Tras la puerta cerrada
que nadie ya traspasa,
ramas entretejidas
han robado el camino
que ayer fue nuestro.
Reclamé tu presencia,
la memoria,
el tiempo,
la quimera
y el ansia
de sentir tu calor
y agonizar
entre el remolino blanco
con olor a lavanda.
Y despertar creyendo
que soy adolescente.
de Ángeles Chozas
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VOLAR
Volar
como pájaro,
¿Por dónde? ¿Hacia dónde? ¿Por qué?
Posarse un instante en las ramas,
y, volar otra vez.
¿Por dónde? ¿Hacia dónde? ¿Por qué?
Posarse un instante en las ramas,
y, volar otra vez.
Ir
en pos de otro cielo,
de otro Dios ir en pos;
mas, después de apagado ese vuelo
no alcanzar ese cielo,
ni siquiera el consuelo
de encontrar ese Dios.
de otro Dios ir en pos;
mas, después de apagado ese vuelo
no alcanzar ese cielo,
ni siquiera el consuelo
de encontrar ese Dios.
Y
pasar solitarios y errantes,
sin fe en nuestros pechos,
sin techo,
ni hogar.
Con la eterna quimera de cantar,
siempre adelante;
de saber que podemos,
si queremos
volar.
sin fe en nuestros pechos,
sin techo,
ni hogar.
Con la eterna quimera de cantar,
siempre adelante;
de saber que podemos,
si queremos
volar.
No
vivir en un sitio:
esperar la mañana en un valle florido;
cuando venga la tarde estar lejos del nido,
y volar
por el mar...
esperar la mañana en un valle florido;
cuando venga la tarde estar lejos del nido,
y volar
por el mar...
No
pensar más en la vida,
sentir el pasado cual un yermo vacío,
no llorar las nostalgias de la fe destruida,
ni sentir más tristezas si en invierno hace frío.
sentir el pasado cual un yermo vacío,
no llorar las nostalgias de la fe destruida,
ni sentir más tristezas si en invierno hace frío.
No
vivir la misma hora en un día,
cambiar de facetas como el prisma de Inés:
cantar hoy la pena más honda y más fría,
cantar enseguida el placer más fecundo:
cantando la pena primero,
que venga el placer un segundo,
después.
cambiar de facetas como el prisma de Inés:
cantar hoy la pena más honda y más fría,
cantar enseguida el placer más fecundo:
cantando la pena primero,
que venga el placer un segundo,
después.
Volar
como un pájaro.
¿Por dónde? ¿Hacia dónde? ¿Por qué?
Posarse un instante en las ramas,
y, ¡volar otra vez!
¿Por dónde? ¿Hacia dónde? ¿Por qué?
Posarse un instante en las ramas,
y, ¡volar otra vez!
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APILAD LOS CADÁVERES
La memoria murmura los nombres olvidados
de las cosas,
los paisajes que fueron arrasados por las
constructoras
y aquellos espacios que alguna vez
parecieron vacíos…
pero hay gente que existe
y baila
y llora
y sueña
mientras escribe solicitudes
para ocupar los espacios que parecen
vacíos…
El lugar de la huella no es de nadie,
pues el tiempo macera su venganza
tranquila
y deja que la vida consiga ser rumor
y no otra cosa…
luego,
la muerte avanza,
siempre avanza,
y lo hace con sus pancartas viejas,
como manifestándose,
con sus gritos ajados para arengar al
hombre…
“tú eres la más elevada criatura,
el perfecto, el sublime, el que ocupa
los tronos,
el fuerte, el que razona, el que
conmueve,
el capaz de cualquier heroísmo,
el que contiene el genio y lo
administra,
el que encuentra la gloria,
el que domina todo cuanto mira,
el que administra el espacio y lo
somete…
pero el tiempo no es tuyo…”
La muerte avanza,
y ríe,
pues sabe que la tetera permanecerá junto
a las tazas,
que en Londres lloverá
y hasta la mancha que cayó en el cemento
podrán sobrevivirte
sin tanto alboroto como tú levantaste…
Apilad los cadáveres,
porque yo soy la hierba y necesito abono.
14
O bella ciao
El traje
tucci gris cobalto; zapatos martinelli; camisa de muaré; gemelos de oro;
corbata ascot azul a juego; negros guantes de piel sobre la mesa, junto al
sombrero traveller de fieltro; raya intachable de su pantalón…; última planta
del edificio, quimera de moqueta sumigram, frente a un cristal que llena la
pared.
