martes, 8 de noviembre de 2016

inverosímil


esperanza en Lanchaquebrada
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inverosímil
cuando el sueño se toca
si se consuma

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Llamas, vino


En el móvil la luz de tu llamada,
dices: mi cuarto frío… sé de un par de
cuerpos leña que se anhelaron, ¿arde
en la tuya mi boca recordada?

Te respondo que ya, que acudo en nada,
que derrito el asfalto de la tarde,
que ni un hueco en la mía que no guarde
ascuas, ¿sigue… la tuya en llamarada?

Para el arder a dos, llevo dos copas
y una botella helada de godello.

Verte beber, ser el cristal y verte
apurar el instante, ser sin ropas,
dar el vino al adiós, probar tu cuello,
tus dos húmedos labios... y beberte.


©Francisco Caro
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45. QUÉ SABE LA NOCHE…

En la noche dormida el silencio sospecha.
Sensaciones y sombras de la mano se van.
Acaricia la nube un murmullo lejano.
Un temblor resquebraja el espejo del mar.

En la noche sin luna el secreto traiciona.
Un sueño de ventura se ovilla en soledad.
Minúsculo bagaje. Una mano vacía
en el mortal viaje de una estrella fugaz.

En la noche desfilan de sombría morada
al murmullo lejano del espejo del mar,
y en la playa sin luna el silencio despierta
sueños de desventura, aprensiones de azar.

En la noche de sombras, con mínimo bagaje,
emergen convulsiones de muda soledad;
miran acongojados la precaria patera,
y acomodan su alma en honda oscuridad.


©pbernal

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