LA BUSCO A ELLA
La bóveda, colores
y la noche serena;
sobre montes y ríos,
sobre viejas traviesas
con su locomotora,
rota la duermevela,
cien vagones arrastra,
viajeros y viajeras.
El rumor de motores
en el silencio quiebra
la leve telaraña
que trazan las estrellas.
El candil de la máquina
despabila tinieblas.
En la vía los sueños.
En el cielo, praderas.
A los lados, la noche.
Al frente, vía nueva.
Arriba, sobre el campo,
se va abriendo una brecha…
Un rayito de plata.
-La noche sigue cerca-.
Sentado en su cabina
la mira cómo trepa.
Y la sigue de lejos.
Y alcanzarla quisiera.
pbernal
hierro y humo
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Autocontrol
Desde que el ermitaño impuso el derecho de admisión en su caverna, se ha prohibido la entrada a sí mismo y duerme plácidamente a la intemperie.
José Manuel Dorrego
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domingo, 25 de enero de 2009
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