martes, 23 de junio de 2020

Qué ruido es ése

 

Foto de pakI

---

 

Qué ruido es ése.


Qué

se oye más allá.


Ve y ciega estos muros

cata

que amanece.

 

de Ada Salas

--

 PRIMER AMOR

Triste Girona de mis siete años:
en la posguerra los escaparates
tenían un color gris de penuria.
Y, sin embargo, en la cuchillería,
en cada hoja de acero destellaba la luz
como si se tratase de pequeños espejos.
Descansando la frente en el cristal,
miraba una navaja larga y fina,
bella como una estatua de mármol.
Puesto que en casa no querían armas,
fui a comprarla en secreto y, al andar,
la sentía, pesada, en mi bolsillo.
Cuando, a veces, la abría, muy despacio,
surgía, recta y afilada, la hoja
con esa conventual frialdad del arma.
Silenciosa presencia del peligro:
la oculté, los primeros treinta años,
tras los libros de versos y, después,
en un cajón, metida entre tus bragas
y entre tus medias.
Hoy, cerca ya de los cincuenta y cuatro,
vuelvo a mirarla, abierta en la palma de mi mano,
igual de peligrosa que en la infancia.
Fría, sensual. Más cerca de mi cuello.
  

Joan Margarit

---

CALEIDOSCOPIO PARA NORMAN JEAN


Nadie ha llegado al sol salvo una parte
oscura de tu cuerpo, nadie quiere
reconocer tu lentitud y el agua
maternal de ese llanto en la penumbra,
acompasado, generoso, libre.
Jamás habrá una madrugada idéntica
en el país del búfalo y la sangre.
Aunque bajo tu piel
nadie buscara más allá del tiempo.

urceloy / junio de 2009

--- 

CONFIDENCIA AL CONEJO DE LA ANUNCIACIÓN

(para Ida Vitale)


Dice que el cuerpo
forma parte del objeto,
al que solo se llega por la forma.
Dice que el espíritu
no se puede contemplar
desde el objeto.
Dice que la conciencia
no es sujeto de conocimiento.
¿Y lo es, acaso, el conocimiento?

Luminoso -aunque me ignora-
cruza mi mirada
y me mantiene en vela.
Solitario como un cisne
regresa a su no-espacio-tiempo.
De mi saber nada sabe,
como el hielo nada sabe de la flor,
mietras las acciones fantasmales se suceden...
Tanto mejor, tanto mejor.

de Clara Janés

--- 

en mi primer día
del trabajo nuevo

me han colgado un puñado de llaves del cuello

y me han dejado sola
tengo encerradas a seis mujeres
a sus hijas y a sus hijos
no es una cárcel
solo cuido de que sus amantes
no las quieran demasiado
 

de Mada Alderete Vincent

(Insumisas / La casa de la llave / Baile del sol)

--- 

“SE LLAMA POESÍA todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles”

 

«Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. En ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo…» 

       La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. 

       Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos. 

       Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder. 

       Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía. 

       Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. En ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada “poesía oficial”, poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco. 

       La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder. 

       Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella. 

       La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tienen el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad. 

       La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles. 

de: Aldo Pellegrini (Argentina, 1903-1973) (“Para contribuir a la confusión general. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1976. Pág. 89”) Publicado en LITERARIEDAD (18/05/2013)

---


 


No hay comentarios: