martes, 6 de octubre de 2015

CARTAS


la flor del castaño de indias


SALUTACIÓN AL INGENUO

Un ritmo suicida y obsceno que rompa las horas
un asco con voz de cristal que provoque a las sienes
no tienen mayor importancia que tu vida extraña
tu vida, que sopla las hojas de un libro ya inerte.

No olvides dictarle a tus manos en tono de rienda
No olvides que toda tu piel se divide en cuarteles
Que aquello que encuentras en voces que en versos se lavan
ni roza la red de sepulcro que entero te envuelve.

¡Ingenuo! ¡Aquí viene el ingenuo!
Ya viene cubriendo de frases las grandes preguntas
Ya viene, colgando su angustia en hojas con nombre
negando al instante, a la hora, su flor necesaria,
sus tintes precisos, punzantes, de Penas Mayores.

Haz arte, haz arte si puedes, si quieres llegar
a la cita sabiendo la hora, sabiendo, quizá,
tu altura, el tamaño del viento, algún otro detalle.

Y di ingenuo, di idiota, la vida, si cierta
andaba rendida entre otros renglones.

© Julieta Serrano
De: Altar de los días parados
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CARTAS

Lunes, 27


El hombre del turbante, sentados en el suelo,
contaba a los muchachos de túnica y chilaba
historias junto al fuego. Los camellos dormitan
en la noche estrellada.

Historias de combates crueles y sangrientos
perdidos en el tiempo de su memoria vaga,
relatos de exterminio, de guerra y sufrimiento
de ayer. Y de mañana.

“— Cuando la luna brille en todo el firmamento
se romperá la noche con ruido de metralla,
labrarán en la tierra surcos de sangre y miedo
en la dura batalla;

eludirán la lucha; reservarán el fuego;
dibujarán la arena con tanques y con balas;
la máquina de guerra avanzará precisa
para salvar su causa,

mientras, los comerciantes, con especial esmero,
pedirán al soldado que proteja con rabia
esos campos de pozos sembrados de oro negro,
ahí está su ganancia…

Se pudrirán las aguas tranquilas del desierto
cuando los tanques huellen arena ensangrentada:
cautivos animales arrojarán lamentos
de sed contra las armas.


Paisanos y civiles, los niños y los muertos
gritarán contra el yanqui por su tierra quemada,
añorarán los tiempos del tirano depuesto:
no está su hambre saciada.

Cada extranjero vivo será un pirata nuevo
en busca del tesoro oculto en nuestra entraña,
y en todas las esquinas de aldeas y de pueblos
verán desconfianza.

Vomitarán azufre en la ciudad; y el pueblo
verá como construyen del cielo la muralla;
y nuestros propios hijos con armas enemigas
matarán su esperanza.

Soldados inocentes irán a las trincheras
nacidas al comienzo de nuestra noble patria,
y alentarán la muerte entregando la vida
al odio y a la espada”.

El viejo del turbante, sentados en el suelo
oscuros muyahidines de túnica y chilaba,
repetirá la historia. Kalasnikof vigila
en la noche estrellada…


©pbaediciones

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