martes, 18 de septiembre de 2018

Me he vestido de mí



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prometedora
iluminas la senda
bajo la zarza

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ME HE VESTIDO DE MÍ

Me he vestido de mí,
salgo a la calle
con un sueño
prendido en la solapa,
y siento que me miran
extrañados
porque el sueño
ha rasgado mi camisa
como un tenue
papel
o sutil gasa,
se va empapando
lenta,
hasta que caigo,
¡La camisa
es mi piel!
por eso sangra
al abrirme un ojal
donde prenderme
esa rosa de sueño
ya marchita.

De M. Sáez García, 2013
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XXX

Las voces inundan la sala.
Ancianos. Adultos. Chiquillos…
Los acompañantes

La espera, tomiza.

(Y nadie cuestiona
que sea ceniza.)

de apuntes, 2001
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QUE NO TE LO CUENTO YO, QUE ES ADAM SMITH

En «La riqueza de las naciones» Adam Smith afirma que es difícil ganarse la vida con profesiones que mucha gente está dispuesta a llevarlas a cabo por diversión, y ponía el ejemplo de los cazadores. Yo inmediatamente pensé en la escritura: mucha gente está dispuesta a escribir sin pensar en una recompensa económica inmediata. Expresado en términos económicos: existe un exceso de oferta de escritores. Lo raro, el material realmente escaso y valioso son los lectores. Los escritores (o al menos los que me buscan a mí) ofrecen algo devaluado (la escritura) y demandan de mí algo escaso y valioso (la lectura).
De esto aún no he hablado: también me escribe gente que quiere enviarme una reseña que alguien ha escrito sobre su libro. A estos les contesto que claro, que me envíen su reseña y entonces yo les enviaré alguna reseña que alguien ha escrito sobre mis libros. Entonces se produce el silencio. En términos económicos: el escritor quiere demostrar que existe una demanda de su trabajo (alguien le ha leído) y por eso es valioso. De lo que se desprende, como corolario económico, que el negocio no está en ofrecer libros sino en ofrecer horas de lectura. El negocio está en tasar un precio competitivo.
Creo que, al fin, están calando en mí las teorías sobre el emprendimiento. Mis profesores de la facultad de Empresariales de la Carlos III pueden estar hoy muy orgullosos. Ahí va un emprendedor por el pasillo, camino de abrir la nevera o algo.

De David Pérez Vega
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