vida
ni, dentro de lo vivo, más sereno.
Es la serenidad del alba. Vamos.
Al monte más distante subiremos.

Pero nos llaman a olvidar, hoy hace
sombra en todas las calles y en mi pecho.
Como una torre de cristal vacía
se me derrumbarán todos los sueños.

© Carlos Sahagún
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CARTAS

Sábado, 25



Por la llanura avanza
vil e invasora
una fuerza terrible
y atronadora,
punta de lanza
del Mercado que juega
con la esperanza.

Una reja terrible
rotura el cielo
para sembrar la tierra
de furia y duelo.
Llueven diamantes
que regarán los campos
de mendicantes.

Desde arriba los dioses
apuntan fino
para que los misiles
rompan con tino.
Los Generales
nada saben de daños
colaterales.

Llamas suben avaras
en holocausto
y dejan el mercado
limpio y exhausto:
la sangre roja
perfila en los cascotes
pena y congoja.

Amontonar escombros
es el dislate
del Poderoso Imperio.
Su disparate
trunca cosechas
de libertad: los odios
abren sus brechas.

Una noche terrible
llena los días
de niños harapientos
y algarabías;
suena el aviso.
y en la calle se queda
su paraíso.

Convenciones, Tratados…,
agua pasada.
El negocio lo vale.
Guerra ganada,
y el mundo es nuestro.
Arena venderemos
a este desierto.

Nuestra bola del mundo
tiene una llaga
por donde sangra el miedo y
la muerte amaga.
Las madres gritan
desde las sepulturas
que las habitan.

-----

Huyen de una masacre,
buscan la vía
que les lleve y confirme
la profecía.
Como una tropa,
ocuparán su espacio
dentro de Europa.

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Ciudadanos del mundo
lloran los muertos.
Con angustia y con ira
cavan sus huertos
y siembran flores
para borrar del mundo
tantos rencores.


©pbaediciones

martes, 15 de septiembre de 2015

CARTAS


rosal


CANCIÓN DE INFANCIA

Para que sepas lo que fui de niño
voy a decirte toda la verdad.
Para que sepas cómo fui, aún guardo
mi retrato de entonces junto al mar.

Playa de arena, corazón de arena
hubiera yo querido en tu ciudad.
Que te faltase como me faltaba
-le llamaron post-guerra al hambre- el pan.

Tú con tu casa de muñecas vivas
llenando los rincones de piedad.
Yo, capitán con mi espada de palo,
matando de mentira a los demás.

Si hubieras sido niña rodeada
por todas partes, ay, de soledad,
yo te habría buscado hasta encontrarnos,
hasta ponernos los dos a llorar.

Juntos los dos. Que tu madre nos diga
aquel cuento que no tiene final.
Despertar de la infancia no quisimos
y no sé quién nos hizo despertar.

Pero hoy, que hemos crecido tanto, vamos,
dame la mano y todo volverá.
Somos dos niños que a la vida echaron.
Muchacha -niña-, empieza a caminar.

© Carlos Sahagún
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CARTAS

Viernes, 24


un tema cuestionó firme preciso
debía responder aunque temía
entrar en un jardín de vaguedades
o herir las conveniencias la consulta
una carga llevaba de prejuicio
a veces arrojamos las palabras
sin advertir su justo contenido
y la contemplación de la propuesta
una porción soporta de metralla
miradas de soslayo al diferente
discriminan con ojos de reproche
su súbita presencia en las ciudades
y la certeza de su vista franca
induce a ver peligro en el viaje
que nos separa de sus sentimientos
sin caer en la cuenta disertaba
de las afinidades que nos unen
abunda y nos confunde la ignorancia
propia del ser humano el peregrino
que se presenta triste por la esquina
inaccesible de su propio mundo
serio motivo tiene para hacerlo
mira la casa donde habito dijo
con aplomo habitamos la Tierra
inmensa generosa despiadada
regada y seca virginal y esclava
incómoda y alegre rencorosa
paciente madre para cada hombre
que puebla sus caminos no presumas
de ser su propietario dominante
lastima ver la torpe percepción
de propiedad que algunos atesoran
sobre costumbres nunca defendidas
si no para lanzarlas contra extraños
los Fanatismos son estupideces
donde las emociones nos atrapan
con redes fervorosas y sectarias…
nadie reniega de su propia Casa
por ella y para ella desnudamos
el alma en el principio y el ocaso
una Mujer y un Hombre son Persona
vengan de donde vengan
gratifica llevar juntos la pena
de no tener y compartir el gozo
de una sonrisa puesta en el semblante…
no sé si he contestado a la pregunta
concluyó sosteniendo su mirada
sobre tu precisión de nuestra Patria


©pbaediciones

martes, 8 de septiembre de 2015

CARTAS


Ana sin fronteras(tomado de la red)


DE LA NATURALEZA
(Abril en San Rafael)

Es primavera y salgo al pinar a por milagros
los senderos revelan otro rostro del mundo
me paro unos segundos y me abandono en todo
en la piedra, en el musgo, en el valle y en la nube
entonces se conmueve mi corazón de bosque
rebosan los arroyos los árboles vigilan
me cuenta sus secretos el alma del paisaje.

