martes, 19 de diciembre de 2017

ANOCHECIENDO


cielo impreciso
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Escribir: “…es una salvación porque salva el día que se vive que nunca se entiende a menos que se escriba.”

De Verónica Aranda
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ANOCHECIENDO

No sé qué hacer con esta sombra
que me lleva hasta ti.
Tú, haciéndote ceniza
en tu tumba de esquina soleada
esperando que vuelva convertido.
No sé si llego adelantado o tarde.
¿A qué hora habíamos quedado?
No sé qué hacer con esta sombra
que me pide dormir, dormir, dormir…
Échate a un lado madre,
que voy muerto de sueños.


De Manolo Romero
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NIÑA, VIEJA…, Y HOGAR
(para Luisa, in memoriam)

Paloma mañanera. Crepúsculo de sueño.
Pequeña niña vieja. Ante tu tocador,
el vuelo de una sombra en tránsito cobarde,
desvela tu nirvana; rompe tu comprensión.

Promesas infantiles transitan por tu cuerpo.
Flotan en el vacío de tu día sin fin.
Y tú, que las observas risueña, con encanto,
evocas los recuerdos de un tiempo juvenil.

Las cuencas de tus ojos, resecas por el llanto,
enfocan el espejo temerosas de ver
los pálidos cabellos, la piel desencajada,
la fuerza desvaída; reflejos de tu ayer.

Tu mano desdentada; tu boca de sarmiento;
el blanco de tu pelo; el poso de tu piel,
fueron en otro tiempo caricias prodigiosas:
música; tacto; beso: delicias para él…

Paloma de la tarde; te miran con reserva
ojos adolescentes, lejos de imaginar
que tienen frente a ellos la estampa de su vida,
esa historia que todos queremos ignorar.

Paloma de la noche; letargo de la espera;
otoño; primavera eterna, tan fugaz…;
deja que me resguarde en tus pliegues de cera,
niña; mujer; viajera; vieja; madre…, y hogar.


De “Variaciones sobre el ocaso”
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Instrucciones para escribir un cuento (2)

Para escribir un cuento deben darse dos condiciones indispensables sin las cuales le será muy difícil afrontar la tarea con dignidad: debe usted saber escribir y debe usted saber borrar.
Una vez se haya convencido de que posee ambas cualidades en una medida razonable, lo demás será coser y cantar.
Bastará con elegir un tema o asunto, derivado de la observación, la experiencia o la fantasía, abstraerlo en cualquiera de los casos, ensimismarlo y trasponerlo a un espacio —temporal, geográfico, histórico, usted dirá— donde pueda desenvolverse con soltura, usted como narrador y el asunto o tema. Hasta aquí ha comenzado, sutil e imparable, la arquitectura del cuento.
Idee personajes, al menos uno y en número suficiente para que el cuento adquiera consistencia. Algunos planos y otros complejos, con o sin nombre, rubios, altivos o inexpertos; con una cicatriz, un pasado turbulento, o un carácter sobresaliente sobre los demás, por dramático o por acostumbrado. Usted los querrá a todos. No se asuste si alguno se presenta de forma inesperada por el margen de algún folio, y le violenta a cambiar el rumbo de su historia o si debe purgar a su favorito. No se asuste, si en el hueco que usted reservaba para una batalla se encuentra un idilio, si el cuchillo que portaba su temible protagonista arranca una carcajada a los niños. Se ha convertido usted en un escritor brújula, por mucho que se empeñe en seguir un mapa. Es el cuento, y no usted, quién se ha hecho con el ritmo, el acento, la voz y el equilibrio. Debe ser así y reverlarse es inútil. No es caos si aparece el final antes que el título o si la madre nace después del hijo. Reitero: no es caos.
Recuerde que, desde el momento en que usted decidió escribirlo, el cuento ha ido adquiriendo su propia existencia, y cometerá sus propios errores y tendrá sus propios triunfos, al margen de usted. Sí, al margen de usted. Así, un cuento no tendrá porqué parecerse a otro cuento, ni la realidad con la ficción, ni el escritor con la persona.
Puede ser que, a medida que vaya escribiendo, tenga que desechar ideas o personajes ya escritos, como ya anticipamos. De hecho, será altamente recomendable. También deberá deshacerse de párrafos o medias historias cuando crea que el texto está terminado. Le dolerá, una, dos o cien veces, cada vez, pero nadie le dijo que escribir un cuento fuera una tarea amable y sólo amable. Se sufre. ¡Vaya si se sufre! Al fin y al cabo, ha sido su elección.
Hasta aquí, dispone de las instrucciones básicas para acometer la tarea. Como ve, escribir un cuento no parece presentar mucha dificultad.

Conchi González Catalán
del Taller de Escritura Creativa de Clara Obligado
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