En la cola de un bar
pedías
para un café con algo,
tu estómago
necesitaba solución,
en el hielo de la mañana,
sonó
cálida voz en forma de moneda.
El milagro fue un sueño
en selva de leones.
Te censuraron sus rugidos.
¡Dolía ese euro que te daban!
-No desayunará
-será para beber.
Abandonas la fila
el peso de la derrota, agacha tu espalda,
no quieres discutir,
olvidas café y bollo.
Allá ellos.
Comeré luego.
Regresas a la acera
con tus perros y manta
estas sin nadie
Olvidado en Madrid.
martes, 24 de febrero de 2009
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