Comparto espacio y tiempo con otros animales
observo sus afanes su presencia inocente
siento la vida en marcha—voluntad imparable—
se abren mis sentidos al orden natural.

Regreso a mi casa con el cielo en la mirada
espíritu y cuerpo una sustancia: luz de amor
allí quedan mis dudas sobre la eternidad.

© José Pérez Carranque
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CARTAS
Jueves, 23


Señora de plata y oro
recluida entre montañas
de libros, y telarañas
de sinsabor y decoro;
las alas son tu tesoro:
con ellas ganas el puente;
y aquel prado; y esa fuente
de anhelos; y la azucena
que te brinda un alma buena
desde historias diferentes:


“…una muchacha divina
reclinada en el estrado;
el ademán, despechado;
las lentes con esclavina”…
En tu gesto se adivina
el fuego de su mirada
devorando despiadada
novelas del corazón:
consumes su desazón
hasta quedar abrasada.


“…jovencísima doncella
del ensueño y del decoro;
una vida por tesoro
de vivencias rica y bella;
un barco en una botella;
piratas en la llanura;
islas; desiertos; bravura
derrochada desde el lecho…”,
y en el horizonte un techo
de nostalgia y amargura.


El silencio te delata.
Tu fragancia deja rastro
en tu perfil de alabastro,
y en tus cabellos de plata
tu horizonte se dilata
sentada en tu mecedora,
con el libro que atesora
esa arruga de tu frente
viva, cantarina, ausente,
brava, libre y… soñadora.


Ese venerable asiento
hoy arrumbado en la esquina,
guarda tu huella divina,
tus palabras, y el acento
precioso de tu contento,
ahora dormido y ausente;
pero siempre persistente
en la sombra del salón:
porque en nuestro corazón
sigues estando presente.

©pbaediciones

martes, 7 de julio de 2015

CARTAS



REVOLUCIÓN

Cuando desollasteis al gato negro
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando acusasteis de bruja a la anciana
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando quemasteis aquel bosque
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando la mujer abortó por vuestras patadas
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando colgasteis del árbol al negro
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando arrancasteis la uña del meñique
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando os quedasteis mirando la agonía
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando sonreísteis al recibir el soborno
hubiera bastado para hacer la revolución.

Cuando lanzasteis la bomba número uno
hubiera bastado para hacer la revolución.

Ahora el estupor nos impide calcular
cuál sería vuestro merecido
y nuestro resarcimiento.


© Ana Pérez Cañamares
“Economía de guerra”
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CARTAS
Miércoles, 22


Despierta, vida mía, mujer enamorada
del ensueño y la musa. El tropo y el arcano
se ocultan en la bruma del último verano,
en la playa de siempre: en su dulce morada.

Es de día. Despierta, poeta enamorada.
Despierta de tu sueño de pensamiento vano.
Levanta de tu lecho. ¡Ea!, dame la mano
y juntos marcharemos abriendo la alborada.

Deja la noche injusta. El alba es tan hermosa…
Tantas cosas cambiaron en este amanecer…
Hoy no puede cantarse con palabras de rima.

Ya nadie la pretende, ni la escribe, ni mima
como mimaban antes al lirio y a la rosa,
y a la melancolía, con tinta del ayer…

Olvida, poetisa,
pintar de rima versos amorosos.
Domina la mecánica celeste,
el ritmo, la medida: melodía
parafernalia técnica del estro.
Traza el lenguaje mágico,
vehículo de vida y sentimiento,
pero deja la rima.

Dedícale a tu amado, orate de tu sueño,
la sinuosidad de tu desvelo:
esa noche pasada a la intemperie fría,
del miedo, de la duda, del silencio
recitado en la esquina de la pava;
pero sin rima.

Contra el sol de la mañana
¡camina!, ve de la mano
de un sofista y un cristiano
sin demora ni desgana.
Lávate en la palangana
esas legañas. Sublima
el camino de la sima
y aléjate del teorema:
cuando escribas tu poema,
traza los versos sin rima.

Que no, que mira,
de párvulos sería, de párvulos en juego
sobre la arena fina de singular piscina,
ceñirse a la tarima y al señuelo
de la rima.
¿No ves que causa grima
este desasosiego de la rima?