Con gafas
de sol morgan, contempla los magníficos paisajes. En su atalaya siente el
dominio de las panorámicas del mundo de sus complejos negocios. Le abstrae el
exclusivo espacio, y crea sutilezas para embrollar oscuras industrias
lucrativas; define tácticas; imparte decisiones seguro entre las nubes y guardianes.
Como el General con su Estado Mayor lejos del frente, dirige mis veladas
ofensivas…
O bella
ciao bella ciao bella ciao ciao ciao…
En el
suburbio, a pie de calle, elevado en la caja del camión, se alza el capataz. Le
rodean hombres y mujeres silenciosos, la boina o el pañuelo en la cabeza; las
manos desnudas; la mirada fija en su tribuna. Pelean por la primera fila; se
apretujan como una piña; disputan el lugar que ocupan, y observan su ademán en
lo alto del improvisado estrado de cada día. Esperan sus monosílabos. Su mirada
sobrevuela la muchedumbre, y dice: tú, tú, tú… no hay pa más. Caras de decepción, de tristeza, de rabia, de hambre, se
dispersan como humo de paja en el estío: cabizbajos, arrastrando los pies,
dubitativos; el rumbo tornadizo, unos van hacia el bar, por si les fían; otros
a casa por si les llamaran; los más rondan las calles a buscar, a ver si cae
algo, a esperar un mañana…
O bella
ciao bella ciao bella ciao ciao ciao…
Un ejército
de precarios en furgones, bicis, ciclomotores, invade las calles en la ciudad. Trayectos
cortos, truncados por paradas presurosas. Siguen un Hilo de Ariadna programado
roto constantemente como en el juego del Hilo Cortado al que jugábamos de
niños; llevan el drama de la subsistencia, de la delgada línea roja de la vida
en la yema de los dedos: llaman al timbre, insisten porque de la respuesta
depende su eficacia. Hacen la entrega con sonrisa encantadora, falsa; y pensamientos
de impotencia, de odio dirigido a… quién sabe. Retoman el cabo, van a otro
lugar, a otra llamada, a otra premura, a otra sonrisa, a otros pensamientos de
odio y eficacia, y empiezan sin fin. Tensión en el estómago, punzada en las músculos,
angustia en el deseo: que esté, que no falle, que cumpla…, y a la Central, a
cargar nuevos pedidos; devoluciones, malas caras, sonrisas falsas, pensamientos
de impotencia, de odio…
O bella
ciao bella ciao bella ciao ciao ciao…
Estamos
todos, yo al calor, la calle abarrotada, somos muchos, si votamos ganamos,
coreamos consignas, nos miramos de reojo, aprendemos de oídas, convencidos, por
simpatía como explosión de dinamita, contundentes, todos a una, vociferamos,
cantamos, gritamos, contra el Paro, contra el Trabajo Precario, contra los
Fraudes de Contratos Laborales, contra los Falsos Autónomos; contra la Ley
Mordaza, contra las Mentiras de la inseguridad, contra el Miedo; contra la
Incriminación de los Inmigrantes; contra La Pobreza; contra el Cambio Climático,
contra la Deforestación del Amazonas; contra la Discriminación de la Mujer,
contra el Feminicidio; contra el abandono del Estado del Bienestar, contra la
Privatización de la Sanidad, de la Educación, de los Servicios Públicos; contra
la Publicidad de Casas de Apuestas; contra la sombra sobre las Pensiones; contra
el Precio de la Luz; contra la Bajada de Impuestos a los Ricos… coreamos las
Pancartas; a los Animadores, a los Cantantes; aplaudimos a rabiar cuando leen
el Manifiesto…, y la Mani se disuelve sobre el asfalto en un lánguido y
deshilachado abandono…
O bella
ciao bella ciao bella ciao ciao ciao…
Me alejo
tras un grupo, me dejo llevar. Entran en un bar abarrotado, yo detrás. Echan un
trago, birras, bravas, una de jamón, y yo también; los sigo a un botellón,
dejan tibio el asfalto; vagabundean con minis, y en las calles los tiran;
acaban en una casa, pizzas, baile.., y yo con ellos; hablan del Black Friday,
sus compras, amazon, instagram; juegan, beben, ríen, hablan… llenan bolsas, las
tiran entre risas, la acera estercolero; yo me alejo cansado, busco donde pasar
la noche, olvido los motivos de la Mani. ¿Cómo cambian el mundo los sin techo…?
Calla y ¿me
observa? ¿Espera mi reacción? Terca, una voz repica lejana: Stamattina / mi
sono alzato / o bella ciao bella ciao bella ciao ciao ciao…
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