martes, 14 de octubre de 2008

Emma (para Emma López Alcaide)

Desde la prominencia de este monte;
de la cima redonda del otero,
un sabio mira sin saber a dónde,
temeroso de no ser el primero
en ver la figurilla pizpireta
de una rosa juncal, linda, discreta.

Sus ojos en el viento se recrean
como ave suspendida en el vacío;
se mecen en el aire; se marean
en un soñar de azul en el estío,
y buscan a la flor llamada rosa
juncal, discreta, linda: primorosa.

La rosa de los vientos se interesa
por ese llanto de los ojos viejos;
de la ceniza toma una pavesa
y se lo lleva lejos, lejos, lejos…;
allá donde tener pueden la clave
de esa rosa juncal que lleva el AVE.

pbernal
de tren de otoño

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