Ajusta sinalefas
para que los acentos encajen en su punto,
y un verso sea siempre
un verso
con su música rota o armoniosa,
con su medida
o inventado en la cresta de la ola
de la modernidad; pero sin rima.
Practica el verso blanco con medida,
disfruta la maldad del verso libre
y abomina
de la pesada rima
que lastra la edición de tus poemas…
porque ya no se lleva.
Y no le tengas pena.
La rima es el refugio del inepto;
la desazón del aire que cabalga,
traqueteo indecente
de un tren de los cuarenta
renqueando su tránsito precario
por los cerros del tiempo que morimos.
Rompe los pareados, los sonetos;
zejeles, seguidillas, villancicos;
décimas y cuartetas…
Escribe tu metáfora seguida
en la cuartilla
y córtala en pedazos pequeñitos,
y verás lo sencillo
que resulta forjar sin desatino,
sin el desasosiego
de la búsqueda queda o bulliciosa
-Heinrich, Huidobro, Schiller, Mallarmé…-
de esa palabra que con rima rima.


©pbaediciones

lunes, 29 de junio de 2015

CARTAS



LAS JOYAS

Ella estaba desnuda, y, sabiendo mis gustos,
sólo había conservado las sonoras alhajas
cuyas preseas le otorgan el aire vencedor
que las esclavas moras tienen en días fastos.

Cuando en el aire lanza su sonido burlón
ese mundo radiante de pedrería y metal
me sumerge en el éxtasis; yo amo con frenesí
las cosas en que se une el sonido a la luz.

Ella estaba tendida y se dejaba amar,
sonriendo de dicha desde el alto diván
a mi pasión profunda y lenta como el mar
que ascendía hasta ella como hacia su cantil.

Fijos en mí sus ojos, como en tigre amansado,
con aire soñador ensayaba posturas
y el candor añadido a la lubricidad
nueva gracia agregaba a sus metamorfosis;

Y sus brazos y piernas, sus muslos y sus flancos
pulidos como el óleo, como el cisne ondulantes,
pasaban por mis ojos lúcidos y serenos;
y su vientre y sus senos, racimos de mi viña,

avanzaban tan cálidos como ángeles del mal
para turbar la paz en que mi alma estaba
y para separarla del peñón de cristal
donde se había instalado solitaria y tranquila.

Y creí ver unidos en un nuevo diseño
-tanto hacía su talle resaltar a la pelvis-
las caderas de Antíope al busto de un efebo,
¡soberbio era el afeite sobre su oscura tez!

-Y habiéndose la lámpara resignado a morir
como tan sólo el fuego iluminaba el cuarto,
cada vez que exhalaba un destello flamígero
inundaba de sangre su piel color del ámbar.


© Charles Baudelaire

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CARTAS
Tertulia sobre la trascendencia

París
Miércoles
22 de Febrero

Llega la edad, Fina, en la que te encuentro hoy;
y ese día nefasto que nos tocó vivir.
Ese, o el otro.
El día en el que tenemos que tomarnos
las cosas en serio, decidir, tomar partido,
ha llegado.
Y ahí estás, con la pluma cespitando en el papel
donde descifras tus sentimientos más hondos,
retorciendo la historia que no habríamos querido vivir,
y que golpea, como los años que te rodean, sin cesar,
pero a los que atiendes, igual que a la historia,
en la tertulia de la vida
a la que no darás nunca la espalda.
Aunque…,
hay semanas que gustaría eludir.



©pbaediciones

martes, 23 de junio de 2015

CARTAS


mi casa: palo de brasil


AMOR SOBRE AMOR

Mi casa es un firmamento que no se apaga
porque estás siempre a mi lado
cosiendo la alegría maltrecha
en esas tardes que se deslizan apacibles,
repasando los pequeños rotos de la vida
con la ternura que tú sabes
parece que nada pasa
y pasa todo
estamos juntos
en la calma más llena
en la paz de estar a gusto
Ya no hace falta eludir la rutina
está impregnada de nosotros
enamorada de nosotros
Si estás cerca de mí
hay sentido, hay verdad, hay esperanza
esa es la flor de todas las flores
el amor de todo el amor


© José Luis Pérez Carranque

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CARTAS

Martes, 21

Él husmeaba el lóbulo de tu oreja derecha.
Una cumbre nevada se aplastaba en su pecho.
Tu mirada serena ignoraba su techo.
Prendían los maderos de su barca deshecha.

El mundo se alejaba. Huía por la brecha
ahondada en el abismo del borde de tu lecho,
y en la senda del bosque, tortuoso, derecho,
un comando acosaba encendiendo tu mecha.

Buceaba en tu nombre. De tu boca deshecha
la palabra nacía exigiendo el derecho
de sentir en tus dedos el sentir de su pecho
roturado en su espalda con diamantes de endecha.

