lunes, 12 de enero de 2009

Hierro y humo 1 (2 de 3)

EL PUEBLO

El pueblo desolado,
tendido en la ladera,
a la sombra de un árbol
aletargado espera…
Entre peñas y riscos,
cruzando torrenteras,
saltando por caminos,
por trochas, por veredas,
encontrarás el valle
y al pueblo entre la hierba.
Penoso es el camino
oculto entre las peñas,
estrecho entre las simas,
batido por la sierra.
Por entre los pinares,
debajo de la tierra,
los trenes van veloces
y callan su estridencia
cuando su marcha pasa
ante la estación vieja.
Sus campos de labranza
tornados en praderas,
acogen alimañas,
ortigas, madrigueras.
Los lirios y las rosas
afirman su belleza
entre la zarzamora,
el pasto y la maleza.
Las calles y las casas,
de adobes y de piedra,
de la tierra de siempre,
de la piedra tan nuestra,
en el suelo olvidadas
se juntan y se besan
unidas en el agua
después de la tormenta.
Los muros se deshacen
en las casas desiertas,
que lloran su desgracia
y sus historias cuentan.
Secretos y misterios
de una agonía lenta
invade los rincones
de alcobas y despensas.
Lejos quedan los días
de las promesas viejas…
La fuente de la plaza,
con su toro de piedra;
los arcos que salvaban
del sol y la tormenta;
las calles empedradas;
sus montes; sus praderas…
El pueblo, desahuciado
tendido en la ladera
oculto por la broza,
en su abandono queda.

pbernal
hierro y humo
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