El necio
emite su opinión
sin escuchar ni eco ni respuesta,
ni pasa inadvertido
ni se le presta atención,
la gente
gira en torno a él
como un tiovivo que se aleja,
y su voz
se asemeja a la lluvia sobre el mar,
es innecesaria.
Así
el necio naufraga como la barca
al arreciar la tormenta
mientras baila con las olas
un torpe vals,
el necio
a la deriva
se calla desnudo de razones
y en su silencio
nadie le ve llorar.
JUAN ANTONIO PINAR
jueves, 15 de noviembre de 2007
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