Poco a poco cedían tus defensas. La brecha
en el muro se abría. Su comando al acecho
(cinco bravos jinetes) conquistaba el barbecho,
y su aliento calmaba tus heridas de flecha.

El mundo no existía. Ni hora, ni dios, ni fecha.
Amasijo. Sudores. Dolor, acoso, acecho…
Conquista del espasmo que ardía en el barbecho.
Conquista del espasmo que nacía en la brecha.

Desvelo y agonía. Furor. Barbecho. Flecha.
Las cumbres en sus manos. Tus manos en su techo.
Naufragio de tu barca. Su barco ya deshecho,
(y un mar de sinfonías que ardiente los acecha…)

Supo de tu demanda. Con tu barca deshecha
y al borde del desastre tu cálido derecho,
atacabas con rabia, te atabas a su pecho
sobornando la fuerza de su techo en tu brecha.

Manantial. Terremoto. Volcán. Poema: endecha.
Plenitud. Abandono. La brecha con el techo.
Inertes en la llama. Cenizas en el lecho…,
y un lirio desahuciado sobre una flor deshecha.



©pbaediciones

martes, 16 de junio de 2015

CARTAS


soledad


mi pobreza

mi pobreza es cántaro
que no se vierte sobre
la vida sino en la sombra
que creí mía, mi corazón.

poco sabía, cuando me
cuidaba de tantos miedos
y atesoraba tantas nadas
que la palabra de un amigo
iba a liberarme del dolor
de no saber ser extranjero
en este mundo sin patrias
para este tiempo escurridizo
que no tiene con el ladrón
de sueños ni con el sediento
de glorias otro premio que
la desaparición...

mi pobreza es cántaro
que el amigo más generoso
supo llevar afuera de mi
control y cuidado,
en esa ley del nómada
del desierto de cuidar
de los extraños perdidos
en los márgenes
de la fragilidad y la noche...


©Víktor Gómez
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CARTAS

Lunes, 20


Con el pulgar, solícito y paciente
ayudado del índice puntero,
manipula con maña y con esmero
absorto, distendido, complaciente.

¿Cómo saber la duda de su mente,
de presa tan esquiva prisionero?
Su oficio lo tenía tan entero
que a veces parecía estar ausente.

Toda su voluntad en el empeño
era derroche de ilusión: hazaña
digna de su misión, de su destino,

donde ponía, presa del ensueño,
la pasión más sincera y más extraña
para mover al goce más divino.

©pbaediciones

martes, 9 de junio de 2015

CARTAS


mi casa

piedra vuelta

miro con desconfianza los muros de mi casa
por fuera parecen sólidos por dentro
dan seguridad pueden las sillas las camas los sillones
apoyarse en su fuerte cadencia son personas
que han nacido a la luz de una verdad son esquemas
de un matemático de un cambista de un zahorí
sus piedras son las piedras de la necesidad
la argamasa fue nacida en las manos de un santo
Miro con desconfianza los muros de mi casa
cuando en ellos apoyo mi cabeza siento un amor intenso
por aguas caracoles mares bandas de música
escritores de ciencia ficción mujeres ejecutadas
por grupos serenamente islámicos
reducciones de cuota reinas en pijama
ergástulos pujanzas artistas para el moma
Siento una gran desconfianza por los muros de mi casa
Me permito observar su piedra vuelta
su piedra vuelta


©Jesús Urceloy
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CARTAS

Domingo, 19


El índice de precios que nace del consumo
no dice lo que piensa; no puede alzar el velo
de la mujer discreta que mira con recelo
la cesta de la carne, de la fruta, del zumo.

El índice de precios (con esto lo resumo)
envidia, (si pudiera) la tentación, el vuelo
del índice que puede palpar del monte el pelo
y sentir la delicia de la humedad… del zumo.

El índice de precios a la mujer hermosa
le tasa los perfumes, le mide la entretela,
le pesa la cocina y le vende un cumplido;

pero a Venus naciendo no regala una rosa;
ni acaricia la espuma que la cubre y la vela;
ni la mima y la besa; ni le quita el vestido.


©pbaediciones

martes, 2 de junio de 2015

CARTAS



No lo conseguí, mamá,
pero no se lo digas a los hermanos,
ni a papá.

Diles que llegue a ese lugar
del que tanto nos hablaba el abuelo,
donde los tanques echan agua
y las balas son de caramelo;
que aquí no me falta el pan,
ni el dinero para pagar.

Que sigan luchando
por un mundo mejor;
diles que vivo en Italia

y que mi barco no se hundió.


