Piñas en flor
Ama y haz lo que quieras
Noche de frío, la luna brillaba
rara, viento, escarcha; la ciudad no se había despertado aun; una indefinible
agitación preludiaba la ruidosa actividad del día.
7
horas. Tren rumbo a Granada, madera, vapor, traca-traca, bamboleo, traqueteo.
Los
pasajeros, relajados, observábamos el paso de los edificios, luego campo, más
allá granjas, una recta.
No
era extranjero. Cara alargada, barba incipiente, ni alto ni bajo; qué guaperas,
que, sentada enfrente, eclosionada ante esa visión nada fantasmagórica, invoqué
a Cupido. Afrodita se adelantó. Taquicardia. ¡Uf! ¡Qué calor!
¡Qué
verborrea! Hombre y mujer platican del AMOR, no el de la esclavitud, sino el de
Prevest:
“He
ido a todos los mercados
y
te he encontrado, mi amor.
Pero
huí al mercado de las esclavas
y
no estabas tú, mi amor.”
El asombro, los sentimientos…
“Corazón, corazón no me quieras matar corazón” hacen estragos en nuestro pecho.
Creí ser la Gioconda: sonrisa infinita, cierto aire de desliz imprevisible: una
nínfula coqueteando con su Leonardo.
Pregunté:
¿el azar existe? “Nada está escrito.” (Joseph Conrad). Las líneas de este
pasaje duraron diez horas. Intercambiamos remembranzas: música, fotos, cine,
pinturas. Cinco sentidos exprimidos en diez horas.
El
controlador exclamó: ¡Gra-na-da! Maletas en diez minutos.
Ese
cariño, duración diez horas, no fue efímero. Como era de noche, recordamos
“Turandot”:
“Nessum
dorma…” Pálpito del alma, cruz y delicias, delicias del corazón. Empapados con
las lágrimas de la lluvia nos despedimos.
Nunca
volví a verlo, desaparecía como un velero en el mar. Mis fueros persisten en
una poesía. Hoy la he leído; parafraseando a Becquer, exclamé
“Hoy
lo he vuelto a ver;
Hoy
creo en Dios”:
Un relato de Inés Fontana Trotti / 2024