martes, 14 de noviembre de 2017

EL DÍA QUE ME DESPERTÉ Y ERA MISS UNIVERSO


el musgo y la roca

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las opiniones
las noticias pantalla
frotar de manos

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“EL DÍA QUE ME DESPERTÉ Y ERA MISS UNIVERSO


Fue un día muy normal, en primavera.
Un día de tostadas y café y ducha y coche y curro y coche y casa.
Pero sabía que algo había cambiado.
Lo notaba en el aire, en el ligero
tictac de mis pestañas, en
la hinchazón de mi labio superior,
en mi
esternocleidomastoideo.
Al entrar en el bar y preguntarme
el camarero “¿Qué desea?”,
le respondí: “Que no haya hambre en el mundo”.
Bizqueó, se apartó de la mesa, amablemente
me trajo una ensalada.
Me comí sólo la lechuga, sin sal. Saqué del bolso una manzana verde.
Me comí la mitad. La otra la envolví en tela de raso, azul, muy suave.
Cuando, al pagar, alguien me dijo “Gracias”,
yo respondí: “Gracias a ti, al jurado,
a las instituciones que hacen
posible este concurso,
a las autoridades y
a mi querido público que me sigue y me apoya en mi página en Facebook y otras redes sociales”.
Después salí, me coloqué la banda, que se había quedado enredada en el bolso,
y fui fijándome en las chicas que andaban por la calle.
En su elegancia, su personalidad, su porte, su pose y su seguridad
al caminar con paso decidido por la escalera blanda de la vida.
Me supe superior, me supe bella,
me supe seguidora de Confucio,
me supe alta y risueña y positiva,
me supe, finalmente,
venezolana.
Caminé por la acera como si fuera alfombra
roja de gala, regalé mi sonrisa
amplia y rosada y gliss a los transeúntes,
limpié de malas vibraciones el mundo con mi amor
universal,
y luego llegué a casa,
me depilé, comprobé la tersura de mi cutis, la
liviana gravidez de mis dos pechos,
y antes de irme a la cama imaginé
más premios, más certámenes, más cenas suntuosas,
más hoteles,
más limusinas,
más damas de honor.
Al día siguiente,
creo que era martes,
desayuné,
volví a mi vida gris,
compré el periódico,
me miré en el espejo
de un bar
y sonreí."

de Gonzalo Escarpa

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TAL VEZ SÍ…


Aquella tarde el cielo
desbordó previsiones. La tormenta
administró con celo
el agua por su cuenta:
una venganza triste, virulenta…

No fue así…

Reían los amigos
delante de tu cara colorada.
Ellos eran testigos.
La querías sellada,
y descubriste tu verdad callada…

No fue así…

La tuya la rompió.
La que quedaba. La jarrita buena.
Fue cuando comentó
la narración ajena.
Era callarte tu peor condena…

No fue así…

Que si los niños juegan
a inocentes diabluras infantiles.
Y jugando se pegan
como los zascandiles;
y se esconden; y apagan los abriles…

No fue así…

Si vamos, porque vamos;
y si no, cara de pena, mala leche.
Con el enfado andamos,
y el humor, escabeche.
No sé que es lo que quieres que te eche…

No fue así…

Tus cosas, importantes.
Cualquiera pone en duda tus razones,
y enfrenta tus chocantes
y raras opiniones…
Más me vale acatar tus decisiones…

No fue así…

Llegué, pero no estaba.
Sentí desasosiego; la impaciencia
le hizo sentir esclava.
Cosas de la experiencia:
en el temor descansa la conciencia…

No fue así…

Te llaman, pues escucho
un murmullo de voces en el fondo.
¿Un ladrido de chucho…?
No me seas cachondo.
Como equivocación sale redondo…

No fue así…

Se te pasó la mano.
Tantas fueron las cosas que perdiste…
Te veo tan cercano
al imbécil del chiste…
Sorprenden las migajas que me diste…

No fue así…

Me pediste…; y un día…
Recuerda tantas cosas que te daba…
A todo yo asentía.
Pero te ilusionaba
negarme lo que tanto ambicionaba…

No fue así…

No es hora cuando llegas.
Me miras. Nada digo. La respuesta
piensas. Y luego alegas…
mejor después. La cesta
habrá que abrirla. Aunque sea molesta…

No fue así…

Para mañana es tarde.
Vamos a dialogar. Ninguna excusa.
Te espero, ven. Que arde
la llama de la blusa:
quememos toda la razón confusa.

No fue así…

…de acuerdo, dialoguemos.
Sé lo que quiere tu alma enamorada.
Quieres que suavicemos
la llama colorada…
Que, como siempre, todo quede en nada.

Tal vez sí…


De “Variaciones sobre el ocaso”, 2005

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OULIPO, CONTINUACIÓN

…Lo último que recuerdo es que la amanecida me pilló caminando en bolas por la Gran Avenida y la sensación de haber vivido una noche loca, Su Señoría

¿Y qué fue de la misteriosa dama que dijo llamarse OULIPO?
De cabellos rubios y joven como usted, Su Señoría. Conjeturo que la dama en cuestión apuntaba alto y yo no levanto un palmo. Sencillamente ocurrió el proceso de transustanciación, al que estoy ya acostumbrado. Me explico: al principio las mujeres me ven resultón; eso me da alas, lo cual es bueno, pero no tanto, porque a mi el éxito me sienta muy mal, me pone muy nervioso y me acarra el poco sentido de oportunidad que la naturaleza me ha dotado, conduciéndome ipso facto a realizar un fárrago de locas propuestas de dormitorio, que las chicas, salvo rarísimas excepciones, rechazan ex profeso. Bueno, para ser más exactos me gritan: “¡Vete a la mierda, asqueroso sátrapa! Eso debió ocurrir, Su Señoría.
He oído con mucha atención su declaración, caballero. Decreto procrastinar su libertad, y pase otra noche en el calabozo, tontolaba.
En la noche siguiente el reo, tuvo sueños eróticos con Su Señoría…

De Blas Mendiola (taller sonrisas)

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