©Patricia Vitorique
Mayo/31/2015
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CARTAS

Sábado, 18


Merodeo en lo oscuro con el aura dormida
y adivino la ruta de tu horizonte rosa;
pongo rasgos y cara al amor y a la vida,
y unas alas de seda de trivial mariposa.

Ven, que quiero mirarte a la luz de la luna.
Ven. Están impacientes mil estrellas del cielo:
desean que les pongas un nombre a cada una
distinto cada instante, sin temor, sin recelo.

De la mano venida al umbral de la noche,
abandona tu suerte entre el cielo y la alfombra:
deja que te dibuje desnuda, sin reproche
aunque el tiempo se pare cuando ocupe tu sombra,

pues mis ojos desean bañarte en una estrella
que rompa sus destellos sobre tu mar bravía,
y sientan que palpitas bajo la noche bella
cuando sutil atraque mi barco en tu bahía.


©pbaediciones

sábado, 23 de mayo de 2015

CARTAS


adelfas
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AMOR

Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

©Antonio Gamoneda
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CARTAS

Viernes, 17


El pueblo en el ocaso, henchido de sosiego,
de par en par dispone al viento sus ventanas,
armoniza su suerte a la sombra del río,
y aspira las delicias de la brisa serrana.

Terrazas y avenidas debajo de la luna,
(una luna redonda como una hostia sagrada),
se llena de parejas ansiosas de aire fresco
que en el agua se miran y en la hierba descansan…

A lo lejos los coches braman sobre el asfalto:
provocan a la luna y laceran la calma
al arrasar veloces con su ráfaga y ruido
la quietud de la noche en la ciudad callada.

Mirando el agua irse bajo la piedra muda
ausente a las caricias de la corriente clara,
con el rumor de voces, qué lejos y qué cerca
tu mirada, tu aroma, tu risa, tu palabra…



©pbaediciones

martes, 5 de mayo de 2015

CARTAS





Caer en un rostro, existir
con su respiración y con su boca...
Cuando tú estabas en peligro;
tú gritaste, mas fue
en la garganta de otro ser humano;
se levantó tu cuerpo
y fue en los brazos de otro ser humano.
Entonces comprendías.
Y tu necesidad y tu dolor
no fueron nunca como antes. Tú
ya no ves signos. Ahora, tú desprecias
todas las dudas. Y tu pensamiento
no es espejo que calla; ya es amor
y destino y conducta y existencia.

©Antonio Gamoneda
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CARTAS


Jueves, 16

La sábana revuelta. La luna en la ventana.
Sueños de madrugada nacen en un rincón.
La sombra de la noche arropa con sus alas
el tenue desafío de tu respiración.

Un sueño temerario, más vivo (o más doliente)
eleva su sigilo trepado en algodón
y otea el horizonte vestido de pijama,
la mano en la visera y el ojo de ladrón.

Un vuelo de visillo encubre tus encantos.
(La luna marchitaba toda la habitación,
y un rayo de misterio, reflejo de un reflejo,
trazaba su sendero hasta tu corazón).

El sueño vigilante, inmóvil, apacible,
se sume en la congoja de una sutil pasión,
y busca y se desliza sobre un brocal en sombra
de fondo inescrutable de fuego y de carbón.

El ruido de la noche oculta tu silencio.
(La luna sonreía por su provocación:
caricias dibujaba la plata de su rayo
pintando fantasías de gozo y desazón).

Pendiente del misterio, alerta a sus mentiras,
enhiesto su deseo a punto de explosión,
el sueño se remonta sobre la luz de plata,
ingrávido, paciente, buscando la ocasión.

Mas tú, bañada en luna y en sombras jaspeada
vivías otro mundo sin consideración
al sueño trastornado por un sueño prohibido
que soñaba contigo… en tu mismo colchón.

Y al alba, cuando vino el sol a tu ventana
y el canto de la alondra de ti se distanció,
desanimado y triste, como la bruma tibia,
el sueño temerario en luz se disolvió.


