martes, 25 de octubre de 2016

POLÍTICA


(árbol horizontal surgiendo de una roca sobre el sendero)


abren las piedras
osadía inaudita
puertas al cielo


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CUMPLEAÑOS

La estela de la vida va forjándose
contra esa flor que horada en el misterio
de la infancia... Y el galope tendido
hacia un entrechocar férreo de voces.
Sobre la muselina los abrojos
la espiral de los cantos mensurables
donde el naufragio la otra flor violenta
reviente como un pan único fruto.
¿Acaso derramar límites nuestros
mendigando la luz y ojos de tigres...?
¿Acaso árbol cuchillo o movimiento
hasta romper la oscuridad en cachos...?
Suele el tiempo afirmar con la evidencia
irrumpir inclemente en las moradas
y de tanto cansancio dormir ángeles...

©Ezequías Blanco

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42 POLÍTICA



pausado en ademanes
como exige el guión tan bien trazado
desgrana las verdades

en su comparecencia de intenciones
el agua va calando
sobre la piel curtida de la gente

en su expresión reflejan
ecos de aprobación y de rechazo

palabras se repiten
sobre la plebe dúctil y sumisa
que rompe con aplausos entusiastas
el mantra colocado en el discurso

la masa se disuelve

duda y certeza suenan agridulce
no cabe preguntar alguna cosa
un manto de unidad es importante

los medios siempre acechan disidencias


©Pbernal

martes, 18 de octubre de 2016

¿Décima o soneto?



vida florece
contra todo pronóstico
sobre la roca


PIENSA EL AUTOR QUE NO ES NI MITAD


Al despertar, la cama estaba fría
y el sol hacía equilibrio en la persiana
mientras yo mordisqueaba la manzana
de un sueño de mujer como ambrosía.

Me abrí al mundo en la ducha, que molía
en mi cuerpo maduro la galbana,
y busqué el pantalón, aquél de pana,
que tantos años sabe de mi umbría.

Salí a la calle como a la batalla,
buscando en las esquinas al sicario
que lleva en su navaja mi futuro...

pero no encontré más que un aire impuro,
un affiche del Ché y el recetario
de una vida pendiente de canalla.

©Luís Felipe Comendador

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TEMORES
(ni décima ni soneto)


Dolor temo causar. Gozo recelo.
Es mi duda tan llena de agonía
que me duelo del sol de un nuevo día
y de la noche cuando miro al cielo.
Aunque parezca que mi sino es duelo,
soy solo pregonero de cantares
lanzados al confín de los lugares
en afán de contento; de agradar.
Y aunque rendir quisiera este penar,
perder lazos de amor son mis pesares.

©Pbernal

martes, 11 de octubre de 2016

marinero


primavera 1

la fantasía
del espíritu vuela
sobre las aguas

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QUIÉN CABALGARA EL CABALLO


¡Quién cabalgara el caballo
de espuma azul de la mar!

De un salto,
¡quién cabalgara la mar!

¡Viento, arráncame la ropa!
¡Tírala, viento, a la mar!

De un salto, quiero cabalgar la mar.

¡Amárrame a tus cabellos,
crin de los vientos del mar!

De un salto,
quiero ganarme la mar.

© Rafael Alberti (De Marinero en tierra)

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39 MARINERO, MARINERO

En El Puerto, marinero,
espera un barco velero
a punto para zarpar.

(En caballitos de mar
llegan sueños a la orilla
ansiosos por navegar).

Marinero, marinero,
embárcame en tu velero
pintado de libertad,

que un vendaval justiciero
carga con fuego artillero
y lacera la verdad.

Las velas de tu velero
alas serán, marinero,
para aprender a volar.

Mi palabra, marinero,
inundará el mundo entero
de versos de vida y paz.

Dibujaré, marinero,
con sangre de jornalero,
la paloma de la paz;

y un barco; y un misionero
apóstata; y un barquero
varado en un olivar…

Surca la mar, marinero:
timonea bravo y fiero
contra el duro vendaval

de amores, y de guerreros
perjuros, y compañeros
masacrados sin piedad.

(En caballitos de mar
llegan sueños a la orilla
cansados de navegar).

