martes, 17 de febrero de 2015

CARTAS

amanece, segundo 4


CONOCIMIENTO DEL REINO SUBMARINO


Ahora solo soy huesos. Los peces me conocen
y atraviesan confiados las cuencas de mis ojos.
Se han disuelto mis manos en la sal y mis piernas
crecen entre raíces en las rocas y el fango.
Recuerdo vagamente mi vida y sueño a veces
que hay plantas abisales coronando mi cráneo.
Por la noche mis huesos están tristes y echan
de menos el sonido de un corazón latiendo
y el pulso de la carne
que sirvió de alimento a la fauna marina.
Es la vuelta al origen. Me resigno y me digo
que ya andarán mis ojos entre perlas y estrellas
como siempre quisieron cuando solo eran ojos,
ni claros ni serenos, de un hombre en un naufragio.


©Javier Rodríguez Marcos
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CARTAS
Martes, 7

CANCIÓN DE CIEGO


Cuando la madre y la hija
enhebran el camino de la plaza,
un viejo y un niño ocupan la esquina.
Los rodean criadas y ociosos
en la encrucijada que lleva al mercado.


“Que nos libre el Dios del cielo,
Tener y ser envidiado.
Que una casa y una hacienda,
Y una familia es sagrado.
Y ninguno poderoso
Tiene derecho a tomarlo.”


Hay un gastado plato con ribete azul;
una caña larga; un viejo violín;
unas gafas negras…; un lote de sábanas,
de las que una pende sobre la pared.


“Pasó cerca de un cortijo,
Como a contarlo voy yo.
Vivía con su mujer
Un honrado labrador.
Un muchacho y una moza
Tenían entre los dos…”


Y, ante el auditorio, el viejo
se cala las gafas, y alerta al infante,
que coloca el plato en el centro del corro
y al lado se planta, dispuesto el violín.


“Era la moza muy linda,
Más que la luz que da el sol.
Una mañana de mayo
El Señorito la vio.
Y requirió sus favores
De grado o imposición.”


Con la vista al frente, el viejo señala
blandiendo la caña, la inicial viñeta,
colgada a su espalda,
y va desgranando, con voz poderosa,
marcando las sílabas de cada palabra:


“Pobre muchacha bonita
Musa rota de un pintor.
En su tiempo le nacía
Hermosísimo varón.
Y lo tomó el Señorito
Y para él se lo quedó.”


la hija lanzaba monedas al viento;
replica el violín;
el viejo seduce, místico silencio;
chistan algunos a quien rompe el halo
que ciñe la calle


“Hízose grande el muchacho,
Y el Señorito murió.
Y él seguía trabajando
En las tierras del Señor.
Pero no tenía nada.
Su padre lo abandonó…”


Demuda la madre, y arrastra a la niña
lejos de la esquina…

(de “Candela”)


©pbaediciones


martes, 10 de febrero de 2015

CARTAS




DESPUÉS


Tras la ceniza muerta de estos días,
cuando el vacío blanco de estas noches
se gaste, cuando la niebla de este instante
sin forma, sin imagen, sin caminos,
se disuelva, cumpliendo su tormento,
la tierra emergerá pura del mar
de lágrimas sin fin donde me invento.


© Sophia de Mello


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CARTAS

Lunes, 6


(La luz, como una piedra,
levanta los sucesos
enhebrando eslabones
hasta el final del tiempo.

Nada es verdad, ¿verdad?,
nada mentira.
Tal vez sea la verdad
tan solo una mentira
de mentira.

Duele la luz del día.
Y el horizonte incierto.
Y la pena celada
junto al sendero...;
tu mano de mi mano,
tu risa de cometa
en muda algarabía
con tu mirada clara.
Y el brillo de tu boca...

La magia del momento
cuando se marcha el sol,
y ese rayo de luna
que desnuda recelos…).

— ¿Esto es amor, amor,
o estoy soñando?


©pbaediciones

martes, 3 de febrero de 2015

CARTAS



Dedicado al león de las antiguas bañeras del Balneario Cervantes,
en cuya compañía pasé mis mejores horas de relajación.


EL LEÓN CONTEMPLA CON OJOS DE PIEDRA

El león contempla con ojos de piedra
su imagen plantada en el agua,
doble mirada hierática sin pupila.
La majestad de lo inmóvil, detenida en el tiempo.

Cabrillea la luz en las ondas y refleja
las melenas de mármol teñidas de rojo
del hierro que, eterno, suspende en el agua.
Y un cerco de hojas que a su lado se posa.

La ninfa, traviesa, apoya el pie en la nariz poderosa.
Sonríe sin miedo a la fiera,
pétrea imagen de blanco mojado,
y pisa con gracia al pomposo monarca.

Las cuencas veladas de los pétreos ojos
contemplan inertes la mancha dorada
de luz ambarina, rosada y morena,
de la piel mojada.

Quizá reflexiona la eternidad de la piedra
que inmóvil, fría y serena, reposa,
sin ver la efímera carne que flota en el agua,
alegre, ligera y caprichosa.

¡Cuán bello es de estatua el rey de la selva!
¡Qué eterna es la piedra!
Y cómo en el agua y el mármol
con brillos de luz resalta la hermosa.


© Lidia Falcón
Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real, 4 a 11 de agosto 2004




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CARTAS

Domingo, 5

Cuando mi mimas, cuando relatas
cuentos y risas, cantos y hazañas,
son tus ternuras y tus palabras
dulces de leche que no empalagan.

Narra leyendas tu voz lozana,
mansa de lumbre, blanda de lana,
viva de historias, rica de sagas,
fértil de sueños de buenas hadas
como tus brazos cuando me abrazan.

En tu consuelo seco mis lágrimas,
perlas de fuego sobre tu cara,
si en las tinieblas vienen nostalgias
y las alejas con tus palabras,

(nana, nanita, ¡ea! mi nana…)

Tú me sustentas y salvaguardas,
y me susurras de madrugada
para que sueñe con tu mirada.

Eres el día cada la mañana
cuando despuntan sus alas blancas
y de mi lecho tú me levantas.

Eres la calle y eres la casa
con sus paredes y sus ventanas;
y es tu regazo, son tus entrañas,
techo y abrigo, nido y bufanda,
dulce cobijo con que me amparas
de los calores y las heladas.
Nunca me dejes, mami adorada.

(Ea, ea, ea, ea, nanita nana).

©pbaediciones