©pbaediciones

martes, 28 de abril de 2015

CARTAS


lo efímero

EL DÍA QUE ME DESPERTÉ Y ERA MISS UNIVERSO


Fue un día muy normal, en primavera.
Un día de tostadas y café y ducha y coche y curro y coche y casa.
Pero sabía que algo había cambiado.
Lo notaba en el aire, en el ligero
tictac de mis pestañas, en
la hinchazón de mi labio superior,
en mi
esternocleidomastoideo.
Al entrar en el bar y preguntarme
el camarero “¿Qué desea?”,
le respondí: “Que no haya hambre en el mundo”.
Bizqueó, se apartó de la mesa, amablemente
me trajo una ensalada.
Me comí sólo la lechuga, sin sal. Saqué del bolso una manzana verde.
Me comí la mitad. La otra la envolví en tela de raso, azul, muy suave.
Cuando, al pagar, alguien me dijo “Gracias”,
yo respondí: “Gracias a ti, al jurado,
a las instituciones que hacen
posible este concurso,
a las autoridades y
a mi querido público que me sigue y me apoya en mi página en Facebook y otras redes sociales”.
Después salí, me coloqué la banda, que se había quedado enredada en el bolso,
y fui fijándome en las chicas que andaban por la calle.
En su elegancia, su personalidad, su porte, su pose y su seguridad
al caminar con paso decidido por la escalera blanda de la vida.
Me supe superior, me supe bella,
me supe seguidora de Confucio,
me supe alta y risueña y positiva,
me supe, finalmente,
venezolana.
Caminé por la acera como si fuera alfombra
roja de gala, regalé mi sonrisa
amplia y rosada y gliss a los transeúntes,
limpié de malas vibraciones el mundo con mi amor
universal,
y luego llegué a casa,
me depilé, comprobé la tersura de mi cutis, la
liviana gravidez de mis dos pechos,
y antes de irme a la cama imaginé
más premios, más certámenes, más cenas suntuosas,
más hoteles,
más limusinas,
más damas de honor.
Al día siguiente,
creo que era martes,
desayuné,
volví a mi vida gris,
compré el periódico,
me miré en el espejo
de un bar
y sonreí."


©Gonzalo Escarpa

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CARTAS

Miércoles, 15


Surca la luna llena su vacío
vestido de tiniebla. Resplandece
la verde madreselva plateada
de túnica fingida, y en la esquina

donde se junta la ilusión del alba
con el aroma del jazmín y el celo
de los rosales, canta desolado
a la luna de plata de la noche,

(y a la calle teñida de farola),
un mirlo que pasea su secreto
de una rama sutil hasta otra rama…

La seda de sus dedos se resiste
al olvido en la noche, prisionera
del beso que ha cerrado tu ventana…


©pbaediciones

martes, 21 de abril de 2015

CARTAS

mu-danza social


***



A UN ESQUELETO DE MUCHACHA


En esta frente, Dios, en esta frente
hubo un clamor de sangre rumorosa,
y aquí, en esta oquedad, se abrió la rosa
de una fugaz mejilla adolescente.

Aquí el pecho sutil dio su naciente
gracia de flor incierta y venturosa,
y aquí surgió la mano, deliciosa
primicia de este brazo inexistente.

Aquí el cuello de garza sostenía
la alada soledad de la cabeza,
y aquí en cabello undoso se vertía.

Y aquí, en redonda y cálida pereza,
el cauce de la pierna se extendía
para hallar por el pie la ligereza.


©Rafael Morales



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CARTAS

Madrid
Miércoles
15 de Febrero


Tú sabes de la plenitud.
Lo contaste en la tertulia
de aquella tarde gris perla
aderezada de ocurrencias.
El abanico de tu mirada
abarcaba el espectro de la sala…
Paseabas tus ojos y tu risa,
y llenabas el lugar
con hazañas de tu infancia,
porque, como bien decías,
aquellos recuerdos están más presentes,
y ahora
ya
te cuesta
recordar
lo de ayer.
Pero la cumbre lleva a la plenitud.
Y,
en esta tercera semana,
de eso te
voy a
hablar.

©pbaediciones

martes, 14 de abril de 2015

CARTAS


baile del sol con las nubes

AVISO A CAMINANTES


En la suma de días indistintos
que la vida da al hombre, acaso hay uno
en que el destino, trágico y hermoso,
pasa por nuestro lado y el azar manifiesta
una insólita luz, un desusado
fulgor inconfundible.
Pero no has de dudar. Ten el coraje,
cuando llegue el momento,
de abandonar las cosas con que siempre
te engañó la costumbre, y sube pronto
a ese carro de fuego. Poco dura
el milagro. Después, si te negaras
a partir, solo noche
merecerás. Y nunca, aunque quisieras,
podrás comprar la luz que despreciaste.


©Eloy Sánchez Rosillo



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CARTAS
Martes, 14


Todo llega, muchacha, todo pasa.
Todo pasa, muchacho, todo llega.
Y esa emoción de tantas madrugadas
soñando los temores del invierno,
al fin en el otoño se han cumplido
con el milagro de la primavera.
Primavera de música y colores
tal como la inventabais cada tarde,
evocación de tiempos de futuro,
mientras se consumían las estrellas
en la lenta caída del paseo.
Toda la vida es vuestra. Os pertenece
por encima del sol, de las montañas,
y el mar ya no podrá imponer sus leyes
a vuestra voluntad de ser felices.
Cogidos de la mano, compañera,
apoyada en su piel de madrigales,
pasaréis las tormentas y los ríos,
adiós diréis a las dificultades
y al calor agobiante de la vida,
porque juntos formáis una persona
y ya nada podrá contra vosotros.