En las alas, marinero,
de tu barquito velero
permíteme regresar

al El Puerto, mi sol primero:
en sus olas jugar quiero
por toda la eternidad.


©pbernal
(trabajo de taller)

martes, 4 de octubre de 2016

¿CUÁNDO UN TEXTO ES POESÍA?



fotografía
más allá de las nubes
el buitre negro


¿CUÁNDO UN TEXTO ES POESÍA?

Cuando leo un poema, suelo disculpar sus posibles imperfecciones: falta de ritmo, errores de medida, excesos verbales, aun anacolutos. No disculpo, desde luego, los lugares comunes ni la falta de originalidad. Pero todo ello lo minimizo si el poema contiene esa gema maravillosa que es un verso memorable.
No pienso que la Poesía sirva sólo para lo que la Prosa puede hacer, y muy bien por cierto: narrar, contar, enseñar, describir, divertir. Esto es, no me opongo a que un poema narre, cuente, enseñe, divierta. Pero su función no acaba ahí, y con sólo eso está tristemente incompleta.
Oigo a menudo inclusive el D.R.A.E. lo dice que el objetivo de la poesía es la “Belleza”. Aparte de que ese es un concepto demasiado cambiante, no la creo función exclusiva de la Poesía; yo encuentro bellísimo el Teorema de Pitágoras. Y las reglas del Arte... A estas alturas, ¿qué queda de ellas?
En cambio, a veces, sólo contadas veces, encuentro en algún poema uno o dos versos que saltan desde el papel y me transportan a un mundo distinto. Que golpean sin misericordia, que descubren otra forma de mirar la realidad. Versos por los que vale la pena hacer un viaje a las antípodas, versos que abren puertas insospechadas. Esas líneas mínimas consiguen que el poema sea poesía y lo salvan, como nos dijo Luis Rosales una tarde en Prometeo. Versos con magia. Los que hacían a Emily Dickinson sentirse “como si le hubieran dado un tiro en la cabeza”. Ellos componen el meollo de lo que hoy llamo “poesía”.
Si tratamos de recordar viejos poemas, veremos que sólo nos llegan fragmentos, versos sueltos. Así, “polvo seré, mas polvo enamorado”, “ojos claros, serenos”, “compañero del alma, compañero”, “recuerde el alma dormida”, “pero el cadáver, ay, siguió muriendo”, y mil más. Palabras felices que dan su valor al poema, que son el vehículo para que perdure y llegue hasta nosotros la Poesía.
Por eso, lo que me hace sentirme ante un verdadero poema es la aparición de ese verso, a lo sumo un par de ellos, que se quedan ahí, vibrando, siempre distintos a sí mismos. Y ese momento justifica cualquier espera.

Juan Ruiz de Torres

MUERTE DE UNA FLOR EN LANZAROTE

A Jorge Guillén, maestro

La luz junto a la luz. Abajo, sombra.
Al rumor del crecer, la flor se estira
—renueva cielo el Sol—; vive, respira.
Afirma la estatura que la nombra.

Un mar de espigas secas. Una alfombra
de pómez sobre un lago que es mentira.
El halcón, siempre abierto, gira y gira.
Un volcán de ceniza el campo escombra.

La flor, ya con esfuerzo, se endereza.
Duele vivir. Se dobla su cabeza.
No logra iluminar su corto aliento.

A golpes de amargura, a paso vivo,
se muere porque sí. Y antes cautivo,
su polen, al fin libre, se da al viento.

(1980)

©Juan Ruíz Torres (1931 - 2014)

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TINTO DE VERANO


Destellos acarician la esmeralda
de sus ojos de miel y aguamarina,
velada en la tumbona, en esa esquina
desde donde controla cada espalda.

Una pamela cubre, de Mafalda,
la rebeldía de la seda fina
de su cabello, negra golondrina
torrencial en su pecho de guirnalda.

La piscina refleja en la pantalla
solisombras de juegos y morralla
entre sonrisas, guiños y algún ¡hola!,

mientras mira y escribe y le da
al enter con el dedo, y así está
al mismo tiempo acompañada y sola

©pbernal