martes, 5 de mayo de 2015

CARTAS





Caer en un rostro, existir
con su respiración y con su boca...
Cuando tú estabas en peligro;
tú gritaste, mas fue
en la garganta de otro ser humano;
se levantó tu cuerpo
y fue en los brazos de otro ser humano.
Entonces comprendías.
Y tu necesidad y tu dolor
no fueron nunca como antes. Tú
ya no ves signos. Ahora, tú desprecias
todas las dudas. Y tu pensamiento
no es espejo que calla; ya es amor
y destino y conducta y existencia.

©Antonio Gamoneda
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CARTAS


Jueves, 16

La sábana revuelta. La luna en la ventana.
Sueños de madrugada nacen en un rincón.
La sombra de la noche arropa con sus alas
el tenue desafío de tu respiración.

Un sueño temerario, más vivo (o más doliente)
eleva su sigilo trepado en algodón
y otea el horizonte vestido de pijama,
la mano en la visera y el ojo de ladrón.

Un vuelo de visillo encubre tus encantos.
(La luna marchitaba toda la habitación,
y un rayo de misterio, reflejo de un reflejo,
trazaba su sendero hasta tu corazón).

El sueño vigilante, inmóvil, apacible,
se sume en la congoja de una sutil pasión,
y busca y se desliza sobre un brocal en sombra
de fondo inescrutable de fuego y de carbón.

El ruido de la noche oculta tu silencio.
(La luna sonreía por su provocación:
caricias dibujaba la plata de su rayo
pintando fantasías de gozo y desazón).

Pendiente del misterio, alerta a sus mentiras,
enhiesto su deseo a punto de explosión,
el sueño se remonta sobre la luz de plata,
ingrávido, paciente, buscando la ocasión.

Mas tú, bañada en luna y en sombras jaspeada
vivías otro mundo sin consideración
al sueño trastornado por un sueño prohibido
que soñaba contigo… en tu mismo colchón.

Y al alba, cuando vino el sol a tu ventana
y el canto de la alondra de ti se distanció,
desanimado y triste, como la bruma tibia,
el sueño temerario en luz se disolvió.


©pbaediciones

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