©pbaediciones

martes, 7 de abril de 2015

CARTAS



UN SONETO PARA JODER A UNOS CUANTOS


Un soneto me manda hacer Roberta
parecido al que Lope hizo a Violante,
y en el primer cuarteto este ignorante
que suscribe se larga por la puerta

de atrás. Bueno. El segundo es una oferta
que puedo rechazar más adelante
si resulta ripioso, o bien pedante,
o si la lengua ya me sale muerta.

Si en algo son mejores los tercetos
es que son cortos, y la rima incluso
la puedes colocar a tu manera.

Nadie sabe hoy de ritmos, y estos retos
Jesús, van decayendo y en desuso:
Muerta la rabia se acabó la fiera.

17 de noviembre de 2009


© Jesús Urceloy, 2009



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CARTAS


Lunes, 13


No te veo, muchacho enamorado,
en la espesura de tus girasoles,
oculto por la trama del olivo,
tu sombra presentida en el ocaso
sobre surcos de tierra y algodones.
No te imagino desde mi butaca
a contraluz de un sol de medianoche
cargado de ponzoñas y venenos
midiendo la sonrisa de un insecto
saltamontes en tierra de secano.
Apenas te distingo en la distancia
entre los azahares del naranjo
y el verde de patata y zanahoria,
calibrando contrastes y texturas,
crecimiento, subida; sublevado
en el trajín de lunas olorosas.
No quiero contemplarte seducido
en este trance luminoso y dulce,
los lazos deslizando por la espalda,
puntillita de blonda por tus dedos,
el tacto de la seda…; la nostalgia
dolorosa de un sueño que renace;
esos preciosos ojos que se apagan
en un suspiro largo, sofocado
por el fuego que calma y apresura
la sed de tantas noches misteriosas,
y la luna rendida en tu ventana.


©pbaediciones

martes, 31 de marzo de 2015

CARTAS



OCTUBRE DEL 56

Quisiera recordar la tarde última
en que Jesús Carrión junto a su perro
y la antigua escopeta, que le hizo vivir
la guerra y que engañado
decía no mató hombre, que a menudo
tiró al azar ¡Dios quiera un sólo herido!,
salieron hacia el campo, con las luces
lejanas y el dolor insoportable
de la vida acabándose, y un breve
cigarrillo liado aún con destreza,
y la barba amañada y tan vestido,
el sombrero a los ojos y en la estancia
dos mujeres que amó y en él vivían:
¿Qué quieres hoy de cena? -Me es igual,
haced vosotras. -Hasta luego. -Adiós.
Pero no puedo. Ni el disparo puedo
imaginar, ni el perro silencioso,
ni sus mujeres en la cama alzándose:
sólo la carta que una vez leí
hacia el setenta y siete y he perdido:
«Mañana, ya sabéis, comenzaría
la cura. Lo hago por no molestar.»

©Jesús Urceloy
de "La profesión de Judas"


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CARTAS

Domingo, 12


Añoran los olivos de la sierra
el paso de tu sombra y de tu rama,
y la risa graciosa de tu dama
de azabache cabello.

Y las verdes umbrías de tu tierra,
celosa de saberse tan lejana,
lloran tu ausencia…

Pero no te deprimas:
armoniza tu paso de nostalgia
con la felicidad de esta mañana.


©pbaediciones

martes, 24 de marzo de 2015

CARTAS



EL RASTRO


Memoria de la vida,
memoria de los días y la vida,
cuchillo que abre el mundo
esparciendo unas vísceras que no consigo descifrar.

Memoria de las tardes y la luz,
alumbras la mirada
eres el vigía implacable,
la brújula severa, el testigo carcelario
que anuda el tiempo en su mazmorra.

Qué buscas, memoria, qué andas buscando.
Me sigues como un perro hambriento
y tiendes a mis pies tu mirada lastimera;
husmeas, perniciosa, en el camino
el rastro de los días que fueron,
que ya no son y que jamás serán.

Te arropan los andrajos de la dicha
y la desolación te ha vuelto precavida;
memoria de la vida, memoria de los días y la vida.

©Guadalupe Grande


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CARTAS

Sábado, 11


Que no me digas no. Rizando el rizo
no es que no digas no: no dices nada
desde tu sombra, desde tu mirada,
silueta de cristal, pelo cobrizo.

¡Ay! quien te tomará. ¡Ay!, quien te hizo
tan tuya, tan ufana, tan bandera
siempre de parangón de primavera…
¿cómo no sucumbir a tal hechizo?

No dices no ni nada; (ten la tea
y enciende tu camello desolado;
—con ese cenicero ten cuidado—).

