martes, 3 de octubre de 2017

MI EPITAFIO


Vista desde el Chamorzo Chico
---

la demagogia
necesita a las masas
para sus fines

---

COLINAS DE MISISIPI: MI EPITAFIO

Lejanas colinas azules, en las que me he deleitado,
a las que sigue la primavera con pies de plata y el manto
de los cornejos floridos, entonando el «¡Amante!» del pájaro azul,
mientras me dirijo al divisado final del camino.

Que esta suave boca, moldeada para la lluvia,
no sea, por todo dolor, sino áureo dolor,
y que estos verdes bosques sueñen aquí con despertarse
en mi corazón cuando regrese.

¡Y regresaré! ¿Dónde está la muerte,
si en estas azules y soñolientas colinas, allí en lo alto,
tengo yo, como el árbol, mi raíz? Aunque esté muerto,
este suelo que me ciñe me ha de dar el aliento.

El árbol herido no alberga un verde nuevo para llorar
los años dorados que gastamos en comprar dolor.
Que esta sea mi condena, si olvido
que aún queda primavera para agitar y quebrar mi sueño.


De WILLIAM FAULKNER

---

AUNQUE NO PASE NADA


Regresará cansado.
Tú estarás esperando su llegada.
Te besará en los labios.
Aunque no pase nada.

Tal vez un aire tibio
venga desde el cristal de la ventana.
Y rozará tu piel.
Aunque no pase nada.

Dejará su camisa
en el rincón de ahí, desmadejada,
mientras, quizá, tus pasos
caminen a su espalda.

Te buscarán sus ojos,
y cambiaréis hablillas, y palabras
de las cosas del día;
de la calle; de nada…

Si tus ojos le miran,
sin tu licencia tomará tu mano.
Y besará tu frente.
Y la flor de tus labios…

Si tu mirar se cierra
buscando en lo profundo de tu adentro,
se pegará al latido
dulce de ese misterio.

Despertará la alondra
la firme y suave línea de tu cuerpo,
mientras musita cosas
con mimo y embeleso.

Reirán tus oídos.
Se desconcertará tu piel dorada.
Recelarás temores
al sentirte besada.

El mapa de tu cuerpo,
difuminado, aún sin descifrar,
sus intrépidos labios
una vez más lo van a dibujar.

Romperá tu silencio,
y en cualquier travesura de una ronda,
buscará puntillitas
de sedas y de blonda.

Y latirá el perfume
maravilloso de tu gran secreto,
al compás de un gemido
cauteloso; discreto.

Repicarán campanas
con ecos que recuerdan los caireles,
cuando cabalgan juntos
vuestros corceles, y…

brillarán los luceros
que tiñen el azul del firmamento.
Y lloverá en las aguas
del mar en mar adentro,

nubecilla liviana,
descubriendo la luz de luna llena
blanca, cálida, loca;
delicada, serena…

Suena la llave y entra.
En la penumbra esperas su llegada,
y te abraza muy fuerte.
Aunque no pase nada.


de “Variaciones sobre el ocaso”, 2005

No hay comentarios: