martes, 29 de noviembre de 2016

PINAR DEL RÍO, CUBA



claro del bosque
desbandada de ciervas
rama quebrada


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PINAR DEL RÍO, CUBA
Mi bisabuelo posa con uniforme a rayas
en un estudio de Pinar del Río.
Tiene aquel gesto grave del recién reclutado
que siempre había pensado que la patria
se almacenaba entre la naftalina
de las casullas nazareno y oro,
o en la tarde de sol de un patio de cuadrillas,
hasta que en el embarque
los labios del sargento se llenaron altivos
con la palabra España.

El mismo gesto del torero clásico
y algo meditabundo que se enfrenta
a aquella artificiosa soledad del retrato.

Pero, ¿en qué pensaría el bisabuelo
hace más de cien años
en el etéreo instante de la fotografía?
Reconstruyo esta historia colectiva
que es la misma de siempre. Es el soldado
que ve pasar la muerte a cañonazos
en la explanada de los palmerales
o la intuye acechando entre epidemias
sobre lechos de yodo. Y se imagina,
cuando acabe esa guerra, perdida de antemano,
con aquella mulata que tenía
un puesto de santera frente a la catedral
y sabía a vainilla
y a jugosa guanábana. Se piensa
convertido en indiano, propietario
de un ingenio de azúcar,
paseando el domingo con su puro
y su traje de lino almidonado,
con fondo musical de banda de kiosco
y un olor familiar a caramelos
tostados en la feria. No sabía
mi bisabuelo en el etéreo instante
en que fue retratado, que esperaba
un barco de tullidos de regreso
a la vieja metrópoli, el vendaje
gangrenado de pérdidas, Castilla
y los caminos de la trashumancia.

©Verónica Aranda
(De Postal de olvido, El Gaviero, 2010)

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40.- EL MILAGRO

Armado por la vida, recelando y
partiéndose la cara con cualquiera,
la soledad del monte le hizo huraño.
Arriba era el señor de su quimera.

Chocaba endurecido, y ofendía
al alba si empezaba a despuntar,
ajeno a los ensueños y aventuras
que le hubieran podido alborozar.

Hasta que en un instante
algo le conmovió.

Amago, duda, fuente cristalina,
campanilla, inocencia, comezón...
Atávicos temblores sacudieron
y desarmaron a su corazón,

cuando, forzado, tuvo que aguantar
la risa contagiosa de un bebé.


©Pbernal



martes, 22 de noviembre de 2016

en un otoño


casa abandonada
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en un otoño
acopio de recursos
leña cortada

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TRES OTOÑOS


Simplemente me son indistintas las sonrisas del verano,
y no busco misterio alguno en el invierno,
pero he observado casi sin equivocarme
tres otoños en cada año.

El primero es un desorden de la fiesta
a despecho del verano de ayer,
vuelan las hojas como pedazos de un cuaderno;
todo es húmedo, abigarrado y claro.

Los abetos son los primeros que entran en la danza,
echando sobre sí un transparente adorno,
sacudiendo de prisa las lágrimas momentáneas
a una vecina detrás de la cerca.

Así sucede apenas comienza el relato...
Un segundo, un minuto, y he aquí
viene el segundo, sin pasiones, como la conciencia,
oscuro como un ataque de aviones.

Todos en seguida parecen más pálidos y mayores.
Está saqueada la comodidad del verano,
y de las trompetas de oro las marchas lejanas
entre una neblina olorosa flotan.

Por las frías olas de su incienso está cerrada la bóveda alta;
pero se esforzó el viento, se abrió el espacio y entonces
se hizo comprensible a todos: termina el drama,
y esto ya no es el tercer otoño, sino la muerte.

©Anna Ajmátova/1943
(Rusia, 1889-1966)
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41 LA CUNETA
(cantar de ciego)

Cuentan que su joven vida era como un manantial,
y la daba generoso sin temor a la verdad.

Quien supiera aquella noche qué cosa pudo pasar,
bien se lo calla su boca a quien quiera preguntar.

Murió de un tiro en la nuca,nadie lo quiso tocar,
y empujado en la cuneta lo dejaron reposar.

Su despojo soterrado lo ha cerrado un vendaval
sin la caja, sin la ropa, sin fosa, sin cristianar.

Solo la tierra cobijo da a su cuerpo por piedad
y con el paso del tiempo estercola aquel bancal.

Cabello, manos y piernas, entrañas de mocedad
en huerta fue convertida, fértil, rica, sin arar.

Unas bellas flores bordan el túmulo sin marcar.
Y se repite el milagro de nuevo la vida dar.


