martes, 22 de septiembre de 2015

CARTAS

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Subida al Abedular, de 1800mts


DESEO DE MADRUGADA

Ahora la madrugada trae un ramo
de rosas blancas. Pero no las quiero.
Yo no he venido aquí para estas rosas
sino para el aroma de tu cuerpo.

Despierto estoy. Tu cuerpo inolvidable
se precipitará hacia mi recuerdo.
Tú misma estás junto a la aurora triste
y te levantas firme sobre el tiempo.

Vienes a mí con 1a orfandad del día
abrazadoramente hasta mi lecho,
igual que el despertar de un largo olvido
o como la llegada del invierno.

Y yo, ciego y mortal, hacia tu carne,
hacia las soledades de tu pecho
pongo mi corazón y escucho. Tierra
tierra de nadie el corazón se ha vuelto.

Lo que fue una noticia de relámpagos,
una mano entregada desde un sueño.
Ahora no estás y un alba de jardines
abre sus flores para mi deseo.

Te amé tal vez por las doradas hojas
que iba en tu corazón reconociendo.
Pero hoy ya no. Que toquen los clarines.
Es la resurrección de nuestros cuerpos.

Nos alzaremos con la madrugada.
Desnuda estás y blanca. Es el momento,
el tiempo del abrazo. Y te vas. Queda
la noche gris sobre mi pensamiento.

No encontraré otro cuerpo de más vida
ni, dentro de lo vivo, más sereno.
Es la serenidad del alba. Vamos.
Al monte más distante subiremos.

Pero nos llaman a olvidar, hoy hace
sombra en todas las calles y en mi pecho.
Como una torre de cristal vacía
se me derrumbarán todos los sueños.

© Carlos Sahagún
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CARTAS

Sábado, 25



Por la llanura avanza
vil e invasora
una fuerza terrible
y atronadora,
punta de lanza
del Mercado que juega
con la esperanza.

Una reja terrible
rotura el cielo
para sembrar la tierra
de furia y duelo.
Llueven diamantes
que regarán los campos
de mendicantes.

Desde arriba los dioses
apuntan fino
para que los misiles
rompan con tino.
Los Generales
nada saben de daños
colaterales.

Llamas suben avaras
en holocausto
y dejan el mercado
limpio y exhausto:
la sangre roja
perfila en los cascotes
pena y congoja.

Amontonar escombros
es el dislate
del Poderoso Imperio.
Su disparate
trunca cosechas
de libertad: los odios
abren sus brechas.

Una noche terrible
llena los días
de niños harapientos
y algarabías;
suena el aviso.
y en la calle se queda
su paraíso.

Convenciones, Tratados…,
agua pasada.
El negocio lo vale.
Guerra ganada,
y el mundo es nuestro.
Arena venderemos
a este desierto.

Nuestra bola del mundo
tiene una llaga
por donde sangra el miedo y
la muerte amaga.
Las madres gritan
desde las sepulturas
que las habitan.

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Huyen de una masacre,
buscan la vía
que les lleve y confirme
la profecía.
Como una tropa,
ocuparán su espacio
dentro de Europa.

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Ciudadanos del mundo
lloran los muertos.
Con angustia y con ira
cavan sus huertos
y siembran flores
para borrar del mundo
tantos rencores.


©pbaediciones

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