martes, 7 de noviembre de 2017
CITA CON OULIPO
Foto de Blas
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ninguna linde
contendrá los impulsos
de fantasía
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LAS AFINIDADES ELECTIVAS
Un día te enamoras
y le dices a Dios que te has enamorado
y Dios te contesta venga venga venga qué me estás diciendo
tú no has hecho nada
no mataste a Lorca
no jugaste a las damas con un sinhogar en Nueva York
no dijiste las horas en Venecia
pero Dios mío yo estoy enamorado
la carne me hierve en la consulta de los equilibristas
los equinoccios saltan en mi piel Señor
la marea hoy ha cubierto Baleares
y Dios te mira con su cara de paloma
con su cara de madrugador
con el reloj de tu padre mientras contaba con el cinto
tus repetidos suspensos en matemáticas
venga venga dejémoslo te invito
a unas cervezas en el bar
te invito a llorar bajo mi chaqueta
mira las luces llegan de poniente
soy el amor
te dice
tú
no
nadie
Urceloy / Noviembre 2017
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GALOPA
Sobre la verde pradera,
galopa, caballo blanco.
Galopa… Nadie te espera.
Suenan las cacerolas.
En el fogón, la lumbre languidece.
Cantar de caracolas
mientras, tímido, cuece
el tiempo, y en tus manos amanece.
Galopa. Nadie te espera.
Galopa, caballo blanco,
sobre la verde pradera.
De “Variaciones sobre el ocaso”, 2005
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CITA CON OULIPO
“Veamos; ¿Qué tiene que decir? Sea breve”
“Pues verá; serían las cuatro de la madrugada y el sueño no llegaba. La noche insomne me arrastraba al delirio. Sonó el smartphone. ¿Cómo puede ser?, pensé, si lo había desconectado antes de irme a la cama. “Te espero bajo el puente de madera del parque, junto al Palacio de Cristal. Abrígate, la noche está fría. Por favor, no tardes”, decía el whatsapp. Cerré la aplicación y me volví a la cama desconcertado. Imposible conciliar el sueño. Aguanté un rato que se me hizo muy largo. Dudé, hasta que al fin resolví acudir a la cita. En la calle mis pasos eran todo el ruido que se oía y mi andar el único movimiento. Salté la verja que custodia el parque. La silueta de una persona, sin duda femenina, se proyectaba sobre el arco del puente. La curiosidad empujaba más que la oposición del miedo. “¡Hola!”, dije, “Me llamo Blas”. “Lo sé, tontolaba. Yo me llamo Oulipo, y, como ves, estoy en pelotas con este frío, para enseñarte mis vergüenzas y aprendas a exhibir sin rubor las tuyas”. Lo último que recuerdo es que la amanecida me pilló caminando en bolas por la Gran Avenida y la sensación de haber vivido una noche loca, Su Señoría”
De Blas Mendiola en “Escritura creativa”
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