18.- La tarde mágica
Rumor y sosiego. Ruido adolescente.
Juegan unos niños. Música en el agua.
Habito la sombra de un tilo gigante.
Su fronda mitiga del astro la flama.
En el horizonte, la enramada verde
trenza picos blancos de nieve: gargantas,
peñascos y grutas donde se guarecen
gacelas, venados, águilas y cabras…
Más allá del llano, salvando los tejos,
del río revuelto las agua más bravas
lamen las orillas de grises praderas,
fértiles vergeles, quintas y majadas.
Un tren. Su penacho de nube de plomo
pinta con acero la bóveda clara.
Coches a la sombra. El sol centellea
cuando en sus cristales el fuego resbala.
Solo, en la penumbra fresca, y entregado
al arrullo dulce del mirlo que canta,
olvido mi vida por esos senderos.
Y disfruto el tiempo de la tarde mágica.
pbernal
desde mi cabina
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jueves, 8 de enero de 2009
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