sábado, 3 de enero de 2009

desde mi cabina, 2(6 de 6)

13.- ...en breves segundos
Para J. M. G. del R.*

Maniobras el mando hasta mellarlo
contra la última muesca de su jaula,
los ojos prisioneros en la aguja,
mano y pomo un gurruño.

La señal atraviesa en un destello
como poste de luz por la ventana.
Los técnicos no saben lo que ocurre.
Avanzan los segundos.

Tú sigues la carrera, y tus esfuerzos
diriges a invertir las inducciones
en los motores, para detenerlo,
como último recurso.

Viene la otra señal. Más allá el cambio
indica que te apartan de la vía,
y el pato vuela bajo y excesivo;
quiere tomarte el pulso.

Con todos tus sentidos en la marcha
desaforada y libre hacia la curva,
decides que abandonen la cabina,
que corran todos juntos,

e insistes, porque están paralizados,
clavados en el suelo, con los ojos
rendidos a la fuerza del destino,
que viene como un puño.

Atienden y te dejan, aunque gritan
que corras, que te pongas a resguardo
del golpe en cualquier hueco del pasillo,
que queda todo tuyo.

Pero al mando te aferras, y tu cuerpo
al respaldo se pega, temeroso,
mientras sufre bandazos y quejidos.
Rechinan hierros bruscos.

Has pasado, y suspiras. La topera
se vislumbra a lo lejos: un tabique
armado de ladrillo y hormigón.
Se acerca resoluto.

Misterios informáticos cambiaron
los tiempos de respuesta. Las señales
de los sistemas solo transmitían
vagas órdenes; humo.

Sonaron las alarmas, y el proyecto
cruzó la red y se tornó en picado,
al tiempo que pasaban por delante
cambios, sembrados, juncos.

No querías probar el morro virgen,
ni saltar el ladrillo y el cemento.
Ni demostrar tus nervios, si la sangre
se quebraba en tu mundo.

Fue el ímpetu bravío que te pierde;
tu ilusión por el tren que se desliza
por el hierro, que vuela; la osadía
frente a un ser inseguro:

tren en pruebas. Librado de los técnicos,
procesaste los datos, te afianzaste
al sillón, y saltaste la barrera.
Todo en breves segundos.

* JM. G. del R. soportó el choque de un Pato (AVE 102) en pruebas contra una topera, en la estación de Urda. Antes de la colisión forzó a los acompañantes a abandonar la cabina, lo que sin duda los salvó, intentando en su puesto minimizar los efectos de la colisión

pberna
desde mi cabina
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