Locus iste
el cuenco de mis manos
es el lugar de mi tristeza
mis dos manos adultas que se pierden
en la niñez aromas ruidos noches
recuerdan las canciones que mi padre
cantaba sin saber que en esa voz
iba trazando su memoria nuestra
tal vez de caminar junto a mi cuerpo
de coger cosas
se hicieron fuertes
tal vez de romper horas y bolígrafos
se hicieron disimuladamente fuertes
y amaron
lo que pudieron
lo que sabían
las horas los bolígrafos
la fruta los regalos infantiles
los libros y la música encerrada
los timbres y las puertas
la ternura
amaron
de una mujer
su abrazo
con su cadáver con su máscara
con su desnudo débil su alegría
y su grito final
vencido
seco
estas manos vivieron
en una ciudad vieja
en una casa pobre
en una habitación
una cama un armario una mesilla
y un poco sólo un poco
de cielo prometido
de aquel cielo imperfecto que pasaba
tras la persiana sucia por el patio
mis manos son ahora
su espalda suelta a golpe
de luz dormida junto a ella a salvo
de pisadas a salvo del rencor
en un borde del suelo
hacia el lugar de toda esta tristeza
© Jesús Urceloy 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
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