martes, 26 de septiembre de 2017

EL GENIO DE LA MULTITUD


Luz al fondo, entre las piedras...

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camino pensando en mí
sin darme cuenta
de que lo que no pienso
más interesa

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EL GENIO DE LA MULTITUD


Hay suficiente traición y odio, violencia,
necedad en el ser humano corriente
como para abastecer cualquier ejercito o cualquier
jornada.
Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican el amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son -AL FINAL- aquellos que
predican
PAZ.
Aquellos que hablan de Dios
necesitan a Dios.
Aquellos que predican la paz
no tienen paz.
Aquellos que predican amor
no tienen amor.
Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con aquellos que están siempre
leyendo libros.
Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.
Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes
multitudes;
no son nada solos.
Cuidado con
el hombre corriente
con la mujer corriente.
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.
Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.
Al no querer la soledad
al no entender la soledad
intentarán destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo.
Al no ser capaces
de crear arte
no entenderán
el arte.
Considerarán tu fracaso
como creadores
sólo como un fracaso
del mundo.
Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces te
odiarán.
Y su odio será perfecto
como un diamante resplandeciente
como una navaja
como una montaña
como un tigre
como cicuta
su mejor
ARTE.


De Charles Bukowsky

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ABANDONARSE


Abandonarse cuando la negrura
del aire se te rompe en el instante
de la solicitud agonizante,
hasta el amanecer de la censura,

y descubrir la llave que clausura
el brazo que te acuna vacilante,
e ilumina rincones, humectante,
desbaratándote la cerradura

para difuminar pelea y calma,
y en el descuido requemarte el alma
con fuego que consiga confundir,

elevando el amor sobre su trono,
porque solo el amor es abandono,
y hasta el agotamiento resistir.


de “Variaciones sobre el ocaso”, 2005

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