martes, 28 de mayo de 2019

ESE RUIDO YA PÁJARO


Mario Obrero, joven poeta de 16 años, tunea una dedicatoria en la presentación de su premiado poemario “Ese ruido ya pájaro”
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Porque no quiere, no quiere.
¿Por qué no quiere, no quiere?
No quiere porque no quiere.

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ESE RUIDO YA PÁJARO

FIGURA
CAMPO
FONDO

(Poema tercero)

“Hablaré de ese pueblo añil donde los jóvenes dan lugar a la luz
lo que fecunda un campo de pianos mojados
en los paisajes de un instante o la lengua terrosa del costurero cuando hacía corbatas a los seres nómadas
la triste ventolera que hace caminar un tomate
¡cómo descienden los tomates en la cuesta!
las mariposas escondidas en un cardo hacen un brrrrrr que abren las ventanas del marino y del poeta
lo que mira un perro y el corazón del espigal en el azul del cielo y de la tierra y los bosques y la ciudad nacida como una llamada en lo amado
la alquimia de las ciruelas que tras veinte años ingiriendo cinabrio se vuelven adolescentes pelirrojos en el malecón de los charcos negros
como las cáscaras de flor en la buhardilla escuchada por el oscuro chorro caprino
o esas abejas lingüísticamente maternales que inexisten
rondando las máculas de tu cuerpo barca
no olvidemos el limpio brrrrrrr de las nubes traídas de estraperlo por la señora Venecia
la noche abierta por el pistilo de las hortensias seca las sábanas
el isleño con su reloj frente a la reforestación de la lírica nos habla del norte
como los niños que habitan la semántica del nogal
con los residuos imposibles peló esa mujer las patatas de un mar que yo aún pinto en ocres
mi hermana lago entra en la cocina ladrante o llovida en hojas de eucalipto
entonces su olor como una casa azul con tejado oscuro acude a lo hondo de tu lenguaje la ostra fluida en un río abandonado”

Mario Obrero
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RESCOLDOS

La vereda paseo de mi otoño dorado.
Llevo plata en las sienes, y la ropa bien puesta.
Voy de doncel; y brillo como estrella de fiesta,
firme, sereno; enjuto; el cuerpo bien plantado,
(por más que los cristales repitan mi corvado
perfil de descompuesta figura trasnochada).
Son escasas las flores que alegran mi velada.
(Algún dulce perdido que tomo con agrado.)

Pesan los escalones que bajo cada día.
Ignoro si me quedan menos o más peldaños.
Aspiro satisfecho el reto de los años.
Mi canastilla cargo de sueños, todavía.
Y, cuando tu figura pasa de romería,
y el vuelo de tu falda provoca mis afectos,
me siento desarmado frente a los insurrectos
tributos que proteges bajo tu lencería.
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CATARATAS 7
(El arroyo de La Vejiga)

Para medir las fuerzas fue un buen día.
Casi cuarenta íbamos. El tiempo
era primaveral. Un suave viento
mitigaba el calor. Se agradecía.

En dos nos dividimos. Tras el guía
atacamos el cauce descubriendo
un mundo insospechado, y el atuendo
nos empezó a sobrar. El sol crecía.

La empinada canal; el agua clara;
el rumor de sus saltos entre rocas;
cascadas, flores, escaladas… Lares

inesperados de una fauna rica
que hollábamos. Las cabras vigilaban…
y yo mirando con mis tres cristales.

Pb/2019
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CONSTANTINOPLA (Un romano...)

Un romano, entusiasta de los ladrillos y el mortero, está caminando por Cankurtaran. Y, si no es un romano, entonces le obsesiona vivir sobre los escombros de la civilización. “Nadie creería que hay ciudades debajo de esta ciudad”, nos dice mientras una derruida casa de madera resiste a los edificios de hormigón. Y, si no es un romano, es una ruina por doquier. Y si no es un romano, es una de las viviendas antiguas de Estambul que parecen mariposas atravesadas con un alfiler sobre el trasfondo urbano. Y si no es un romano, entonces es el resto de una historia. Pero no, no es un romano. El que está caminando nunca es lo antiquísimo que espera una demolición. El que está caminando nunca es un esqueleto pardusco que, con sus pasos, llena de hollín lo que fue construido antes de que él naciera. El que está caminando sabe que todos los imperios se están cayendo aquí. Todos y cada uno de ellos están a la altura de los omóplatos de este hombre no ocurrido. El que está caminando tiene un porvenir brillante y la muerte se le ha atrasado.

Poema de Karen Villeda (México, 1985)
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