martes, 23 de abril de 2019

gesto del agua


Lagos de La Alhóndiga, Getafe
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libro sincero
apremio de respuesta
gesto del agua

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GESTOS


Una mirada, un gesto,
cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano,
tan sin entendimiento y sin gobierno,
pero con errabunda resonancia,
y sondea, buscando
calor y compañía en este espacio
en donde tantas otras
han vibrado, ¿qué quiere
decir? Cuántos y cuántos gestos como
un sueño mañanero,
pasaron. Como esa
casera mueca de las figurillas
de la baraja: aunque
dejando herida o beso, sólo azar entrañable.

Más luminoso aún que la palabra,
nuestro ademán, como ella
roído por el tiempo, viejo como la orilla
del río, ¿qué
significa?
¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto
de la entrega o del robo,
el que cierra una puerta o el que la abre,
el que da luz o apaga?
¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra
que cuando siega,
el de amor que el de asesinato?
Nosotros, tan gesteros pero tan poco alegres,
raza que sólo supo
tejer banderas, raza de desfiles,
de fantasías y de dinastías,
hagamos otras señas.
No he de leer en cada palma, en cada
movimiento, como antes. No puedo ahora frenar
la rotación inmensa del abrazo
para medir su órbita
y recorrer su emocionada curva.

No, no son tiempos
de mirar con nostalgia
esa estela infinita del paso de los hombres.
Hay mucho que olvidar
y más aún que esperar. Tan silencioso
como el vuelo del búho, un gesto claro,
de sencillo bautizo,
dirá, en un aire nuevo,
su nueva significación, su nuevo
uso. Yo solo, si es posible,
pido, cuando me llegue la hora mala,
la hora de echar de menos tantos gestos queridos,
tener fuerza, encontrarlos
como quien halla un fósil
(acaso una quijada aún con el beso trémulo)
de una raza extinguida.

Claudio Rodríguez
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ME DICES…

Me dices, si te digo que si quieres,
con toda tu pasión y sentimiento,
que toda mi razón y pensamiento
los tengo puestos, siempre, en los quereres.

Si no te digo nada, cuando quieres,
me dices, con dolor y sentimiento,
que no tengo razón ni pensamiento
para satisfacer esos deberes.

Quisiera comprender lo que me dices.
Saber con la mirada tus caprichos.
Adivinar tu sed, tus sinsabores.

Así podré curar tus cicatrices;
borrar esas palabras que no has dicho,
y, luego, desnudarte de temores.
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CATARATAS 2
(El día después)

Un cielo gris oscuro, de tormenta
en un halo de truenos y de calma.
Constelación que más allá del alma
se rompe, se desarma, se fragmenta,

y luego, renaciéndose, argumenta
otra constelación que se derrama
en pulsación y forma de una rama,
en el silencio gris de la tormenta.

Insisto en mantener el ojo bueno
cerrado mientras miro fijamente
el espectáculo del operado,

que, hipnótico, contempla un mundo ajeno
desde el dolor, en un viaje ausente
a un gran descubrimiento inesperado.

Pb
abril/2019
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LA PALABRA

Expectantes palabras,
fabulosas en sí,
promesas de sentidos posibles,
airosas,
aéreas,
aireadas,
ariadnas.
Un breve error
las vuelve ornamentales.
Su indescriptible exactitud
nos borra.

Ida Vitale
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