lunes, 5 de enero de 2009

desde mi cabina, 3 (2 de 7)

15.- Horizonte

Me llamas, horizonte, con destellos de fuego y esperanza.
(Susurro una plegaria a los dioses por tanta maravilla.)
Tus nubes de colores juegan con el añil sobre una villa
perdida por la bruma en lontananza.

Con el cielo te juntas más allá de la punta de mi lanza.
Me llamas, horizonte, a compartir tu mesa; y en mi silla
azuzo los caballos. Rompe en espuma el mar contra mi quilla,
y a tu refugio mi pasión avanza.

Pero la línea fija que tan lejos señalas, horizonte,
la veo entorpecida por el arroyo y el reloj y el monte,
como si fuera quieto, sentado yo tras una balconada.

Si cada vez que corro huyes de mis afanes de tocarte.
Si cuando me detengo me incitas a seguirte y a encontrarte,
esperaré a la noche: unidos ha de vernos la alborada.

pbernal
desde mi cabina
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Paca Mora

Madrugá del mes de Mayo
cuando los trigos peina la brisa
Paca Mora va a caballo
entre los toros de su divisa.
De lejos la van siguiendo

los ojos negros del mayoral
que al tiempo la está queriendo
sin que su boca le diga ná.
La niña también lo quiere

y no lo deja entrever
y antes morirse prefiere
que publicar su querer.
Paca Mora, ¡Ay, Paca Mora!

Yo sé que te dan llorando
las claritas de la aurora.
¿No estás viendo, compañera

que el secreto de tus labios
lo delatan tus ojeras?
Deja a un lado los blasones

de tu orgullo y condición
y abre puertas y balcones
pá alegrar tu corazón.
Hazme caso, Paca Mora

y que no te den llorando
las claritas de la aurora.
Paca Mora va a caballo

soñando alegre con un "te quiero"
y de pronto, igual que un rayo,
le sale un toro por el sendero.
corrió el mayoral celoso

a la defensa de su querer
por pronto que quiso el mozo
llegó la muerte primero que él.
La niña ya en la agonía

sonríe al verlo llorar
y en la mañana encendía
corre volando un cantar.
¡Paca Mora, ay Paca Mora!

Por ti se quejan llorando
las campanas de la aurora
y la alondra mañanera

va diciendo a la amapola:
¡Ay que pena compañera!

Qué desgracia de este toro
que en la sombra y a traición
me robó la flor de oro
que nació en mi corazón.
¡Qué penita, ay Paca Mora!

Con mi voz irán doblando
las campanas de la aurora.

Quintero, León y Quiroga
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