(y cada primavera, salen las flores...)
©pbernal

martes, 15 de noviembre de 2016

meditaciones


sosiego en el pantano


en el pantano
tumultuosas aguas
fluyen tranquilas


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MEDITACIÓN DEL TACTO

La piel que transparenta un alma fría.
La piel que representa un fuego helado.
La piel que es la frontera de un callado
fluir de sangre herida en la que ardía
el secreto de luz del mediodía
y el enigma nocturno del pecado.
La piel acariciada por la aurora.
La arañada de blanco por la luna.
La piel que busca piel en su deriva.
La piel estremecida ante la aurora.
La piel que se hace luna ante la luna.
La carne tan valiente y fugitiva.

©Felipe Benítez Reyes
del libro "La misma luna", 2006


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36 JINETE DE SOMBRAS



¿Qué bulle dentro de ti? ¿A dónde se dirigen las fibras de tu espíritu?

A caballo de nubes caprichosas retozas al azar divagando deleites, éxitos, reconocimientos; asaltas castillos, subes montañas, cruzas bosques impenetrables, avasallas semejantes…

Buscas, exploras, investigas, conquistas; viajas a lugares imposibles esperando encontrar…; pero al rendir el día siempre tropiezas con las manos vacías.

¿Qué quieres? ¿A qué meta destinas tu energía?

A caballo de noches inventas fantasías. Ingrávido, planeas espacios desolados; giras sobre tu propia materia indiferente y al fin ves en el fango, oculto entre la sombra, la insoportable levedad de tu existencia.

Y sigues adelante, haciendo camino contra el viento, con la eterna pregunta en el extremo de tus dedos:

¿Qué te mueve? ¿Qué pretende tu ambición? ¿Hacia dónde te lleva tu existencia…?,

me digo cada día…


©pbernal

martes, 8 de noviembre de 2016

inverosímil


esperanza en Lanchaquebrada
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inverosímil
cuando el sueño se toca
si se consuma

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Llamas, vino


En el móvil la luz de tu llamada,
dices: mi cuarto frío… sé de un par de
cuerpos leña que se anhelaron, ¿arde
en la tuya mi boca recordada?

Te respondo que ya, que acudo en nada,
que derrito el asfalto de la tarde,
que ni un hueco en la mía que no guarde
ascuas, ¿sigue… la tuya en llamarada?

Para el arder a dos, llevo dos copas
y una botella helada de godello.

Verte beber, ser el cristal y verte
apurar el instante, ser sin ropas,
dar el vino al adiós, probar tu cuello,
tus dos húmedos labios... y beberte.


©Francisco Caro
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45. QUÉ SABE LA NOCHE…

En la noche dormida el silencio sospecha.
Sensaciones y sombras de la mano se van.
Acaricia la nube un murmullo lejano.
Un temblor resquebraja el espejo del mar.

En la noche sin luna el secreto traiciona.
Un sueño de ventura se ovilla en soledad.
Minúsculo bagaje. Una mano vacía
en el mortal viaje de una estrella fugaz.

En la noche desfilan de sombría morada
al murmullo lejano del espejo del mar,
y en la playa sin luna el silencio despierta
sueños de desventura, aprensiones de azar.

En la noche de sombras, con mínimo bagaje,
emergen convulsiones de muda soledad;
miran acongojados la precaria patera,
y acomodan su alma en honda oscuridad.


©pbernal

martes, 1 de noviembre de 2016

Tetis, Aquiles...



el oleaje
relieve y espesura
nace la calma

GORRIÓN

No olvido. No se aleja
este granuja astuto
de nuestra vida. Siempre
de prestado, sin rumbo,
como cualquiera, aquí anda,
se lava aquí, tozudo,
entre nuestros zapatos.
¿Qué busca en nuestro oscuro
vivir? ¿Qué amor encuentra
en nuestro pan tan duro?
Ya dio al aire a los muertos
este gorrión, que pudo
volar, pero aquí sigue,
aquí abajo, seguro,
metiendo en su pechuga
todo el polvo del mundo.

©Claudio Rodríguez
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PAISAJE
(Tetis: el encargo)


Azul de cielo sobre mar en calma.
Tupido bosque. Jungla temblorosa.
Verde campiña donde los rebaños
pacen hierba jugosa...

Majestuosos puentes, viejas rocas,
salvan arroyos, ríos, y un embalse
tranquilo, junto a un pueblo de labriegos
en la falda del valle.

Un carro, y un auriga, y una lanza;
y un torreón de piedra, desolado;
y una silueta lúgubre en un risco.
Y un hombre frente a un barco…

Trazos de forja van tomando cuerpo,
y en el escudo brotan los matices
del cincel gobernado por Hefesto,
para que muera hermoso el rey Aquiles.

©pbernal