martes, 3 de febrero de 2015

CARTAS



Dedicado al león de las antiguas bañeras del Balneario Cervantes,
en cuya compañía pasé mis mejores horas de relajación.


EL LEÓN CONTEMPLA CON OJOS DE PIEDRA

El león contempla con ojos de piedra
su imagen plantada en el agua,
doble mirada hierática sin pupila.
La majestad de lo inmóvil, detenida en el tiempo.

Cabrillea la luz en las ondas y refleja
las melenas de mármol teñidas de rojo
del hierro que, eterno, suspende en el agua.
Y un cerco de hojas que a su lado se posa.

La ninfa, traviesa, apoya el pie en la nariz poderosa.
Sonríe sin miedo a la fiera,
pétrea imagen de blanco mojado,
y pisa con gracia al pomposo monarca.

Las cuencas veladas de los pétreos ojos
contemplan inertes la mancha dorada
de luz ambarina, rosada y morena,
de la piel mojada.

Quizá reflexiona la eternidad de la piedra
que inmóvil, fría y serena, reposa,
sin ver la efímera carne que flota en el agua,
alegre, ligera y caprichosa.

¡Cuán bello es de estatua el rey de la selva!
¡Qué eterna es la piedra!
Y cómo en el agua y el mármol
con brillos de luz resalta la hermosa.


© Lidia Falcón
Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real, 4 a 11 de agosto 2004




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CARTAS

Domingo, 5

Cuando mi mimas, cuando relatas
cuentos y risas, cantos y hazañas,
son tus ternuras y tus palabras
dulces de leche que no empalagan.

Narra leyendas tu voz lozana,
mansa de lumbre, blanda de lana,
viva de historias, rica de sagas,
fértil de sueños de buenas hadas
como tus brazos cuando me abrazan.

En tu consuelo seco mis lágrimas,
perlas de fuego sobre tu cara,
si en las tinieblas vienen nostalgias
y las alejas con tus palabras,

(nana, nanita, ¡ea! mi nana…)

Tú me sustentas y salvaguardas,
y me susurras de madrugada
para que sueñe con tu mirada.

Eres el día cada la mañana
cuando despuntan sus alas blancas
y de mi lecho tú me levantas.

Eres la calle y eres la casa
con sus paredes y sus ventanas;
y es tu regazo, son tus entrañas,
techo y abrigo, nido y bufanda,
dulce cobijo con que me amparas
de los calores y las heladas.
Nunca me dejes, mami adorada.

(Ea, ea, ea, ea, nanita nana).

©pbaediciones

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