martes, 27 de septiembre de 2016

furtivos



Valle de Iruelas
un disparo amanece
junto al pantano
solo la noche sabe
de los furtivos

---

NUEVE

No juegas ya conmigo, tan orgulloso estás
que más allá de ti no necesitas nada.
Te observas incesante, sin embargo
te olvidas de que yo te soy tan parecida
que te describiría con la fidelidad
de un espejo: tan semejante a ti
que hasta podrías amarme sin temor a excederte.
Pero, si en desdeñarme persistes obstinado,
no importa, esperaré.
Mientras enhebro cintas de dulce terciopelo
en el blanco entredós de una tirabordada
o anchas randas de encaje infatigable labro,
atisbando estaré el menor de tus gestos.
Tan preciso lo retendré en mi rostro,
tan exacto, que pasado algún tiempo,
cuando la edad viril, arrastrándote
tras derruir la seda delicada
exija tus mejillas para sus arrayanes,
tu pecho como un muro para enredar su hiedra,
no tendrás más remedio que mirarme.
Y te verás en mí, adolescente, inmóvil
durante muchos años todavía.

©Ana Rossetti
(de “Dióscuros”)


MARU

Siempre recordaré su blanca camiseta:
con ella sus encantos, discreta, protegía.
Y su sonrisa eterna, leve, de escorrentía,
rastro de arroyo bronco bajando la meseta.

Proporcionado el cuerpo; figura pizpireta
tirando un poco a mucho su pecho de hidalguía.
Vencida junto al borde gritaba con porfía.
Caerse amenazaban su teta y su otra teta.

Alguien que confiaba en salida más airosa
y se ocultó en liviano vuelo de mariposa,
buscándole las vueltas, la empujó a la piscina.

Ella salió empapada. Su suéter esculpía,
confusa y codiciada, formas de fantasía…,
buscando en quién poner las iras de su inquina.

pbernal