12.- Bercimuelles
Arranca el tren en busca del destino
bajo estas atalayas:
aquí, precisa y breve, la memoria
perdura viva de la vieja historia
-corta, concisa, mocha-
de la estructuración apresurada
del ámbito de Atocha.
Cosas aquí pasaron, compañero.
Tú las tienes presentes.
Yo recordar no quiero.
Estrecha se quedaba
para el trajín que se le avecinaba,
y objeto fue de grave devaneo
-psicólogo y tumbona
por aquello de lo de Barcelona-
hasta que recurrieron a Moneo.
Atocha se complica, le dijeron;
obsoleta se queda tu gran obra.
Tenemos un disgusto
por el gran barajuste que queremos,
que nos parece justo
proporcionarte, Rafael, el gusto
de romper y añadir donde le sobre
espacio para lo que pretendemos.
Pesó, midió y aquilató Moneo
con trazos en el cielo y en el aire
y empezó el mamoneo:
con el tiempo pautado,
antes de que la aurora despuntara,
cierran espacios, desmantelan vías,
levantan las toperas, la mampara,
cortan megafonía,
descementan el brillo de la sala,
desmontan tuberías
con sus tripas de alambre y de metralla,
elevan celosía,
y luego la acristalan,
y hasta del parking cierran 30 plazas…
Cilindros abrazaron
a cada mástil, descubierta y rota
su zapata, por reforzar la base
soporte del avance de la cota.
Desdibujan el hueco del cliente
en polvo, ruido, hierro quejumbroso,
irrespirable, cáustico, macizo,
-hologramas palpables los viajeros
hacia su tren por burdo pasadizo-.
Meses de duda y fango
prueban su cortesía,
pues la cota y la rampa disfrutaron,
y el creciente esplendor de la excelencia,
cuando ese laberinto desmontaron.
Estas cosas pasaron, compañero.
Tú las tienes presentes.
Yo recordar no quiero.
La remodelación que hizo Moneo
de la célebre cota
no se debe tomar a chirigota.
Yo mérito le veo
a reforzar sin desmontar aleros,
sin detener los trenes,
sin alterar el pulso del viajero
por el campo de minas
embozado en el polvo del sendero
sin luz, sin aire, sin explicaciones
al pagano de las complicaciones…
-aunque mucho me temo que Moneo
no respirara el polvo del meneo-.
Ese polvo que todos respiramos…
Tú lo tienes presente.
Yo recordar no quiero.
No sé si fue Moneo o el meneo
creciente de las maniobras
que también a las vías
alcanzaron las obras
-no terminadas hasta nuestros días-.
Quitaron, empalmaron, añadieron
corazón, espadines y señales,
agujas, catenaria…, celosía
en los cielos sembraron,
cobre, cristal, amor y platería
sobre campos labrados
de hierro, piedra, canaleta y vía.
Hasta el carril de los andenes
sufrió modelación:
vías multiplicaron con bretelles.
¡Qué cosas nos pasaron, compañero!
La señal elusiva. La fantasma.
Modos de selección: los bercimuelles.
Vil discriminación con el puntero,
-si tú pides, yo pido…-
Tú lo tienes presente.
Yo recordar no quiero,
Mas, hoy por hoy, aunque sin conclusión,
al fin inauguramos la estación.
pbernal
desde mi cabina
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viernes, 2 de enero de 2009
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