martes, 2 de julio de 2019

Y POR QUÉ…


Cadalso en llamas
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aurora pinta
rosas en la mañana
nacer cantando

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ALGUIEN CANTA

Para Julio César,
poeta de mi “generación”


Hoy cantan potas en la colina
una canción de viento,
una canción que llora
y tú estás saliendo del escenario
haciendo un triste solo de violín.

Perlas de lluvia lavan mi cabeza
porque de mi ducha sale agua sucia.

y me alimento de rosas del cielo
del color de un amanecer extraño,

te imagino paseando en el Bronx
con el amuleto que te colgué,

te imagino nadando en ese océano
que alguien olvidó poner en el mapa,

y acabando las letras de tus pasos,
despierto. Así te imagino hoy.

Y te quiero, amigo,
comprando once murmullos
por casi nada.

Marisol Huerta
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Y POR QUÉ…

Y por qué si pensabais que la vida es sagrada…
Y por qué si jurabais que dentro todo era…
Y por qué si soñabais una mejor manera…
Y por qué si gritabais repudiando a la nada…

Y por qué si luchasteis contra el fin de la nada…
Y por qué si vencisteis para cambiar la era…
Y por qué si creasteis diferente manera…
Y por qué si forjasteis aquella ley sagrada…

En la mesa la sopa de pan y de tomate
soltaba sus vapores sobre la noche fría.
Las preguntas sonaban a firme jaque mate.

Los mayores callaban, sus ojos en la umbría,
buscando en la salida al menos un empate,
cuando la madre dijo: ¡come ya, que se enfría…!

Pb/2019
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LA BALDOSA

Con la mayoría de edad reciente, su empeño inmediato fue sacarse el carnet de conducir, y en poco tiempo lo consiguió. Sin un porvenir decidido, aún pendiente de su formación académica, ansiaba ponerse al volante de cualquier cosa que tuviera ruedas, descartando un coche de feria. El temor atenazaba a los padres. “Ten cuidado,” le decían cuando salía con los amigos recordando sus propios pasos; y sus palabras de entonces se les volvían presentes, cuando él repetía exhibiendo el carné con comentarios sobre su control y avezados conocimientos…

Una vez que, a modo de comentario, sacaron los padres a colación sus andanzas sobre sucesos, sustos y riesgos que habían vivido al volante, prodigándose al alimón en quién había forzado más a la suerte, él se vio envuelto en la necesidad de intervenir, y contó que, en su breve experiencia, ya se había visto en situaciones chungas, la mayoría de las cuales por conductas ajenas, lo que les preocupó aún más.

La madre tragó saliva. Se levantó fingiendo una ocupación perentoria, y se fue a trastear a la cocina. Cuando regresó a la sala, el padre seguía sermoneando sobre la responsabilidad, la asunción de errores, etc., en un tono entre comedido y tímido, evitando parecer demasiado condescendiente, o innecesariamente duro… El hijo respondía en ese momento que quién no comete errores, cayendo en la tentación de rememorar situaciones complejas advertidas en sus propias vivencias de viajes familiares, señalando, sin nombrarlos, a ambos progenitores, asumiendo que él mismo sabía que no estaba libre de ellas…

La madre, que regresaba en ese momento, traía un plato llano y, rodando dentro, un huevo fresco… Guardando el equilibrio del redondel, en pié ante ellos, dijo dirigiéndose a ambos:
-¿Recordáis la baldosa de la casa de la abuela…?
–Sí. Algo se le cayó en el arranque de la escalera, y le rompió una esquina… eso entendí que sucedió hace… -replicó el padre.
–Pero eso es dejadez. Si lo hubieran cambiado en su momento, ahora estaría como si no hubiera pasado nada…
-Tienes razón, hijo. Tu abuela, un día, en unas circunstancias parecidas a esta, me dio esto –y señaló el plato con el huevo. -Y me dijo: “toma, hija, y llévalo a la cocina.”
Y cuando pasé a su lado, se apartó, pero no lo suficiente, y tropecé con su brazo, no sé si de forma involuntaria por su parte, un roce muy leve, pero suficiente como para que el huevo rodara hacia el borde del plato, y al inclinarlo en sentido contrario se saliera; y por cogerlo al aire solté el plato, y los dos se hicieron añicos; y rompieron la baldosa… Luego, sin levantar la voz, me dijo:
“-No ha pasado nada. Anda, hija, recógelo, pon el huevo en el frigorífico, y el plato en la alacena…”
Yo le dije:
-“Pero madre, ni el plato ni el huevo pueden aprovecharse, todo esto va al cubo de la basura, tenías que haberte apartado para dejar que yo pasara…”
-Y por supuesto, todo fue a la basura; y jamás consintió que se cambiara la baldosa.

Pb/2019
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