No dices nada, pero sin premura
paseas tu mirada limpia y pura…,
y ocultas otra vida, Melibea.


©pbaediciones

martes, 17 de marzo de 2015


la espera

UN SONETO HUMILDE

Y aquí va el segundo de los cinco poemas. Es un soneto humilde.
El autor, siguiendo las premisas de Sherlock Holmes,
descubre –mientras la clase está vacía- algo elemental.

Con un te quiero en rojo, y dibujado
un corazón sangrante al que le ensarta
una flecha y un nombre, hay una carta
bajo el pupitre, en el cajón, a un lado…

El papel es de un bloc cuadriculado,
hay un número de hoja, y es la cuarta
vez que un nombre se tacha, acaso Marta,
quizás María (o Mario). No han firmado.

Hay en el suelo restos de colores,
lápices, puntas, y en un borde, usada,
una goma muy blanca de Milán.

Afuera, en el recreo, entre clamores,
risas, caídas, gritos, juegos, cada
mayo el amor se sube al tobogán.


©Jesús Urceloy / 2015


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CARTAS

- Lo dijo por la radio la mañana
Viernes, 10


En el amanecer de tu ventana
pinta rosas de sol la primavera.
El hálito vital del horizonte
recorta con trazado sinuoso
azul de cielo. Las estrellas funden,
en pálidos retoques del albor,
vagas cornisas, turbias chimeneas,
antenas y fachadas.
Un anuncio tirano lo revela:
la radio lo repite
y, en tu mejilla, tonos encendidos
de frío y de semáforo lo avalan.
Autobuses urbanos pone luces
a sombras derrotadas, y el tren de cercanías
en la estación en gente se desangra.
Gente que te contempla con despego.
Como si no supiera nada.
Pero la vida grita lo evidente
y desborda la calma; y todo se conjura
— miradas, risas, inocentes gestos —
enfatizando lo que no adivinan.
Tú los miras, y callas.
Te llevan en el río apresurado
por sendas, galerías, antesalas,
escaleras que bajan y que suben
en fuga de riada, avenidas y calles
que se cruzan, y chocan, y dispersan
en el amanecer de la jornada.
Te llevan y protegen.
Como si no supieran nada.

Pero grita la vida; y la radio lo dice,
y la gente lo habla
con palabras nerviosas y tranquilas
lanzadas desde todos los rincones
de la ciudad, que ya está despertada.

Tu despertar…
Con gesto decidido y luz en tu mirada,
embelesada buscas perfiles al espejo.
Te dominan temores, y preguntas
porqué grita la vida
si quieres ocultarlo a las miradas.
Para entonces el sol, enardecido
con reflejos dorados,
compite con las luces de la calle
que vibran al compás de los latidos
— sutiles y profundos—
en un nido de nubes y de gasa.



©pbaediciones

martes, 10 de marzo de 2015

CARTAS


huellas del abandono

LA CASA DE PEDRO


El silencio, la quietud, la zozobra,
hacen esfuerzos por no decorarla de penumbra.
Mirándola de frente, diría que esta desabitada,
que le falta una luz femenina que se aleja.
Diría que los visillos cuelgan con indiferencia,
que el viejo laurel, la mesa, las sillas del jardín,
miran hacia otro lado como si renunciaran al futuro.

Todo permanece de un blanco inmaculado
como un día de boda.
Todo permanece igual que una promesa:
Pedro cuelga su ropa en el tendedero,
la cancela abre sus días al silencio,
la quietud y la zozobra.


© Antonio Delgado
febrero/2015
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CARTAS

Jueves, 9

No me dijiste, Laura,
(mechas entreveradas
de rubio en el castaño de tu pelo)
que tu risa sonaba
como arroyo de fuente cantarina
con brillos de lucero.

Tampoco me dijiste
que una perla perdida de tu boca
—rosa, clavel, prometedora, loca—,
por la lisura tersa
de tu mejilla cándida y bermeja,
se te subió a la oreja.

Ni me hablaste del novio
de mirada de mar y de nostalgia,
—ese que te despierta con sonrojo
en cualquier madrugada
venido de algún sueño tembloroso
a posarse en tu almohada
y a mirarse en el verde de tus ojos—.

Olvidaste decirme, niña Laura,
muchacha alcalaína,
—por la cruel premura de la hora
que todos los secretos atesora—,
de los mayos y abriles que te adornan,
con cuántos cuenta tu figura alpina.

Dime, Laura, porqué: porqué será
que no me lo dijiste
—mira cómo me pongo mustio y triste—.
¡Anda!, y háblame ya de tu secreto,
de tus anhelos, de tus emociones,
de tu “Laura no está…”,
esa canción que cantan las canciones.



©pbaediciones