martes, 1 de marzo de 2016

Gastalápiz


La Pedriza

niebla creciente
precisión riguroso
con cada paso


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Te fuiste

Te fuiste en ese ocaso de silencio
sin decir donde,
sin saber a qué,
como siempre
sin preguntarte.

Me retorcía en este abismo de inseguridad.

Solo me complacía
pensando
en tu muerte:
que ningún otro te pudiera
gozar jamás.
Que ningún otro
podría
admirar tu deseo en la penumbra.

Solo admitiéndolo
puedo vivir en esta agonía
constante.

Y ahora te veo,
te siento,
sé que estás ahí
en alguna parte,
y sé que mañana,
o luego,
—o nunca—
vendrás a mí.

© Inés M. Vega
(Gastalápiz)

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23 EL HOMBRE DEL BAR


Entran los parroquianos.
El mostrador, brocal en la cantina,
reposo proporciona
al viejo, y al guerrero, y al mendigo…,
y más allá está el hombre.
Sentado en una esquina.

El cielo se ilumina
y mil rayos dorados se convierten
en sombras que desfilan…
Desfilan por la senda de la muerte.

Entran y salen hombres en el bar.
Y el hombre de la esquina
camina por caminos
de penas, de recuerdos, de destinos
preñados de secretos…

En la mesa se inclina;
desgrana el sentimiento
de los campos de trigo y de sudores,
de las cárceles viejas,
de los fríos del negro cementerio…

Entra la gente; y sale,
y charla en el silencio
del hombre solitario de la esquina,
sentado en su rincón.

Y en su misterio…

©pbernal

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