martes, 8 de diciembre de 2015

Estampas del belén


©Brus; Curro

paciente espero
a que me tiren fotos
en la pradera

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RIBERAS DEL ÓRBIGO


Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.
No pasará otra onda rumorosa del río,
no quedará este chopo envuelto en fuego verde,
no cantará otra vez el pájaro en su rama,
sin que deje en el aire todo el amor que siento.
Aquí, en estas riberas que llevan hasta el llano
la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos.
Aquí también las piedras relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes que corroe el arroyo.
Hojas o llamas, fuegos diminutos, resol,
crisol del soto oscuro cuando amanece lento.
Qué fresca placidez, que lenta luz suave
pasa entonces al ojo, que dulzura decanta
el oro de la tarde en el cuerpo cansado.
Hojas o llamas verdes por donde va la brisa,
diminuto carmín, flor roja por el césped.
Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre,
relumbra entre los troncos, abre su cuerpo al sol,
sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, miro arder todas las tardes
las copas de los álamos, el perfil de los montes,
cada piedra minúscula, enjoyada del río,
del dios río que llena de frutos nuestros pechos.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón..
© Antonio Colinas

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7 NADIE TE OLVIDA


No te has ido, Jesús. Tú no te has ido.
Estás entre los pliegues de la sombra.
Y en el llanto callado. Y en la risa
de los días de sol y primavera.
Y enredado en el brillo de los ojos
que mastican preguntas sin respuesta.
Braman en el oído los reproches
de tanta juventud abandonada
al afán de una senda sin retorno;
pero tu ser susurra en una esquina
la esencia del consuelo, la nostalgia
de los amaneceres, de la escuela,
de los primeros pasos en la vida
robada por la envidia de los dioses.
Porque tú estás aquí joven, eterno,
bullicioso, gentil, ilusionado…
Nadie te olvida. Vivirás jugando
entre los pliegues de nuestra memoria.


©pbernal
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ESTAMPAS DEL BELËN

V PEDRO


Se arremanga los calzones
el hijo del pescador.
Su padre, todo un señor,
disimula remendones
en redes y pantalones,
y un pescozón le propina
porque el muchacho es torpón.
Ninguno sabe que un día
ese Niño que nacía
le dirá: vente, Simón.


VI MARÍA


Pañales en el romero
solazábanse al relente.
En las trébedes, latente,
burbujeaba el caldero.
María, con un plumero
quitaba el polvo al establo.
Ladraba un can al retablo
y a un batir de mariposas,
y en una cuna de rosas
soñaba el Niño con Pablo…

©pbernal

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